Acuse de recibo
Desde Cumanayagua, provincia de Cienfuegos, Luis Orlando Herrera Jáuregui manifestó aquí el pasado 6 de noviembre su inconformidad porque no podía obtener una cuenta de correo nauta, ya que existía una creada con su número de carné de identidad desde 2014, a favor de otra persona, realizada con su consentimiento.
Era que él, tiempo atrás, admitió que una compañera de trabajo empleara su carné para instalarse el correo, pues en el momento del trámite había olvidado el de ella. Y Luis Orlando, que ni siquiera tenía teléfono entonces, no imaginaba la complicación que sobrevendría.
Cuando escribió a esta columna, la beneficiada que utilizó su carné no estaba en Cuba. Y él, que es el único e intransferible titular de esa identidad, deseaba abrirse un correo. Y preguntaba cómo era posible que no pudiera hacerlo, al tiempo que solicitaba una explicación institucional.
El pasado 8 de febrero recibí respuesta de Aymé González Hernández, directora de Protección al Consumidor de Etecsa, quien explica que el correo con dominio nauta se asocia a una cuenta permanente de navegación internacional. Los usuarios de cuentas permanentes pueden acceder a su buzón de correo con dominio @nauta a través de los teléfonos móviles.
Refiere que en entrevista con Luis Orlando, él les hizo saber que durante su visita a la unidad comercial en 2016, no le fue aportada toda la información para dar solución a su problemática, y decidió escribir a la prensa dos años después, sin haber escalado los niveles de atención definidos en la empresa ante inconformidades, lo cual hubiese evitado la demora en la solución a su solicitud.
No fue hasta el 21 de enero de 2019, afirma, cuando acudió nuevamente a la unidad comercial, y entonces se procedió según lo establecido para este tipo de situaciones. Obtuvo su cuenta de navegación, así como su correo, toda vez que fue cancelada la anterior.
Manifiesta Aymé que se hizo el análisis administrativo correspondiente con la ejecutiva que en 2016 atendió al cliente, quien agradeció esta vez la atención a su reclamo.
Aprovecha la funcionaria para recordar que de acuerdo con las «condiciones generales para el servicio de acceso a internet a personas naturales por medio de cuentas permanentes», se pactan las obligaciones de cada una de las partes, responsables por demás de los incumplimientos que se deriven durante el uso o prestación del servicio.
Y al cliente le corresponde responder de forma absoluta por la confidencialidad de códigos personales y contraseñas asociadas, partiendo de que la cuenta es personal e intransferible. No deberá ceder, revender o negociar de cualquier forma el servicio, ni usarlo para acciones que puedan considerarse por Etecsa o por las autoridades administrativas y judiciales competentes como dañinas o perjudiciales por la seguridad pública, la integridad, la economía, la independencia y la soberanía nacional. Es decir, actuar con total respeto a la legislación vigente.
«No obstante a que el servicio se concibió desde un inicio para la obtención de solo una cuenta de navegación permanente, con un correo asociado por cada usuario, la empresa actualmente evalúa la factibilidad de variar esta condición», concluye Aymé.
«No se atenderá público hasta nuevo aviso por falta de impresora», reza un cartel en la puerta del Registro de la Propiedad en la ciudad de Las Tunas, según reporta Edilberto Guevara Salomé, vecino del barrio El Cornito.
Y él contrasta esta, la que califica de «irrespetuosa decisión», con el llamado reciente del Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de elevar la calidad de la atención al público y aligerar los servicios registrales y otros trámites.
«Y cuando no existían las impresoras ¿cómo trabajaban los registros?, cuestiona; en los años 70 el mismísimo Comandante en Jefe dio inicio a una guerra en contra del burocratismo. Hoy se puede multiplicar por 500 el existente en aquel entonces.
«Hace 40 años usted iba a un registro o a una notaría y se iba para su casa con el documento que necesitara. Hoy pasan meses, y los documentos se los dan muchas veces con errores. ¿Habrá que renunciar a las computadoras e impresoras en esos lugares?», ironiza finalmente Edilberto.