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Los algoritmos de la entrega (+ Fotos)

A fuerza de talento y consagración, Cuba se impuso una vez más en la Final Caribeña del Concurso Internacional Universitario de Programación y conquistó cupos para la Final Mundial del prestigioso certamen

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Tienen prácticamente dos carreras a la vez y no hay un día de sus veintiañeras vidas que no entrenen. Resolver complejos problemas matemáticos y encontrar el dato preciso que les permita programar la solución a un desafío llenan horas de sus días, tanto como vencer con éxito las materias de la carrera de Ciencias de la Computación, que cursan en la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana (UH).

Una vez iniciado el ciclo competitivo, exprimen el tiempo libre y se empinan sobre lo que ya dominan. Es común entonces que una solución no encontrada les atormente durante toda una jornada y más de una vez el sueño de la madrugada se pospondrá en aras de participar en un certamen online promovido por un país con otro uso horario.

Y es que talento y entrega son algoritmos constantes en la vida de jóvenes como Marcos Adrián Valdivié Rodríguez, Alberto González Rosales y Denis Gómez Cruz, los integrantes del equipo UH++, que conducido por el profesor Alfredo Somoza Moreno, alcanzaron la medalla de oro en la Final Caribeña del Concurso Internacional Universitario de Programación (ACM-ICPC, por sus siglas en inglés), desarrollado en la Universidad de Oriente (UO).

Con ello, además de saborear la recompensa de tantas horas de consagración, consiguen la clasificación directa para la Final Mundial número 44 del prestigioso y reñido certamen académico, que tendrá lugar del 21 al 26 de junio de 2020, en Moscú, Rusia.

Talentos sincronizados

Entre las doce del día y las cinco de la tarde del 9 de noviembre, en cinco horas, 27 equipos de 11 instituciones cubanas y representantes de República Dominicana y Puerto Rico pusieron a prueba sus habilidades en Matemática, Algoritmia y Programación, y dieron vida a una tenaz batalla por resolver, en el menor número de intentos, 13 complejos problemas en inglés.

Por cada respuesta correcta, cuya efectividad fue evaluada por un juez electrónico en línea, eran atados a la computadora del equipo que lo consiguiera globos de colores inflados con helio. A la misma hora, con el mismo temario de ejercicios y sobre la misma plataforma de evaluación, unos 300 equipos de América Latina estaban también en competencia.

El equipo campeón: UH++ consiguió resolver ocho desafíos y fue seguido por el Limitless, de la Universidad de Oriente, con seis, y el equipo UH Wake me up!, también de la UH, con igual número de retos correctos, para confirmar la primacía de la Isla en el ranking caribeño del concurso.

Por intermedio del UH++, Cuba se alzó además con el galardón al equipo más veloz, pues resolvieron el primer problema a los siete minutos de concurso; al equipo certero, pues solucionaron siete desafíos sin fallos o envíos incorrectos, y al equipo exclusivo, por la solución de dos retos que ningún otro equipo pudo resolver.

La sede cubana —que en 2020 será acogida por la Universidad de Holguín— celebró el 10mo. aniversario de la inclusión de la Isla como escenario de este segmento del concurso regional; una década en la que con el liderazgo de la Universidad de la Ciencias Informáticas crece el número de participantes y la organización de estos eventos y se lograron importantes resultados, como el primer lugar de América Latina y el Caribe durante los años 2016 y 2017, y los puestos 44 en 2017, y 66 este año, en finales mundiales.

En el camino de la élite

A pesar de las dificultades para acceder a las plataformas de entrenamiento, de las trabas con el visado para la participación en las citas mundiales y de contundentes realidades como que la sede cubana nunca ha podido disponer del financiamiento que otorgan los patrocinadores para la organización del evento a este nivel, como consecuencia del bloqueo económico, comercial y financiero que impone el Gobierno norteamericano a Cuba, la Mayor de las Antillas está en el camino.

Poco más de un centenar de equipos de las más prestigiosas universidades del mundo pugnarán en Rusia por acercarse cada vez más a la élite del mundo en el campo de la programación deportiva.

Para el profesor Alfredo Somoza, entrenador del UH++ y quien llevará a su equipo a la Final Mundial por octava ocasión, estos son eventos muy fuertes. «Ahí están representadas las principales universidades del mundo. Ahí va Harvard, Cambridge y otros grandes centros de altos estudios; que entre estos se mencionen universidades cubanas como la UH o la UO, constituye un privilegio enorme.

