Acuse de recibo
Grisel Hernández García (calle 250, Bloque 2, No. 31406, apartamento 3, entre 31 y 37, San Agustín, La Habana) cuenta que su abuelo Juan Francisco García Ramos era propietario de la finca Matamoros, por la Ley de Reforma Agraria. Y en febrero de 1968 la arrendó al Estado, a favor de la Empresa Pecuaria Genética Niña Bonita, en las oficinas del Plan Especial de Recría Maurín. A cambio, se le asignó una renta vitalicia de 120 pesos y una vivienda en la comunidad de Machurrucutu, en el municipio de Bauta.
En la finca, además de la casa de Juan Francisco, estaba en fase de terminación la de su hija, Teresa García Álvarez, madre de Grisel. Y en el proceso de arriendo, se acordó por parte de un funcionario de dicho plan, entregar un inmueble por cada una de las viviendas existentes en las tierras del beneficiario.
Aunque en el Expediente 25 correspondiente al abuelo no aparece tal acuerdo, sí consta que el propietario expresó y firmó que solo se había cumplido parte de aquel, pues no se había construido la vivienda para su hija, queja que no fue respondida en su momento.
Juan Francisco murió en enero de 1982, y Teresa continuó reclamando a Niña Bonita. Para ello mostró fotos de la casa de marras y un documento con la firma de testigos. Al fin, el 15 de julio de 1994 se emite el Dictamen 3/94 por la asesora jurídica de Niña Bonita, María N. Negrín, el cual demuestra la veracidad de lo reclamado y se eleva tal petición a la Dirección Jurídica de la Delegación de la Agricultura en la entonces provincia de La Habana, con las nuevas pruebas aportadas.
El 21 de marzo de 1995, María N. Negrín responde a Teresa. Le reconoce el derecho y le informa de las conclusiones adoptadas luego de la investigación: Que Niña Bonita microlocalice un terreno idóneo para la construcción de la casa y lo asigne a Teresa, quien recibiría apoyo de la Empresa y de la Delegación de la Agricultura de La Habana, para que por sus propios medios realizara la construcción de su vivienda.
El texto apuntaba que «aunque documentalmente no se ha podido comprobar que existiera compromiso estatal de entrega de vivienda, sí se evidencia de las investigaciones realizadas y las pruebas aportadas por la interesada».
En carta del director de Niña Bonita, al delegado de la Agricultura en La Habana, el 5 de septiembre de 1997, se reconoce el derecho de Teresa, refrendado por la Dirección jurídica de la Delegación de la Agricultura en La Habana. Dicha misiva informa del cumplimiento de la indicación emitida por la Delegación Provincial de incluir la vivienda en el Plan de Bajo Costo de 1998, objetivo que no se cumplió a pesar de tener presupuesto y recursos para ello.
Luego asume el reclamo la propia Grisel, para lograr el inicio de la obra aprobada. Y en carta de 7 de junio de 2001 del jefe del Departamento de Inversiones y Vivienda de la Delegación Provincial de la Agricultura al director de Niña Bonita, se recuerda el compromiso de dicha empresa de construirle la vivienda a la solicitante. Se afirma que la casa es prioridad uno de la Empresa, para lo cual es necesario presentar listado de materiales y disponer la fecha de inicio y terminación de la obra.
Al fin la casa se inicia en 2003, y por el paso de un ciclón, dejadez de Niña Bonita y traspaso de esa entidad a otra Unidad, se detiene la obra en 2004, al estar al nivel del cerramento. Y con el abandono, se perdieron los recursos por el hurto de personas ajenas.
Teresa reinició las gestiones. El 11 de enero de 2006, la jefa del departamento de Inversiones y Vivienda de la Agricultura provincial, le informó en carta al director provincial de Acopio de la inclusión dentro del plan de viviendas del citado inmueble, como prioridad uno. Tampoco se cumplió.
Por ingentes esfuerzos de Grisel, en el 2013 se logró que el Ministerio de la Agricultura solicitara al Gobierno provincial de la nueva Artemisa que le diera atención al caso. Y dicho territorio aprobó la ejecución para el plan de viviendas del 2015. Pero la obra se encontraba paralizada cuando Grisel me escribió.
Grisel concluye diciendo que sirva esta reseña como constancia de la incompetencia, falta de seriedad e irresponsabilidad en este «amañado proceso en donde debe cumplirse el derecho que le asiste de una humilde señora, estando más de 40 años sin poder disfrutar del bien que le corresponde».