Chávez disfrutó y fue protagonista en el terreno de juego de aquellos partidos amistosos. Autor: Archivo de JR Publicado: 16/11/2024 | 08:44 pm
Un periodista estadounidense me confesó sentirse asombrado de cómo Fidel acudía a presenciar juegos de pelota en nuestras series nacionales e, incluso, en algunas inauguraciones del campeonato bateaba o lanzaba la primera bola, me pregunto qué habría sentido entonces en una noche como aquella del 18 de noviembre de 1999, hace 25 años, cuando dos presidentes: nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en calidad de mánager, y Hugo Rafael Chávez Frías, como lanzador e inicialista, protagonizaron un partido inusual en el estadio Latinoamericano.
Chávez había presidido la delegación de su país a la 9na. Cumbre Iberoamericana celebrada en La Habana y realizó una visita de Estado de dos días a Cuba, la cual aprovechó para desarrollar un partido fraternal de béisbol.
El querido mandatario de la tierra de Simón Bolívar se ganó la primera ovación de la noche cuando a las 7:45 salió al terreno y le dio una vuelta completa. Unos minutos más tarde, cerca de 50 000 personas aplaudieron largamente a Fidel, cuando este hizo su entrada con una gorra de pelotero.
Los visitantes traían en sus filas a veteranos como Tony Armas, Jesús Cartagena y Víctor Davalillo. Por Cuba estuvieron, entre otros, Antonio Muñoz, Pedro José Rodríguez, Víctor Mesa, Lázaro Pérez, Rolando Macías y Rey Vicente Anglada.
El conjunto anfitrión abrió con el veteranísimo —ya fallecido— Alfredo Street, quien soportó tempranamente un par de anotaciones por tres inatrapables combinados con un error de Cheíto Rodríguez y un rolling de Tony Armas.
Cuba se fue delante en el final de ese mismo inning cuando Hugo Chávez, que trabajó durante cuatro entradas, transfirió a Rey Vicente Anglada y Rodolfo Puente, mientras Agustín Marquetti y Lourdes Gourriel conectaron de jits.
A mitad del desafío Fidel le hizo una broma a su par venezolano, al enviar al diamante a figuras que intervinieron en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá, en ese propio año.
Con sus atuendos deportivos, luciendo improvisadas barbas y bigotes, salieron al terreno Juan Padilla, Juan Manrique, Pedro Luis Lazo, José Ariel Contreras, pero cuando entró en circulación Orestes Kindelán, una figura muy conocida por Hugo Chávez, el estadista venezolano descubrió la broma.
Concluido el juego se le confirió a Hugo Chávez la Orden al Mérito Deportivo, la máxima en esta esfera que confiere el Consejo de Estado de la República de Cuba, y no se trataba de una orden protocolar, pues el Presidente bolivariano jugaba bien el béisbol.
Más allá de la victoria de los cubanos con marcador de cinco a cuatro, el acontecimiento entró en la historia como una página inédita: el enfrentamiento de dos líderes de pueblos hermanos, representantes de la tierra de Simón Bolívar y José Martí. Así, pues, ganaron los dos equipos.
Al evocar el acontecimiento en su libro Cuentos del arañero, Chávez relató: «Esa noche veníamos juntos en el carro, Fidel y yo, ya vestidos con el uniforme de béisbol. Nos paramos en la puerta, íbamos a entrar al estadio cuando Fidel me dijo: “Hasta aquí llega mi caballerosidad, de aquí en adelante defiéndete como puedas”. Él me había dicho: “Mira, Chávez, te recomiendo que hagan carreras en los primeros inning”. Eso yo lo analizaba y le daba la vuelta: ¿Qué me querrá decir este con eso? ¡Claro! Tenía la emboscada preparada en el cuarto inning».
Fue bola
Unos minutos antes de abordar el avión de la Fuerza Aérea Venezolana que lo llevaría de regreso a su país, el 19 de noviembre de 1999, alguien le preguntó a Hugo Chávez si repetiría su visita, a lo que el mandatario de la hermana nación respondió: «Seguro. Seguro. Dios mediante estaremos pronto aquí, pero donde quiera que estemos, estaremos siempre pendiente de cada latido de Cuba, del corazón de Cuba. Les estaremos dando la revancha el año que viene».
Esta se dio, el 28 de octubre de 2000, día en que se cumplieron 41 años de la desaparición física del inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán. Como describió la entonces Agencia de Información Nacional (AIN) —actual Agencia Cubana de Noticias (ACN)—, todo un acontecimiento resultó el cierre del partido amistoso de béisbol entre Cuba y Venezuela, celebrado en Barquisimeto, donde el Comandante en Jefe Fidel Castro se enfrentó al presidente Hugo Chávez.
El juego terminó con éxito para los visitantes, 18 carreras a seis, con cuadrangulares a la cuenta de Víctor Mesa, Juan Carlos Millán y Rolando Verde.
Previo al encuentro, presenciado por más de 30 000 concurrentes, Chávez impuso a su homólogo Fidel Castro, director de la selección cubana, la Orden al Mérito Deportivo, de primera clase, por su sobresaliente aporte al desarrollo del deporte en la Isla y el orbe.
La confrontación se fue de un solo lado desde el mismo capítulo inicial, cuando los cubanos le anotaron cuatro carreras al abridor Luis Peñalver, de 59 años, quien se desempeñó en sus últimos años en Grandes Ligas.
Chávez disfrutó y fue protagonista en el terreno de juego de aquellos partidos amistosos. Foto: Getty Images
Tras finalizar el choque realizado en el estadio Antonio Herrera Gutiérrez, Chávez tomó la bola para lanzarles a los integrantes de la delegación cubana. Luego de permitir doble y sacar un out, se enfrascó en un duelo con el presidente de la mayor isla caribeña, que llegó al conteo de tres bolas y dos strikes.
Un lanzamiento dudoso que el árbitro principal cantó strike motivó el desacuerdo de Fidel, quien reclamó que era la cuarta bola y lejos de irse para el banco marchó hacia primera, con lo cual dio un tono picaresco al espectáculo.
Transcurridos casi siete años, en mayo de 2007, al concluir el desafío entre Cuba y Venezuela que cerraba el programa beisbolero de los 2dos. Juegos del ALBA, Chávez en tono de broma recordó: «¿Se acuerdan del ponche aquel que le di a Fidel en Barquisimeto? Pues en realidad el lanzamiento fue bola, porque Fidel no se poncha nunca».
Al escuchar estas palabras de Chávez miré hacia mi archivo y luego de observar la abundante información que atesoraba sobre la relación de Fidel con el béisbol me surgió la idea de escribir un libro sobre el tema. Así que me tomé una licencia periodística y decidí comenzar a redactar el texto Fidel nunca se poncha, que felizmente pude presentar en La Habana, el 12 de agosto de 2016, un día antes de que el líder de la Revolución Cubana cumpliera sus 90 años.
Soñé con hacerle llegar por alguna vía la obra a Chávez para que él redactara el prólogo, pero lamentablemente la muerte nos lo llevó físicamente en plenitud de facultades, convertido en un líder internacional. Se nos marchó prematuramente, sin conocer el proyecto que, tratándose de Fidel, hermano de lucha e ideas, seguramente le hubiera entusiasmado.