Por años se ha discutido si la inteligencia es un don heredado o si es adquirido del ambiente en que crecemos. La respuesta más reciente apunta hacia una combinación de ambos factores, de acuerdo con la influencia comprobada de la leche materna como estimulante de la inteligencia en lactantes que poseen un gen peculiar, el FADS2.
Según reporta esta semana la publicación científica inglesa Proceedings of the National Academy of Sciences, tal conclusión se basa en el estudio de más de 3 000 lactantes de Gran Bretaña y Nueva Zelanda. El 90 por ciento de estas criaturas eran portadoras del controvertido gen, cuyo poder se potencia al ser amamantados por sus madres, alcanzando un coeficiente intelectual 6,8 puntos superior, como promedio, a los patrones manejados por psicólogos y pediatras, a pesar de las marcadas diferencias en el nivel socioeconómico familiar, la edad gestacional, el peso al nacer o la inteligencia demostrada por sus progenitoras.
El estudio de este gen se inicia por ser el productor de una enzima encontrada en la leche materna, encargada de convertir ácidos grasos en ácidos grasos poliinsaturados, los cuales se acumulan en el cerebro humano en los primeros meses después del nacimiento.