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Igual y diferente

La esencia de la ventaja de los Leñadores no está en las estadísticas visibles. Llevan años entrenándose con nuevos métodos, aprendiendo a jugar para ganar, con la visión de que nadie es más importante que el equipo, y ya es hora de la recompensa.

Autor:

Norland Rosendo

SANTA CLARA.— La final de la temporada 58 empezó como la del año pasado, hasta el protagonista de las primeras escenas es el mismo, y la esperanza de los Leopardos de Eduardo Paret es que se repita la película completa.

Para que Villa Clara gane cuatro de cinco juegos igual que Granma en la serie anterior, tendrán que conjugarse muchas cosas, pues esta versión de los Leñadores no solo es más madura, sino está en estado de gracia competitiva. Todo les sale bien y casi todo lo hacen bien.

Durante los partidos de sábado y domingo se vio un equipo muy superior al otro; el arma de los tuneros, su ofensiva, le funcionó en todas sus variantes, mientras el pitcheo de sus rivales no fue tan hermético como se presagiaba.

Sin embargo, la esencia de la ventaja de los Leñadores no está en las estadísticas visibles. Llevan años entrenándose con nuevos métodos, aprendiendo a jugar para ganar, con la visión de que nadie es más importante que el equipo, y ya es hora de la recompensa. El primer título en series nacionales está a la distancia de dos éxitos.

En la banca donde manda Pablo Civil tres carreras debajo en la pizarra no alteraron el comportamiento de los atletas, ni del conjunto el domingo, y esa paciencia, esa seguridad en sí mismos, no se vio en el bando contrario.

En su desespero por no irse para Santa Clara con dos derrotas, Paret sentó en medio del juego dominical a su cátcher titular, el único muro que le servía de contención a las veloces piernas de los tuneros. Ido Yulexis La Rosa, se incrementó el «corre corre» que le abrió las puertas de home a más de un hombre.

Los Leopardos movieron un poco su alineación, pero no les fue suficiente. Les falta un ángel, un espíritu, alguien que los hale, como hace Danel Castro con sus más de cuarenta años dándole palos a todo el que se enfrente en los momentos en que solo los grandes no tienen nervios. Quizá sea hora de Alfredo Despaigne.

La penúltima bala que se juega Paret es Freddy Asiel Álvarez, quien además de enfocarse totalmente en el partido, deberá mezclar muy bien sus pitcheos en rompimiento para minimizar la potencia de un ataque que tiene su flanco más débil en el contacto con los lanzamientos de ese tipo.

Pero lo que se le avecina al Villa Clara es una prueba de Hércules, primero Yoanni Yera y después probablemente Leandro Martínez, dos zurdos, y ya eso resulta suficiente para que se mantengan prendidas las alarmas en el alto mando de los anaranjados.

Las Tunas parece una máquina de fabricar carreras, sus atletas suelen fallar oficialmente un turno al bate ejecutando una acción positiva. Han jugado con los mismos argumentos que alguna vez tuvieron sus actuales víctimas: utilizan el juego chiquito o el grande, según demande el contexto. Si hay que adelantar un corredor tienen más de una variante táctica para lograrlo, y si el asunto es de remolcar hombres, igual.

Ahora mismo no parece que haya forma de arrebatarles el campeonato. Fueron los mejores durante la temporada y no han sido menos en los play off.

Al zurdo Jorge Yhonson no se le puede lanzar, acumula 6 hits en 10 veces al bate en la postemporada, con un doblete y hasta un jonrón, inusual en él, y se ha jactado como segundo bate de empujar seis compañeros; Jorge Enrique Alomá es otro que le pega con contundencia a la pelota, tiene de 7-5 con 5 fletadas para el plato.

Paret tendrá que seguir haciendo modificaciones en su alineación, a lo mejor es hora de Leandro Turiño, aunque la idea de convertir a Santa Clara en un manicomio con Despaigne vestido de anaranjado no parece desacertada. Despaigne es un tremendo bate y una inspiración para cualquiera.     

Yera contra Freddy Asiel. En el papel parece un buen duelo, esperemos que en el terreno sea igual. Porque si no, el sueño de Paret de debutar ganando  se irá a bolina, mientras Civil pasaría a la historia de la pelota cubana como el primer director campeón con Las Tunas.

Unos dicen que esta película termina en Santa Clara; los menos, que regresa a predios de los Leñadores. Todo puede suceder, pero lo segundo, para mí, es lo menos probable. Hable usted señor terreno…

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