Acuse de recibo
Vuelvo a esta trinchera defensora de los derechos del ciudadano, luego de 45 días de ausencia. No, no he abandonado la columna. Todo ese tiempo estuve de visita en España, invitado por mi hija, mi yerno y mi nieta. Faltó la explicación a mis lectores, sobre todo a los más fieles, que siguen de cerca las tribulaciones de este muro de las lamentaciones, quejas y sugerencias. Y estaban muy preocupados.
Deseo agradecer al joven colega y amigo Raciel Guanche, quien a solicitud mía, se encargó de sustituirme en la sección con grandes esfuerzos, por encima de su labor habitual. Y lo hizo con devoción y elevada responsabilidad. Ya puede estar entrenándose un futuro relevo en el Acuse de Recibo, cuando ya este servidor no esté en condiciones y aptitudes de empeñarse en estas batallas por la justicia y el decoro.
El pasado 27 de diciembre, el propio Raciel reveló aquí la queja desde la ciudad de Holguín de José Millet, quien indicaba los avatares desde que el 2 de ese propio mes entregó su equipo telefónico marca Panasonic en el taller de reparaciones de Etecsa allí, para que le compusieran algunas teclas que no funcionaban bien.
Añadía que el 11 de diciembre le entregaron el equipo, acompañado de un documento con dictamen técnico que suscribía daños en la placa de este. Eso impedía, según la funcionaria que lo atendió y le devolvió el teléfono, poderle reparar la avería.
Y decía que al llegar a su casa la sorpresa fue grande. Cuando le instaló la cablería habitual al teléfono «lo habían dejado inservible y no recibía siquiera las llamadas». Una función esta última que, reconocía, sí la realizaba hasta el instante de desconectarlo para ir al taller.
«Es evidente que los “reparadores” me lo dañaron y, lejos de solucionar el problema, ahora estoy mucho peor», agregaba el cliente.
Al respecto, responde Aymée González Hernández, directora de Protección al Consumidor de Etecsa, que la investigación realizada por la dirección de la empresa en ese territorio constató que Millet se presentó en el taller de marras el 2 de diciembre para solicitar la reparación de un teléfono alámbrico Panasonic KXTS500 LXB, pues las teclas no marcaban. El equipo fue recibido con la orden de trabajo de rigor para su revisión por el personal técnico.
Y el 11 del propio mes fue entregado el terminal, dictaminado como irreparable, acompañado de un documento de conformidad y cierre del proceso, el cual fue firmado por el cliente. En este, se especifica el desperfecto técnico del teléfono y no consta inconformidad del reclamante.
Precisa la funcionaria que esta queja de Millet se había recibido en el territorio por los canales de atención de la empresa. Y fue registrada en el sistema informático para su atención. Esas incidencias se gestionaban al momento de publicarse en esta sección.
El jefe del taller contactó con Millet el 20 de diciembre del pasado año para que se personara con el equipo. Y este acudió el 7 de enero. Durante el intercambio se le explicó todo el proceso y las razones por las cuales se dictaminó de este modo.
Cabe destacar, manifiesta, que no hubo irregularidad en el proceder del taller. No obstante, se aplicó una solución alternativa excepcional para que Millet pudiese satisfacer sus necesidades de comunicación con su hijo enfermo, familiares y amigos. Y él quedó satisfecho con el tratamiento dado.