Juventud Rebelde publica las palabras íntegras de Ricmar Rodríguez Gutiérrez, trabajador de la Empresa Cubana de Tabacos.
Compatriotas:
Nos reúne hoy aquí el deber de rechazar la ignominia, la injusticia de un sistema judicial, la desfachatez de un gobierno ante la dignidad humana.
Y nos reúne, la voluntad inquebrantable de la juventud cubana de acompañar en su justa causa, a nuestros Cinco hermanos, injustamente encarcelados en las entrañas del monstruo.
Los cinco, que se han erigido en el más alto paradigma para los jóvenes cubanos en el siglo XXI, han tenido que sufrir una vez más los desmanes del laberinto judicial norteamericano.
Esta vez, ante un caso apoyado por doce amicus de la corte, presentados por premios Nobel, parlamentarios, representantes de organizaciones y movimientos sociales de todas las latitudes, sustentado en sólidos argumentos legales y de principios, la Corte Suprema del Imperio, que se da el lujo de escoger a quien bendecir con su atención, decidió no revisarlo.
Su decisión no responde a la justicia, no responde a la verdad, su decisión responde a la solicitud de su gobierno, influido por el odio visceral a la Revolución Cubana, a un pueblo que está dispuesto a pagar por su precio la libertad.
Presidente Obama, el imperio ha dado un zarpazo al último recurso judicial posible a utilizar en su sistema, para que se hiciera justicia ante el mundo. Usted ha motivado a no pocos ciudadanos en su país y en el planeta, la esperanza de un cambio que prometió en su campaña electoral.
En sus manos está que cinco hombres de bien, que prestaban un servicio no solo al pueblo cubano, sino también al pueblo a que usted pertenece, sean libres, condición que otras administraciones le negaron.
En nombre de la verdad y la justicia, los jóvenes cubanos rechazamos de facto, con la firmeza de Maceo en Baraguá, la decisión de la Corte Suprema, y le exigimos su liberación, como muestra palpable de que algo está cambiando, como evidencia fehaciente de que usted es promotor de ese cambio que prometió, y no uno más de los seguidores de las manidas políticas imperiales de su país.
Esperamos cada día que usted y su pueblo, sean capaces de comprender el dolor de madres, padres, esposas e hijos, que han sido condenados injustamente a la separación de sus seres queridos por más de 10 años, e incluso, como sucede a Adriana y a Olga, esposas de Gerardo y René, a la imposibilidad de verlos físicamente.
Hermanos, los aquí reunidos, en nombre de los jóvenes trabajadores cubanos, les reafirmamos que no están solos, que asumimos el compromiso moral de todo un pueblo con su causa, y que lucharemos junto a ustedes incansablemente hasta su liberación. Que los esperamos en su tierra, imbuidos en la labor diaria de perfeccionar cada vez más nuestro socialismo, encabezando la batalla económica que hoy nos toca librar para el desarrollo de nuestra sociedad; y lo hacemos enarbolando sus ideas como estandarte de la lucha, para que a su regreso encuentren una patria más justa, más digna, más humana; más unida en la búsqueda de la eficiencia y la productividad, que nos permitirán alcanzar mejores estándares de vida para los cubanos, siendo consecuentes con su ejemplo, y con los principios a que ustedes han consagrado sus vidas.
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!