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Lo que fue un cristalino río

Ricardo Castellanos León lanza un SOS, para salvar el río Ochoa, en la ciudad de Santa Clara, de manera que los hijos de esta urbe puedan sumergirse y disfrutarlo, tal como lo hizo él en su niñez.

Ricardo, quien reside en Carretera Central Km 309, La Movida, en esa ciudad, refiere que después del paso del huracán Irma por aquellos lares se volvió crítica la ya compleja contaminación de ese río: a los comunes vertimientos de alcantarillas y cochiqueras se sumó la de un gran volumen de aguas negras que tributan al Ochoa por un pequeño afluente que viene del reparto Brisas del Capiro.

Dicho afluente, señala, fluye cerca de la Escuela de los Camilitos y de la EIDE, de donde recoge los desechos que deberían ir a las lagunas de oxidación. Estas fueron reparadas, para lo cual se desvió su vertimiento al río. Pero una vez concluidas, no se restableció dicho vertimiento. Y todos los desechos van a parar al río.

«No es solamente lo turbio del agua, afirma. Su fauna y flora se ven afectadas; ya no crecen las acostumbradas plantas acuáticas, ni tan siquiera el lino, vital para la alimentación de muchas especies, a causa de la gran concentración de sedimentos en sus aguas».

Precisa Ricardo que se acerca el verano y son muchas las personas que buscan aliviar el calor, pues el Ochoa siempre ha sido destino vacacional, en especial un sitio llamado La Cascada, donde mucha gente se baña en las turbias aguas sin sospechar la realidad, al igual que los bañistas en el centro recreativo Arco Iris.

«Creo que ya es momento de que las autoridades pertinentes respondan por esto, y se tomen medidas para evitar que se repita la triste historia de todos los ríos  de Santa Clara. Basta con una fugaz visita al lugar para ver en lo que se ha convertido lo que un día fue un saludable y cristalino río», concluye Ricardo.

Que se contagien los choferes…

En un país con tantos problemas de transporte, donde muchos pasajeros aguardan impacientes a la vera del camino, cualquier gesto solidario al frente de un timón se agradece sobremanera, y casi que es noticia, como lo que cuenta Lázaro Rivero Varona, desde Los Cayos, en Veguita, provincia de Granma.

Refiere el remitente que el pasado 27 de abril estaban él, su esposa y su hija impacientes en la terminal de Yara. De improviso, se detuvo allí una guagua de Ómnibus Escolares, que iba fletada por vacacionistas, y recogió a todas las mujeres con niños.

Cuenta Lázaro que él no hizo por montar, y de todas formas lo iba a agradecer por recoger a su esposa e hija. Pero antes de reanudar la marcha, lo llamaron para que también montara en el ómnibus, cuya numeración es 04859, y pertenece a la Base de Bayamo.

«Permítame agradecer mediante estas líneas a alguien que hoy hizo lo que pocas personas hacen. En estos tiempos en que la vida se torna difícil, muchos choferes debían contagiarse con ese ser, que es de los que ya abundan pocos», concluye Lázaro.

La palabra gracias no alcanza

Yudelkis Isaac Rodríguez (Finca La Pelusa, Carretera de Guatao, Punta Brava, La Lisa, La Habana) comienza su carta afirmando que la palabra gracias no alcanza si de amor se trata, al contar que el pasado 22 de febrero su hijo fue intervenido quirúrgicamente en el hospital pediátrico William Soler, de la capital.

«Debo decir que la atención médica fue excelente en la especialidad de Urología; el amor y la dedicación de los doctores Igor, Rosa y María del Carmen, así como del personal de la Sala 3-B de Nefrología.

«Quiero reiterar el agradecimiento enorme de parte de mi familia. En deuda siempre estaremos con aquellos que sí saben dar salud y amor», concluye expresando Yudelkis.

Y Rómulo Morales Acuña (Edificio D 53, apto. 1, zona 8, Alamar, La Habana) quiere destacar que en la consulta de Estomatología del policlínico 13 de Marzo, de esa localidad, hay una estudiante de cuarto año de la carrera que ya es una verdadera joya profesional y humana.

En las consultas a las que ha acudido, a pesar de las limitaciones en recursos y lo deprimido que está el servicio estomatológico, Ana Daniela, que es como se llama la estudiante, le atiende siempre con mucha profesionalidad; con amor, respeto y humanismo.

«Ella será una profesional consecuente con la política de formación revolucionaria a la que aspiramos en la Salud. Gracias a ella y a su familia, que indiscutiblemente la ha formado como un ser humano sensible», resalta Rómulo.

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