«Obtuvimos posiciones decorosas en los certámenes de algunos años; hemos llegado incluso a ser campeones latinoamericanos, y aunque todavía estamos lejos de los principales lugares intentamos demostrar que nuestra carrera tiene un nivel que tratamos de mantener por encima de cualquier circunstancia adversa».

Por eso para Marcos Adrián Valdivié, integrante del UH++ que representará al país en Rusia 2020, el reto ahora es profundizar en el entrenamiento para elevar aún más el nivel actual del equipo y poder desempeñar un buen papel en la Final.

Al decir de Alberto González Rosales, el integrante más experimentado del UH++, quien tuvo la posibilidad de participar en la Final Mundial de este año, en Portugal, donde el conjunto capitalino se ubicó en el lugar 66 del mundo —el segundo mejor resultado histórico de un equipo cubano en estas lides—, ser parte de este tipo de eventos eleva mucho su preparación como estudiantes y futuros profesionales; por eso bien vale todo esfuerzo extra.

«Todos los países entrenan muy fuerte, con muchos más recursos que nosotros en cuestiones de internet y conectividad, entre otros, por eso hay que poner un extra para ser medianamente competitivos. Intentamos participar en todas las competencias que podamos, y todos los días hacemos algo, en equipo o individualmente, en aras de elevar nuestro nivel».

Alcanzar resultados de talla mundial impone a nuestros «cerebroatletas» una vida de dedicación, pero a diferencia de aquellos que en otros países reducen sus horizontes solo al certamen, para nada les hace diferentes de los muchachos de su edad ni les impide divertirse y estar a la moda.

En eso Alberto González es enfático: «Si aprovechas bien el tiempo, siempre se puede encontrar un momento para divertirte, atender a la novia… Se trata de encontrar el equilibrio», dice, y sus palabras encuentran eco entre sus compañeras, atraídas por el «ángel» de las nuevas «estrellas» de la programación deportiva.

La sonrisa de estos muchachos es la mejor confirmación de que sus deseos continuarán sustentando esos sueños que enarbola hoy el ICPC en Cuba, y que sintetiza desde su experiencia el profesor Somoza: «No estamos entre los primeros lugares del mundo, pero entre los miles que lo intentan, logramos alcanzar posiciones destacadas; estamos en la lista junto a las principales universidades y cada vez lo estamos haciendo mejor».

Desafío no resuelto

Con el empeño y la entrega de sus participantes como acicate, ICPC es un evento que crece en Cuba y deja una huella en la formación de los profesionales que egresan de nuestras universidades, particularmente aquellos vinculados con las ciencias de la computación y especialidades afines.

Este es un certamen que alienta el desarrollo y reconocimiento de habilidades profesionales desde la etapa estudiantil, por lo que sus participantes llegan luego a la vida profesional mejor preparados, insiste el ingeniero Dovier Antonio Ripoll Méndez, director general de ACM-ICPC en el Caribe.

Sin embargo, y como admite este directivo, esa fuerza talentosa, con una preparación por encima de la media, y que mucho pudiera contribuir a la solución eficiente de problemas y a la informatización de la sociedad, no es lo suficientemente explotada por el sector empresarial.

En contraposición con lo que ocurre en el mundo, donde las principales compañías se vinculan al concurso pendientes de llegar a estos talentos, recalca Ripoll Méndez, a las empresas cubanas les falta agresividad para acercarse al evento, más allá del patrocinio de unas pocas durante las finales regionales.

«Si no somos capaces de aprovechar estos recursos con un nivel de preparación tan elevado, otros lo harán por nosotros», subraya el Director de ACM-ICPC en el Caribe.

Personas cercanas al concurso en Cuba, como el profesor Alfredo Somoza Moreno, coinciden en que aún se desconoce mucho sobre el evento, su importancia y los logros de la participación cubana.

«Estos son muchachos con mucho talento; los que van a una Final Mundial, yo siempre digo, son los que están destinados a cambiar el mundo de la computación y eso lo saben las principales compañías internacionales; de manera que no es casualidad que a cualquiera de ellos se les abran después las puertas de casi cualquier parte del mundo», enfatiza.

Para el prestigioso académico, «corresponde al país descubrir cómo canalizar ese talento que cada año prueba una y otra vez que está ahí. Se trata de tenerlos en cuenta, enamorarlos, seducirlos». Solo entonces la sede cubana habrá conseguido vencer todos los desafíos del prestigioso concurso.

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