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Mientras John McCain se apuntaló casi desde febrero como el candidato presidencial por el Partido Republicano para las elecciones generales del próximo noviembre, y avanza con ímpetu en dar a conocer su imagen «presidenciable», el mes de abril ha comenzado con los demócratas que todavía deshojan la margarita, para ver si los representa la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, o el senador por Illinois, Barack Obama, una desventaja notable en la carrera por la Casa Blanca.
Así ve el indio Paresh Nath las elecciones en EE.UU. Publicada en el National Herald de Nueva Delhi. La ansiedad ante la tensa situación hace mella en los electores del partido del burro, políticos de esa cofradía, y la cúpula del partido, cuando ven enfrentarse entre sí a sus dos aspirantes que, además, intentan rebasar prejuicios ancestrales, nada despreciables, de género y raza. Ninguno parece dispuesto a cederle el paso al otro, como tampoco encontrar una fórmula de compromiso que los coloque en posición de segundón en la boleta electoral.
A marcha forzada se hace la carrera. La ex primera dama, que arremete con fuerza para ganarse la más importante primaria pendiente —Pensilvania, 22 de abril—, se comparó este martes nada menos que con Rocky, el boxeador de ficción, «esperanza blanca» y «antisoviética» en el celuloide hollywoodense, para reafirmar que «no tirará la toalla», pese a que Obama le lleva más de un centenar de delegados, pero sin lograr darle el nocaut que, como se aprecia hasta ahora, solo tendrá su conteo final en un tardío mes de agosto, con apenas dos de resuello para tirar golpes con un John McCain fresquito y entrenado.
Comentando este portazo al llamado de que uno de los dos se retire —y ella es la que va en desventaja, pues según RealClearPolitics hay 1 632 delegados por Obama y 1 500 por Hillary, sin que ninguno llegue a los 2 024 necesarios para alcanzar la nominación—, la agencia noticiosa EFE recordaba que ella no mencionó que «Rocky pierde al final y que (Silvester) Stallone, el actor que le da vida al personaje, ha respaldado la candidatura del senador republicano John McCain».
El augurio es malo, y si Obama, gota a gota, ha ido desgastando una candidatura que pareció inconmovible —porque está asociada al carismático Bill Clinton y parecía respaldarla la maquinaria demócrata—, la pelea intestina erosiona, a su vez, lo que se entendió un camino fácil y sin tropiezos para recuperar la Casa Blanca.
Hoy, el promedio de las encuestas favorece 45,4 a Obama sobre 42,8 a Hillary, una diferencia de 2,6 que tampoco es sustancial o decisiva para quienes analizan los sondeos de opinión. Las apuestas, sin embargo, son más audaces y hay quienes dicen que también constituyen muestras de opinión válidas. Intrade Market Price —en un tratamiento de producto que se compra y se vende— sí da una ventaja de 83,0 a favor del senador por Illinois, frente a 15,3 por la senadora de Nueva York...
Los dineros, a su vez, fluyen en esa proporción, pues los «donantes» llenan ostensiblemente las arcas de Obama (54 millones de dólares en el mes más reciente). Según Karl Rove —ese mismo, el que fue principal consejero de George W. Bush en la Casa Blanca—, ha dicho que la señora tiene 11 millones de dólares en la mano y deudas por 8,7 millones; mientras el señor cuenta con 31 millones y solo 625 000 en débitos. La ventaja de las finanzas también está de parte de Obama.
Pero McCain, que por ahora puede nadar como pez en el agua, rediseña su maquinaria electoral en busca de plata que no le ha sido tan propicia y le es tan necesaria. Resultado: cinco millones de dólares en una semana de recorrido por la costa oeste de EE.UU. Pero su partido Republicano lo quiere más agresivo aún contra un rival incierto, así que el veterano dispuesto a mantener las tropas en Iraq por cien años más, ya está en el ruedo de la campaña presidencial, para dar la batalla y beneficiarse con la trifulca demócrata.
Al final, que ninguno de los demócratas llore... ante una mustia margarita deshojada.