Waldo Mendoza se considera un «romántico empedernido». Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
No hay por qué temer al romanticismo para componer canciones. Se debe «hurgar» en esa herencia latinoamericana que ha llevado al género al nivel de preferencia entre las multitudes y que encuentra sus referentes en cantautores como el brasileño Roberto Carlos y el mexicano Armando Manzanero.
Waldo Mendoza lo sabe. Se considera un «romántico empedernido». Piensa que no hay una dicotomía entre sus letras y su vida. En ambas da valor a los sentimientos y aborda, sin prejuicios, las concepciones que tiene sobre el amor.
Fue la familia quien le «tatuó» en los genes la pasión por esta música. Mas su comienzo en los escenarios, paradójicamente, estuvo en La idea, un grupo de estudiantes que «hacía una timba feroz», según relata a Juventud Rebelde.
«En aquella etapa se soñaba con ser Pablo, Silvio y todo el mundo iba sobre esa corriente. Nosotros hacíamos lo contrario. Hoy en día algunos de los integrantes de La Idea son parte de la nómina de Orishas o trabajan con el boricua Ricky Martin», asegura.
Al repasar su carrera artística, Mendoza rememora su estancia en el grupo Alianza, «en el que cantaba Mayito Rivera, ahora vocalista de Van Van». Siente regocijo al hablar de su experiencia con los fundadores del Cuarteto Patria, a la vez que recuerda con gratitud los días en que formaba parte de Salsa Caracol y de Tumbao Habana, orquesta de música popular bailable que le brindó reconocimiento ante el público. «Esos grupos me nutrieron. Aprendí muchísimo», dice.
Con los recientes conciertos en el capitalino Teatro Mella, que tuvieron como invitado especial a Paulito FG, el cantante concluyó su periplo por la Isla. Un recorrido que lo puso a tono con sus seguidores quienes, para su sorpresa, son muchos más de lo que pensaba.
La gira resultó muy extensa, explica, «pero no dejó de ser bella, encantadora. Muchas cosas lindas me sucedieron y soy feliz por la presencia multitudinaria de ese público que ya sé que me quiere.
«Recuerdo con mucho amor a los guantanameros; Guantánamo, una tierra que quiero mucho porque crecí allí. Esa fue una parada excepcional. Dada la motivación de la gente y a petición del público, el concierto se hizo en un espacio abierto, en la plaza, donde se reunieron 22 000 personas.
«Igual sucedió en Granma, Holguín, Matanzas... Y se repetirán los conciertos porque, de hecho, cuando salía de cada sitio se nos acercaban para solicitarnos que regresáramos y prácticamente se ha organizado una segunda gira».
—Hay quienes califican la música que defiendes de ligera...
—No es un estilo light. Y, si lo dicen es porque están preocupados o pensando en lo que estoy haciendo. Realmente los incito a que cultiven este género y a que obtengan resultados. Soy una persona preparada, que estudió en la Universidad y que transitó por otros géneros. Ahí están los discos que he hecho con Tumbao Habana, Omara Portuondo, Polito Ibáñez...
«Canto estas canciones y le llegan a la gente, me llegan a mí. Estoy siendo sincero conmigo mismo. No puedo hacer una cosa por querer hacerla, como si se tratara de una asignatura. Soy un químico que llegó a la música, no al revés».
—En tu concierto de cierre de la gira escuchamos composiciones de Manzanero y Roberto Carlos. ¿Eres seguidor de esa tendencia melódica que ellos han encabezado en nuestro continente?
—Escucho canciones para aliviar las penas en los momentos más tensos que tengo en la vida. Los elijo a ellos porque son la luz en ese sentido en la región. Son leyenda. Hay que aprender de ellos y beber de sus fuentes.
«Oigo música brasileña y la tradicional y popular cubana. No escucho lo que producen ahora los exponentes del género que cultivo, ni de aquí, ni del mundo. Prefiero de la actualidad lo más alternativo y lo que están haciendo el británico Sting, los brasileños Ivan Lins y Caetano Veloso. También los cubanos Chucho Valdés, Omara Portuondo y Van Van».
—Un elemento que destaca de tu propuesta lo es la interpretación «a media voz». ¿Estudiaste música para respaldar tu carrera?
—No he estudiado en la academia. Me han dicho muchas veces que esa es mi manera de cantar aunque, a ciencia cierta, no sepa qué es. No he recibido una clase de canto. Jamás. Lo hago porque es la naturaleza la que me lo dio y así me siento más cómodo.
—¿Cómo llevas la popularidad? ¿Haces algo para atraerla?
—Es una incógnita. Ni siquiera pensé que iba a pasar esto conmigo. Mi música es para mí. Es una melodía para descargar y hay mucha gente que viene a escucharla. La verdad es que soy muy feliz, porque hago lo que quiero y lo disfruto. Es lo mejor que puede tener un artista».
Aunque en la discografía de Waldo Mendoza figuran fonogramas como Bendito tiempo y Hojas del alma, ambos con éxito entre sus seguidores, el intérprete ya «cocina» otros volúmenes.
Anuncia que saldrá a la luz un álbum que se llamará Desde La Habana, donde intervienen «cantantes reconocidos como Haila, Vania, Tania Pantoja, David Álvarez, Ricardo Amaray, los cantantes de Van Van Mayito Rivera, Robertón Hernández y Yenisel Valdés; y Juan Kemel, director de La Barriada, que no toca la trompeta, sino que canta. Waldo precisa que Manolito Simonet es el productor del disco. «Tuve la dicha de reunirlos a todos y que interpretaran mis canciones», afirma.
En las grabaciones como en los conciertos futuros, Waldo seguirá mostrando su elección irrevocable por la canción romántica. Una decisión tan firme, que siempre que se le pregunta: ¿Eres tan apasionado como muestras en tus letras?, suele confesar: «Soy fiel a lo que canto y hago».