Acuse de recibo
Jorge Luis Pérez Álvarez (Pío Rosado 29-A, entre William Soler y Francisco Vicente Aguilera, Bayamo) es un paciente VIH positivo que, por esa enfermedad, sufre polineuropatía mixta sensitiva motora medicamentosa. Ello le provoca fuertes dolores en todas las articulaciones y afectaciones en los huesos. Experimenta calambres, ardor intenso con sensación quemante y dolores musculares severos.
En una ocasión, Jorge Luis estuvo ingresado en el Hospital Clínico Quirúrgico Juan Bruno Zayas, de Santiago de Cuba. Allí le aplicaron 20 sesiones de ozonoterapia, la cual aminoró sobremanera los dolores y efectos negativos de la neuropatía. Posteriormente, desde Santiago lo remitieron hacia la Clínica de Medicina Natural y Tradicional (MNT) de Bayamo, para disminuir sus gastos por la larga estancia hospitalaria. Ya en la clínica bayamesa le aplicaron también las 20 sesiones de ozonoterapia en dos ocasiones.
Pero hace unos días, Jorge Luis fue remitido por el médico de la familia para recibir de nuevo las sesiones de ozonoterapia en la Clínica de MNT. Allí le dijeron que no podían aplicarle el tratamiento, por ser él un paciente VIH positivo. El argumento esgrimido fue que contaminaría el equipo, que cuesta 1 500 dólares. «En realidad —señala—, lo único que se pudiera contaminar es la sonda rectal que utilizan para suministrar el ozono, no el equipo. Y esas sondas son desechables, en el caso de pacientes con VIH».
Jorge Luis no comprende entonces cómo antes se le aplicó ese tratamiento en la misma Clínica de MNT, y ahora le niegan el servicio que tanto necesita para aliviar sus dolores. «Me vería en la obligación de ingresar en el Juan Bruno Zayas; allí me han dicho que no tienen objeción alguna para aplicarme la ozonoterapia. Pero ello implicaría los consiguientes gastos hospitalarios por 30 días, sin necesidad alguna, pues en mi ciudad existen el equipo y las condiciones necesarias», refiere.
El paciente quiere corroborar si a nivel nacional está indicado que las personas VIH positivas no pueden recibir un tratamiento de ozonoterapia, o simplemente se trata de una decisión de la Clínica de MNT de Bayamo.
Jorge Luis señala que esta queja ya la formuló en la Dirección Provincial de Salud Pública de Granma, pero todavía no le han dado respuesta, ni ha podido recibir la ozonoterapia que necesita para su recuperación.
Isael Borges Rivero, vecino de Felino Álvarez 1, entre Morúa y Gonzalo de Quesada, en la localidad matancera de Los Arabos, cuenta que el 17 de abril pasado, después de regresar de un turno médico donde le diagnosticaron una trombosis venosa profunda en el Instituto Nacional de Angiología, arribó junto a su madre a la terminal La Coubre de Lista de Espera de La Habana, para trasladarse a Los Arabos o al pueblo más cercano posible.
En las condiciones en que se encontraba, Isael habló con las personas que estaban en la cola para que le dejaran pasar, y estas solidariamente le cedieron el turno. Así pudo ser atendido amablemente por la taquillera.
Luego, el paciente le rogó al jefe de turno, que dado su estado de salud, le autorizara a sentarse en uno de los tantos asientos vacíos situados dentro de un pequeño salón de la instalación. «Y la respuesta —afirma— fue rotunda: “¡Aquí no puedes estar!”».
Isael se sentó en el piso, pues todas las butacas del salón principal estaban ocupadas. El dolor arreciaba y se le entumecían las piernas… Su mamá habló con el jefe de turno, quien se mantuvo en su negativa. Y ella comenzó a llorar…
Siempre aparece una buena persona. Un trabajador de la terminal se conmovió y le autorizó, bajo su responsabilidad, a acceder a uno de los asientos. Agradecióle, y allí permaneció antes de abordar el ómnibus.
«Casos como este —sentencia Isael— no deben ocurrir jamás en una nación donde te enseñan desde pequeño los más elementales valores que enaltecen al ser humano».