Complicada situación de sequía. Autor: Rodolfo Blanco Cué Publicado: 21/09/2017 | 06:25 pm
Las lluvias en los meses finales de 2015 y en lo que va de enero han sido favorables para dejar atrás, poco a poco, la sequía meteorológica: la falta de precipitaciones. Sin embargo, no puede decirse lo mismo sobre su impacto sobre la sequía hidrológica, o sea, la poca disponibilidad de agua en embalses y cuencas subterráneas.
Es la disposición mayor o menor que tengan estos acuíferos, la que determina nuestro día a día, tanto para el consumo humano y los quehaceres domésticos como para los sectores agropecuario, industrial y de servicios.
Tampoco las precipitaciones han sido a lo largo y ancho del país. Oriente, la región más golpeada por el estío de meses y meses, no ha corrido con la misma suerte del Occidente y el Centro, bendecidos por la «abundancia» de agua.
Un ejemplo es enero, cuando hasta el día 20, en la zona oriental del archipiélago las lluvias apenas habían sumado el 32 por ciento de la media histórica mensual. El peor panorama está en Las Tunas, Guantánamo y Santiago de Cuba. En esta última provincia una presa que abastece a la población está seca y dos cuencas subterráneas muestran un estado crítico.
Diciembre, enero y febrero no hacen «un buen aguacero»
Desde una perspectiva nacional, las lluvias se han situado por encima de la media histórica para estos meses. En diciembre el acumulado nacional alcanzó el 203 por ciento de la norma, y en enero —hasta el día 20— ya iba por el 113 por ciento para el mes. No obstante, diciembre, enero y febrero, aunque llueva mucho, son los meses de menos precipitaciones en Cuba.
Durante el habitual encuentro mensual del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) con representantes de medios de prensa, el ingeniero José Antonio Hernández, director de Uso Racional del Agua, fue enfático: «No miren a los por cientos, donde hay que fijarse es en la lámina histórica de lluvias».
Según esta medida, en diciembre precipitan como promedio 38 milímetros (mm) de lluvia; en enero, 46,9 mm; y en febrero, 42,7 mm. Si sumamos los 127,6 milímetros que de conjunto acumula habitualmente este trimestre, veremos que no llegan a cubrir lo que cae en uno solo de los meses de la temporada lluviosa, que se extiende de mayo a octubre.
Y sigue ahí
Las lluvias que están cayendo no son «buenas». Constituyen un efecto del nada amigable evento El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), que al parecer está causando o puede provocar bastante daño a nuestra agricultura. Sin embargo, todos quisiéramos dejar atrás ya este problema de la sequía.
Hasta el momento no hay nada afirmativo. El ingeniero Argelio Fernández Richelme, especialista principal de Servicios Hidrológicos del INRH, señala que no podrá hacerse ninguna conclusión sobre la continuidad o no de la sequía hidrológica hasta que no avance el período lluvioso, que empieza en mayo.
Las presas del país están apenas al 53 por ciento de su capacidad. Acumulan solo 4 828 millones 940 000 metros cúbicos de agua, lo que significa que para la media histórica del mes de enero, están por debajo en 1 173 millones 280 000 metros cúbicos.
La percepción de riesgo, el saber y actuar ante esta situación, cuya clave es ahorrar más todavía, resulta el mejor paliativo que tenemos a mano.
Está lloviendo, sobre todo en Occidente y Centro. Puede que de manera global —para la nación, aunque no para todas las regiones y zonas— la sequía meteorológica vaya amainando, y también la sequía agrícola. Pero la sequía hidrológica continúa. Y mañana, cuando nos despertemos, seguirá ahí.
Hay sequías...
«El Vocabulario Meteorológico Internacional (Organización Meteorológica Mundial, No. 82, 1990) expresa que la sequía en su acepción más común se define como: “Un período de condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado como para que la falta de precipitaciones cause un grave desequilibrio hidrológico”».
Según las convenciones, se establecieron cuatro tipos principales de sequías: meteorológica, agrícola, hidrológica y social o económica.
«Se entiende por sequía meteorológica cuando la precipitación es muy inferior a lo esperado en una amplia zona y para un largo período.
«La sequía hidrológica ocurre cuando hay un déficit continuo en la escorrentía en superficie y alcanza esta un nivel inferior a las condiciones normales o cuando disminuye el nivel de las aguas subterráneas.
«Hay sequía agrícola si la cantidad de precipitación y su distribución, las reservas en agua del suelo y las pérdidas debidas a la evaporación se combinan para causar disminuciones considerables del rendimiento de los cultivos y del ganado.
«Se considera sequía socioeconómica cuando la demanda de agua excede el suministro. Es una combinación entre déficit precipitación y las necesidades de la población o de las actividades productivas, la eficiencia en el uso del agua y de la tecnología disponible».
Fuente: La sequía. Causas, percepción y enfrentamiento, del Doctor Braulio Lapinel Pedroso. En Revista Bimestre Cubana. En www.bimestrecubana.cult.cu.