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El comienzo de la guerra de Iraq, la investigación sobre la filtración desde la Casa Blanca de la identidad de la agente CIA encubierta Valerie Plame, la revelación de las torturas en la prisión estadounidense en Abu Ghraib, y algunos otros embrollos gordos de la administración de George W. Bush están incluidos en el período de tiempo de marzo de 2003 a octubre de 2005.
Son muchos los interesados en Estados Unidos, y también en el resto del mundo, que desean conocer los intríngulis de un mal gobierno, las marañas, las mentiras, los atentados a la ética y muchos malos pasos más que los bushianos dieron en ocho largos y penosos años.
Algunas de esas historias pueden estar recogidas en documentos, memorandos, transcripciones de llamadas telefónicas, grabaciones de reuniones bien secretas, y correos electrónicos. Por lo que no sería extraño que en los días finales del equipo pudieran «perderse» papeles que debieran ir a parar, como es lo establecido, a los Archivos Nacionales de EE.UU.
Previsoramente, seis días antes de la toma de posesión del nuevo Presidente, un juez federal le ordenó a la Casa Blanca de Bush, el hijo, preservar sus e-mails o correos electrónicos, según dio a conocer CNN.
El juez de distrito Henry Kennedy, respondió así a una demanda judicial de grupos privados sobre la posible pérdida de los mensajes electrónicos y alegaciones de que el Ejecutivo falló en monitorear apropiadamente las comunicaciones internas de su personal, instruyó a todos los funcionarios «recolectar y preservar todos los e-mails enviados o recibidos entre marzo de 2003 y octubre de 2005», cuando estaban ya en el proceso de transferir más de 300 millones de mensajes electrónicos y 25 000 cajas de documentos al Archivo Nacional.
Los casos civiles involucrados en esta determinación son Ciudadanos por Responsabilidad y Ética en
Washington (CREW) versus Oficina Ejecutiva del Presidente, que lleva como número clave 07-1707, y el Archivo de Seguridad Nacional versus Oficina Ejecutiva del Presidente, bajo la numeración de caso 07-1577.
La orden judicial debiera garantizar que ningún mensaje desaparezca, pero decía CNN en ese momento que no había habido una respuesta inmediata de la Casa Blanca de Bush al mandato. Pasadas casi dos semanas, tampoco puedo contarles si las liebres saltaron o no.
Pero Tom Blanton, director del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quien parece que conoce el paño porque su institución es una de las demantes, hizo comentarios apropiados: «No hay nada como una hora de cierre para clarificar los temas. En seis días la Oficina Ejecutiva de la presidencia de Bush se iría y sin esta orden, sus registros pudieran desaparecer con ellos. La Casa Blanca estaría quejosa por este reto de último minuto, pero hay una crisis en los libros de registro fabricada por la propia Casa Blanca».
CREW, este martes, le ha pedido al presidente Obama que garantice la transparencia que propugnan sus primeras órdenes ejecutivas, dando a conocer los récords de la administración republicana precedente, que estuvo llena de secretos, y especifican algunos de ellos: la entrevista del ahora ex vicepresidente Dick Cheney entregada al FBI como parte de la investigación que el consejero especial Patrick Fitzgerald hizo del caso de Valerie Plame.
También aquellos documentos que expliquen por qué la administración Bush se rehusó durante años a enfrentar un reporte interno sobre la misteriosa desaparición de millones de e-mails de los servidores de la Casa Blanca y por qué no implementó un sistema de seguridad electrónica efectiva para sus archivos digitales.
Afirma CREW que también debieran ser entregados al Congreso los documentos que explican el papel de George W. Bush y su personal en los despidos masivos de fiscales estadounidenses que eran especialmente molestos para la Casa Blanca y su séquito.
Y advierte que la Casa Blanca debiera liberar los documentos del Consejo de Calidad Ambiental relacionados con los esfuerzos hechos por la administración Bush para distorsionar las conclusiones científicas, las advertencias y las predicciones sobre el cambio climático.
La banda bushiana ya se fue, y no son pocos los casos que deja pendientes. Que no se pierda ni un solo papelito, que papelito habla lengua, afirma el dicho popular. Pero la historia dice que esos registros ignominiosos —si no han desaparecido ya, como supo hacer Richard Nixon con las grabaciones del famoso Watergate que le costó la presidencia—, serán guardados bajo siete llaves y puede que dentro de un cuarto de siglo o más salgan a la luz cuando a pocos interese.