Imagen congelada de Primada Visión, televisora local de Baracoa, que muestra las personas evacuadas en edificaciones de zonas altas de la ciudad. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 04:53 pm
Pocos minutos después de las cinco de la tarde de este 12 de enero el vuelo de un helicóptero por la zona costera de Baracoa rompió la tranquilidad agitada de la primera ciudad de Cuba, donde muchos a esa hora regresaban del trabajo o se aprestaban a preparar la comida.
La palabra «tsunami», que corrió de boca en boca entre los pobladores, hizo que en apenas 20 minutos más de la mitad del pueblo, residente en la zona costera, evacuara a toda prisa la zona ante el temor de las grandes olas.
El sismo que estremeció Haití a las 04:53 p.m., con magnitud de 7,0 grados Ritchter —cuyo epicentro se localizó a los 18,45 grados de latitud Norte, los 72.45 grados de longitud Oeste y una profundidad de 10 km, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Puerto Príncipe—, fue sentido también en la mayor parte de las provincias orientales.
Instantes después, el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico emitió una advertencia de tsunami para las regiones afectadas, incluyendo la costa oriental cubana, donde se movilizaron todo tipo de medios para alertar a las personas de que buscaran zonas altas.
Aunque por las características de la sismicidad en la región en que se produjo el terremoto, el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas de Cuba consideró «muy poco probable» la ocurrencia de un tsunami, nadie quiso correr riesgos.
Tras la sacudida del reloj
Nancy Camacho Matos no recuerda si fue antes o después de las cinco de la tarde que sintió la sacudida de un reloj colgado en la pared del local, donde varios ancianos como ella, organizaban una actividad del club de la tercera edad en su barrio del centro de la ciudad.
Lo que ella sí sabe bien es que antes de que pasara un helicóptero de la Defensa Civil pidiendo a la población que se evacuara y llamando a la calma, ya ella estaba en la zona más alta del Paraíso, una privilegiada altura de Baracoa.
Dice la señora de 70 años que, incluso, muchas personas que viven alejadas del mar se fueron a las alturas cuando comenzó a mencionarse la palabra tsunami entre los que corrían asustados.
Acostumbrados ya al corre corre de quienes viven cerca del malecón baracoense, cuando se anuncia penetración del mar, Santiago Garrido corrió con los suyos hasta cerca del Castillo, también en la parte alta, y afirma que si bien en los primeros momentos hubo tensión entre algunos, poco a poco regresó la calma.
Mientras, la prensa local pedía serenidad a la población y que se alejara ordenadamente de la zona costera, en la voz de Zenia Noa, una joven periodista de Primada Visión.
Según Atmer Suárez Hinojosa, jefe del departamento informativo de CMDX «La Voz del Toa», la población reaccionó rápidamente ante el llamado que hicieron por diversas vías las autoridades para evacuar la ciudad, hacia la zona del Paraíso, sobre todo quienes viven en el litoral, que comprende, fundamentalmente el malecón, Casco Histórico, Turey y otros consejos populares.
«El temblor de tierra se sintió muy fuerte. Yo estudié en Santiago de Cuba y sé lo que es un fuerte temblor. A pesar de la premura, la evacuación funcionó bien y rápido, en apenas 20 minutos», dice Atmer.
Al hablar a los micrófonos de La Voz del Toa el presidente del Consejo de Defensa Municipal, Eudis Romero Suárez, ratificó la tranquilidad reinante en la bella ciudad paisaje, donde, por indicación de esa instancia, las personas evacuadas habían retornado a sus casas, con la orientación de mantenerse vigilantes ante las posibles penetraciones marinas.
En conversación telefónica con JR, Freider Fuentes Vidal, vicepresidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, explicó que además del helicóptero que recorrió toda la zona costera, también autos parlantes, agentes del orden interior, bomberos, funcionarios e incluso vecinos ayudaron tocando de puerta a puerta y organizando el desplazamiento hacia las alturas.
Alerta en toda la costa
Por todo el litoral guantanamero, el más cercano a la azotada región de Haití castigada por el fuerte terremoto, se corrió como pólvora la noticia de que podía ocurrir de forma inminente un tsunami.
En San Antonio del Sur muchas personas corrieron desesperadamente tratando de alcanzar la elevación Pan de Azúcar, famosa en toda la zona por su curiosa forma.
Casi en el extremo oriental, el meteorólogo Eduardo Pérez, quien se encontraba en la tarde-noche de ayer de guardia en la estación meteorológica de Maisí, contó a JR que por allí pasó también el helicóptero avisando a la gente de que se evacuara.
«Aquí en Punta de Maisí no quedó nadie cerca de la costa, aunque apenas hay algo de oleaje, pero no por ningún tsunami, sino por los vientos que hay en la zona».
Con más de 23 años de ejercicio en Punta de Maisí, Eduardo recuerda muchas marejadas fuertes que han azotado el lugar, pero jamás ningún tsunami.
Mientras que en Jamal, otra estación meteorológica cercana a la ciudad de Baracoa, Ismael Pelegrín, el meteorólogo de guardia, apenas se enteró desde su altura del ajetreo que en minutos transformó la Primada.
«Yo venía en camino hacia acá, y cuando llegué fue que me enteré del terremoto y de la alerta. Por aquí todo está normal. Algo de frío nada más. Por suerte, fue solo un aviso, pero demostró la efectividad de los sistemas de alerta».
Razones de alerta
Razón tienen los baracoenses para sentirse alarmados ante un aviso de súbitas olas destructoras. Primero fueron las terroríficas imágenes que recorrieron medio mundo cuando un tsunami de grandes proporciones azotó la isla indonesa de Sumatra y las costas de Sri Lanka, Tailandia, Indonesia, India y otros estados de la región el domingo 26 de diciembre de 2004 causando unos 280 000 muertos.
Posteriormente, en marzo de 2008 un sorpresivo mar de leva, provocado por un fuerte anticiclón migratorio que se ubicó en el Atlántico, al norte de Cuba, destruyó buena parte del litoral de Baracoa, causando incontables daños.
Más de dos centenares de viviendas dañadas o derrumbadas totalmente, parte del muro del malecón totalmente destruido, 400 metros del vial de esa transitada arteria perdido, así como aceras, contenes y registros de alcantarillas se llevó por delante el oleaje, que arrasó también con tres parques, un mercado agropecuario, un círculo infantil, kioscos de comercio y gastronomía.
En aquella ocasión, también sufrieron significativos daños el hotel La Rusa, la Escuela Secundaria Básica de La Punta, el restaurante El Caracol y la oficina de la Dirección Municipal de Justicia, entre otros locales.
Por si fuera poco, en septiembre de 2008 olas que sobrepasaron los cinco metros de altura, asociadas al huracán Ike, volvieron a fustigar el litoral baracoense e incluso derribaron un muro de la antigua fortaleza La Punta, erigida en el siglo XVIII para preservar a esta Villa de los ataques de corsarios y piratas.
Esta vez, por suerte, no pasó de una alerta las preconizadas olas gigantes. Pero aún así, los habitantes de Baracoa, la primera ciudad fundada en Cuba, demostraron estar preparados para una contingencia así, que puede convertir en pocos minutos un mar amigo en un enemigo mortal.