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«Yo tengo dos niños que padecen daños cerebrales desde su nacimiento», le dijo a la agencia IPS Haifa Shukur, una iraquí de 28 años que vive en Falluja y cuyo esposo está en una prisión de las fuerzas estadounidenses desde noviembre de 2004. Sola, anduvo de uno en otro hospital y al final los niños murieron. Haifa gastó todos sus ahorros y más aún «pedí prestado una considerable cantidad de dinero».
George W. Bush, un niño de Fallujah, y sus propios muertos. Lo que pudiera ser un drama personal, es en realidad una tragedia colectiva y la explican en un reciente reportaje los periodistas Ali al-Fadhily y Dahr Jamail, quienes han revelado uno de los más terribles desgarrones de la guerra: las armas especiales utilizadas por el Pentágono en dos campañas de bombardeos masivos contra la ciudad mártir de Falluja en 2004 siguen provocando víctimas.
Los niños que nacen allí muestran enfermedades y deformidades en una escala nunca vista antes. Se lo confirmaron médicos y vecinos.
En noviembre de 2005, el Departamento de Defensa admitió que un año antes había utilizado contra Falluja fósforo blanco, un arma incendiaria cuyo uso está restringido por las leyes internacionales.
Y como si fuera poco, en aquella reinvasión a la ciudad iraquí, se emplearon fuertemente las municiones de uranio empobrecido (depleted uranium o DU).
El Pentágono reconoció que 1 200 toneladas de DU han sido lanzadas sobre Iraq, y este desecho radioactivo viene causando un severo incremento de las enfermedades cancerígenas en el país mesopotámico e incluso en los veteranos estadounidenses que sirvieron en la primera guerra contra Iraq, la Guerra del Golfo de 1991, cuyo autor fue el otro George Bush —no lo confundan con este, el hijo.
Pero no hay un estudio del problema, no hay récords oficiales en el Hospital General de Falluja que puedan ser examinados, incluso un pediatra consultado por los periodistas de IPS pidió hablar en condiciones de anonimato, lo que no puede ser tomado como evidencia si se hiciera un proceso por criminales de guerra a todo el equipo bushiano...
Sin embargo, su testimonio es terriblemente claro: «Muchos bebés nacen con malformaciones congénitas mayores. Estos infantes incluyen muchos con defectos del corazón, labios leporinos o fisuras en el paladar, síndrome de Down o defectos en los miembros. Puedo hablar de toda clase de problemas relacionados con la contaminación tóxica que tomó plaza en Falluja luego de la masacre de noviembre de 2004».
El temor a las represalias se impone, por eso otro doctor habló también, condicionando su criterio al absoluto silencio sobre su identidad: «La exposición de las embarazadas a las toxinas y a materiales radiactivos pueden llevarlas al aborto espontáneo o con frecuencia al provocado, y a nacimientos con malformaciones congénitas».
Ali Sarhan, un vecino, un maestro que vivió los dos sitios de Falluja en 2004, vio «cuerpos que se tornaron en huesos y carbón justo después de haber sido expuestos a las bombas que luego supimos que eran de fósforo»...
Coinciden estas revelaciones sobre Falluja con una información de fuentes militares conocida este martes en Los Ángeles, California: el coronel Jeffrey Chessani puede celebrar, fueron desechados los cargos en su contra... Los otros siete marines involucrados ya fueron absueltos o también les retiraron los cargos antes de que se pusiera en marcha una corte marcial. Por si usted no lo recuerda, son los protagonistas de la matanza de Haditha en 2005, donde asesinaron a 24 civiles, entre ellos mujeres y niños, durante una requisa casa por casa del poblado.
Y mientras tanto, W. Bush insistentemente afirma que la historia vindicará su decisión de invadir a Iraq, cuando se ufana del «éxito» allí obtenido,
¿Dónde están entonces los deformes de esta terrible guerra: en la masacrada Falluja o entre quienes ordenan en Washington?