El destacado periodista español es un admirador confeso de José Raúl Capablanca. Autor: Chessbase Publicado: 07/05/2022 | 10:59 pm
Se rasca la brillante calva unos cinco segundos y rompe el silencio con una respuesta del tipo «creo que no me habían preguntado eso nunca. ¿La experiencia más aterradora de mi vida?», dice en tono humorístico, quizá para ganar tiempo, y continúa por el camino donde se siente más cómodo. Lo más reconfortante me ocurre con frecuencia, explica, mediante testimonios que van desde «en mi familia jugamos todos al ajedrez gracias a usted» hasta «mi hijo, que tenía problemas con las drogas, dejó de tenerlos por usted».
Confiesa que procura quitarse rápidamente de su cabeza lo negativo y me recuerda «bueno, tú has empleado la palabra aterradora». Sentado a su gusto en un sofá, con las piernas cruzadas, hurga en su pasado, en mutis total, hasta que, mirando un cielo inmejorable, encuentra o parece encontrar, pues la urgencia por responder casi lo tiene en jaque, esa anécdota que un momento dado le pudo despertar el horror.
A mediados de 1990 propuso y le aceptaron ir con un pequeño equipo de rodaje a Filipinas, donde se jugaba el Torneo Interzonal, con una gran parte de los mejores ajedrecistas del mundo. En Manila, la capital, grabaron tantas entrevistas que les permitieron tener un montón de programas cubiertos. También el plan incluía ir a la isla de Baguio para rememorar el famoso enfrentamiento entre Anatoli Kárpov y Víktor Korchnói, de 1978, el «duelo más escandaloso de la historia».
Durante su estancia ocurrió un terremoto tremendo en Manila y él y su equipo lo pasaron en «un hotel muy bueno y gracias a eso nos salvamos la vida, pues hubo muchísimos muertos». El día anterior cancelaron el viaje a Baguio, por tener demasiado trabajo en la capital. Ya en un aeropuerto, de regreso a España, vio las noticias y se enteró que el epicentro fue en la isla. Observó imágenes del hotel Hyatt Terraces completamente destruido. Allí, donde hubo 80 fallecidos, habían reservado Leontxo García y su equipo de dos personas.
Gracias a la cancelación del viaje a su «destino frustrado», hoy está vivo este español de 66 almanaques y, 32 años después de la tragedia, puedo conversar con él, cara a cara, y lo aprovecho como ese tren que pasa por la vida solo una vez. Periodista deportivo, conferenciante, escritor, comentarista y probablemente el mejor cronista de ajedrez que tiene el castellano.
En el patio del Hotel Nacional, donde sus palabras acarician la brisa de un malecón que está a unos 200 metros, revela con admirable parsimonia cómo llegó a tener una orden de búsqueda y captura en la Unión Soviética, al punto de ser puesto en el aeropuerto y luego expulsado, porque a las autoridades no les gustó lo que escribió como parte de una cobertura a un torneo de Kárpov, que utilizó como preparación para su segundo duelo con Gari Kaspárov. Esa historia es el preludio de su entrada en el periódico español El País, en el que labora desde 1985.
Rotundamente afirma, porque lo ha estudiado a fondo, que los enfrentamientos entre Kaspárov y Kárpov son la mayor rivalidad en la historia de todos los deportes individuales y no hay nada equiparable a ello. Si contamos solamente sus cinco duelos por el Campeonato del Mundo, insiste, jugaron 144 partidas y después de un número tan alto, el balance favorece a Kaspárov por solo dos puntos. Eso implica, continúa, unas 500 horas frente a frente en un escenario y miles de horas más pensando el uno en el otro, entre juego y juego, de manera obsesiva.
Como de genios hablamos y estamos en La Habana, Leontxo aclara, entre risas, que no es el momento ni el lugar para dar una conferencia sobre Capablanca, seguramente el ajedrecista que más le fascinó cuando comenzó a jugar.
