Acuse de recibo
El pasado 7 de julio, y desde La Habana, José Agustín Rodríguez Cuevas denunció que el Registro Civil de Zulueta, en el municipio villaclareño de Remedios, tenía un error en su base de datos automatizada.
Zuluetense de nacimiento y de corazón, José Agustín contaba que viajó a su pueblo a solicitar en el Registro del Estado Civil una certificación de nacimiento que necesitaba. Y en la que recibió, aparecía correctamente su lugar de nacimiento como Zulueta. Pero en el propio documento, al precisar los datos del Registro Civil que la expide, aparecía tres veces como Zuluetas.
José Agustín refería que a su reclamo, las trabajadoras que le atendieron reconocieron el disparate, y dijeron que la población se queja ante cada trámite, pero ellas no tienen facultad para enmendar el error que aparece en el sistema automatizado.
Ahora responde Ania Aparicio Albelo, directora provincial de Justicia en Villa Clara, que «es realmente penoso que tuviera que llegar a ese escenario esta situación para que finalmente se resolviera».
Precisa que «la registradora de ese poblado confirma que en varias ocasiones se dirigió al Departamento Provincial del Registro del Estado Civil de la Dirección Provincial de Justicia (colectivo que fluctuaba constantemente), planteando las inconformidades de la población en relación con el nombre del Registro Civil, que se encontraba mal escrito, y así salía en las certificaciones.
«Y siempre le afirmaban, añade, que era un problema del Sistema, información que nunca llegó al jefe de Informática ni a la directora. Como se evidencia, hubo una ruptura del canal de comunicación. Ni se ejerció adecuado control por nosotros a esa área de trabajo. Y realmente es la primera vez que en la Dirección conocemos de este asunto.
«Por suerte para ese señor, y todos los demás que se hubiesen visto afectados, ya la Dirección de Informática del Ministerio solucionó en el Sistema ese particular.
«Indudablemente, las deficiencias en su desempeño por personas que ya no laboran en la institución, laceraron nuestra gestión. Rogamos nos disculpen por las molestias provocadas a la población», concluye la Directora provincial de Justicia.
Tiene razón Ania: es penoso que tuviera que registrarse aquí el disparate para que se resolviera. Y preocupante que a tantas instancias de una institución como el Registro Civil nadie haya detectado y enmendado el error. Zulueta es una sola.
Evelio Sirgado Cardoso (7ma. No. 28436, apto. 6, Santa Fe, Playa, La Habana) tiene 79 años, y es un paciente oncológico, además infartado con una angina de 2do. grado, a quien se le reprodujo el tumor que ya se había tratado con radio y quimioterapia en el pulmón derecho. Y además presenta enfisema pulmonar en ambos pulmones.
Por ello, sufre una disnea permanente, que se alivia con el oxígeno constante y aerosoles. La oncóloga le prescribió el balón correspondiente, mediante un contrato que se renueva en la farmacia del municipio, pero que es servido por la planta de Guanabacoa, adscrita al Ministerio de Industrias.
Cuando me escribió, hacía 15 días que ese servicio no se le estaba prestando. Él llamaba todos los días a la farmacia y a la planta. Y en esta última referían que no tenían combustible.
«Ya en repetidas ocasiones, refiere, la planta no me ha servido el oxígeno alegando que no tiene transporte. Y la oncóloga me suspendió la quimio, pues en el estado en que estoy, sin el oxígeno no puede poner los sueros, pues la reacción es sumamente fuerte», refiere.
Este redactor no duda de que haya serios problemas de combustible. Pero ello no puede ser una justificación para desconocer a una persona en ese estado de salud. Cuando no hay, entonces hay que «guapear» una solución, incluso a niveles superiores. Pero no cruzarse de brazos.
El 12 de agosto pasado en la madrugada, el doctor Gerardo G. Pardo Rodríguez (Belascoaín 807, entre Sitios y Peñalver, Centro Habana, La Habana) llevaba a su esposa con un fuerte dolor abdominal hacia el policlínico Reina.
Y en el auto de la Policía 180 que pasó, los dos agentes los vieron, dieron marcha atrás y los ayudaron a llegar al policlínico espontáneamente, sin que él les hubiese hecho señas.
«Por el apremio de las circunstancias, afirma, no tomé sus nombres. Llegue a ellos nuestro agradecimiento por sus muestras de solidaridad humana», concluye el doctor Gerardo.
De esos aparentemente pequeños gestos de auxilio, está tejida el alma del cubano todos los días. Felicidades.