«Para definirlo haré algo que creo que va a encajar. El día que murió Bobby Fischer, estoy con Carlsen —Magnus— en los Países Bajos. Le pregunto qué piensa de Fischer, el noruego tenía 17 años. Me dijo: “Yo de Bobby admiro, sobre todo, su capacidad para que parezca fácil lo que en realidad es dificilísimo. Eso es una definición de la genialidad, hecha por un genio sobre otro. Entonces eso es perfectamente aplicable a lo que yo sentía cuando veía las partidas de José Raúl.
«Son partidas tan limpias, en el sentido de que no son como las de Alekhine, por ejemplo, que notas una mente atormentada. Cuando miras las combinaciones de Capablanca lo que te transmiten es que capta la esencia de la posición, el jugo, y con ese jugo crea arte», describe y añade que, al hablar de talento natural, en el primero que piensa es en el antillano campeón mundial en 1921.
Leontxo, durante su visita a La Habana hace unos días. Foto: JIT.
Más de una vez y en escenarios distintos, este fiel empedernido del juego ciencia ha dicho que el mundo necesita del ajedrez más que nunca. Se lo digo y él continúa los tres puntos virtuales argumentando que en el orbe hay cada día más personas que piensan menos, por una serie de motivos acumulados, como el mal uso de las redes sociales, la pésima calidad de algunos programas de televisión, las prisas con que se vive en los países más desarrollados…
Entonces —lanza al aire una pregunta, adornada de convencimiento— qué mejor momento que este para promover un juego que enseña a pensar, pues suficientes estudios científicos aseguran que el ajedrez desarrolla la inteligencia en múltiples parámetros y que en los niños con quienes se emplea como una herramienta educativa obtienen mejores resultados académicos, incluso, también, en inteligencia emocional.
Si bien Leontxo es consejero de la FIDE para ajedrez educativo, antes de aceptar ese cargo en varias ocasiones tuvo mano dura con dicha organización mundial, entre otras cuestiones, por corrupción, al extremo de llamarla putrefacta. Toca preguntarse pues, ¿cómo entender eso?
«Muy buena interrogante. Eso me costó, como puedes imaginar, muchas dudas y darle vueltas en la cabeza durante algunas semanas. Sucede que entrevisto al ruso Arkady Dvorkovich, días antes de ser electo presidente de la FIDE, y el hombre me cae muy bien, más allá de cuestiones profesionales. Supongo, por lo que ocurrió después, que esa química positiva es mutua. Cuando es elegido me propone ser consejero de su organismo para ajedrez educativo, yo llevaba mucho tiempo dedicado al ajedrez como herramienta pedagógica.
«Yo necesitaba saber dónde me estaba metiendo y con quién, pues había atacado duramente a algunos de sus predecesores. Investigué con personas de mi absoluta confianza en Moscú y me dijeron que podía fiarme de él. Eso y otras razones me hicieron aceptar», explica García, quien viajó a Cuba para impartir tres conferencias como parte del pasado Memorial Internacional Capablanca.
Este respetable profesional, natural de Irún, País Vasco, es un buen ejemplo de que el periodismo se hace con rigor, sempiterna pasión y dicta poner los puntos sobre las íes.
«Para mí es importantísimo dormir bien, si no duermes bien serás una persona infeliz, seguramente. Para eso hay que tener la conciencia tranquila, aunque hay personas que eso les importa un pimiento y son capaces de dormir bien después de ir haciendo maldades por la vida. Yo no podría.
«Debo hacer lo que mi conciencia me dicta y si las circunstancias, por razones de fuerza mayor, impiden que yo haga lo que mi conciencia me dice, por lo menos procuro encontrar una solución de compromiso para estar tranquilo. Eso te ayuda a mantener una trayectoria larga y recta para que los demás te respeten. Y si te equivocas, pedir perdón inmediatamente, la gente lo agradece».