Igor Corcuera, nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 12/04/2025 | 10:12 pm
«Dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional nunca fue mi aspiración, te confieso. Me sentí siempre muy realizado en mi puesto de director de la Banda Nacional de Conciertos y sentía que me aportaba tanto que no fue mi meta nunca dirigir la Sinfónica. Incluso, cuando fui su director invitado en 2023, jamás pensé que llegaría a mí esta oportunidad».
Y le creo, porque Igor Corcuera es honesto al hablar, es humilde y, sobre todo, es un incansable artista. Hoy es el director más joven que ha sido nombrado en la primera institución musical de nuestro país. Y esa condición es, sin dudas, un reconocimiento a su talento, a su carrera y, además, demuestra la inmensa confianza que se le tiene.
«Los músicos de la Sinfónica me eligieron para ser el director adjunto de la Orquesta y ahora, ya sabes, funjo como director titular. Significa una enorme responsabilidad y la asumo con un elevado nivel de compromiso.
«¿Expectativas? Me interesa aportar una visión más moderna y contemporánea de los repertorios, mezclar la tradición sinfónica universal y cubana, ya arraigada, con los nuevos repertorios o aquellos más populares. Pienso que haciéndolo, podré acercar más la orquesta a nuevos públicos, a los jóvenes, para que no la vean como algo distante, dirigida a un público de adultos mayores o elitista. Esa es mi gran expectativa».
—Hablas con orgullo y mucho amor de la Banda Nacional de Conciertos. Ya no puedes dirigir ambas formaciones, como hiciste durante un tiempo atrás...
—La Banda Nacional de Conciertos ha significado todo en mi carrera. Es lo más grande. Encontré en ella a mi familia musical, encontré la posibilidad de realizar todos mis proyectos personales y profesionales. Fueron 11 bellos años de mi vida. Fue un amor a primera vista. Llegué para hacer un concierto en el 2014 y luego fueron cientos. Mi plena realización esta ahí...
«Aunque ahora no soy titular de esa banda, jamás olvidaré mi etapa allí, todo mi aprendizaje. El director que soy hoy, lo que he crecido como músico y director, e incluso, el hecho de que hoy yo sea el director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, se lo debo al trabajo en la Banda Nacional de Conciertos».
No sabría imaginar a qué podría haberse dedicado este joven inquieto y vivaz si no hubiera elegido la música como camino en la vida.
«Si supieras... La música llegó a mí, no yo a ella. No provengo de una familia musical. Sin embargo, mi madre detectó mis aptitudes artísticas siendo yo pequeño, porque me gustaba cantar. Recuerdo la Cantoría Infantil a la que pertenecí, cerca de La Colmenita. Mis primeros pasos en el mundo artístico los tuve en el espectáculo La cucarachita Martina, de esta compañía, en el Teatro Nacional de Cuba.
«Quise estudiar un instrumento. Me llamaba mucho la atención el saxofón, pero no se estudiaba en la escuela en aquel momento. Realmente, había que estudiar clarinete y me parecía difícil. Entonces la forma de la trompeta y su sonoridad me gustó más, y elegí ese instrumento, del que no me he despegado jamás. No obstante, para ser totalmente sincero, dirigir una orquesta era mi sueño desde niño. Yo imaginaba mis propias orquestas, jugaba así todo el tiempo. Quise ser músico y director de orquesta al mismo tiempo...
—Y los sueños dejaron de serlo y hoy son realidad.
—Pero no fue fácil. Mis primeros años resultaron muy duros. Recibía clases particulares de trompeta a la par de mi estancia en La Colmenita, con el objetivo de prepararme para presentarme a las pruebas de aptitud en las escuelas de arte. No pude entrar al conservatorio, y gracias a la gestión que hizo mi mamá ingresé en una escuela nocturna para adultos, lo cual me sirvió de base para un examen de concurso que hice a mediados de ese año, mientras estudiaba el 5to. grado. Ahí sí lo logré, y aunque estaba el curso bastante avanzado, yo venía con un conocimiento previo.
«Al pasar a nivel medio, no pude aprobar el examen, aunque fui el número 1 en el escalafón de la escuela. Entonces mi vida dio un vuelco y comencé a estudiar Informática en el politécnico Fernando Aguado y Rico...
—Increíble. No serías hoy el director de la Orquesta Sinfónica Nacional...
—Así es. De cualquier manera, esa carrera no tenía mucho que ver conmigo. Al año siguiente volví a presentarme al examen de pase de nivel, aprobé y empecé a estudiar en el conservatorio Amadeo Roldán hasta que en 2008, cuando me gradué de trompeta, hice los exámenes de ingreso a la actual Universidad de las Artes por el perfil de Director de Orquesta. De todos los concursantes, solo aprobé yo y eso fue una gran alegría. Estudié con mi profesor Jorge López Marín hasta el 2014, año en que me gradué, finalmente, después de tantos giros».
—A la par de tu carrera musical, como trompetista y director de orquesta, llevas una intensa labor como pedagogo.
—Desde que inicié mi vida laboral y hasta la actualidad, soy profesor de trompeta en la misma escuela donde estudié, en la Escuela Elemental de Música Paulita Concepción, y soy el jefe de cátedra de viento metal. Gracias a la directora del centro en aquella época, creé mi primera banda de concierto infantil y luego la primera orquesta sinfónica infantil que tuvo la escuela. Con esos niños maravillosos tuve mi primer viaje internacional: fue una gira en Suiza con el proyecto Travesías 2010. Esas fueron mis primeras experiencias como director sin haber entrado oficialmente a la Universidad de las Artes, en aquel entonces, Instituto Superior de Arte.
«Hace siete años trabajo en el conservatorio Alejandro García Caturla. Ocasionalmente imparto clases de trompeta, y actualmente dirijo una orquesta de cámara y una banda de conciertos también allí.
«Trabajé también en el conservatorio Amadeo Roldán y dirigí la banda de allí. Laboré en la Escuela Nacional de Música dirigiendo su orquesta sinfónica... Soy profesor del Departamento de Dirección de Orquesta y es un gran honor actualmente compartir con mis maestros Guido López-Gavilán y Jorge López Marín.
«He tenido mucha suerte, he transitado por muchos lugares, pero siempre trabajando en lo que me gusta. He dirigido las orquestas sinfónicas de Matanzas, Villa Clara, Camagüey y de Oriente; además de las bandas sinfónicas de las universidades de Cornell y Vanderbilt, de Estados Unidos... He trabajado, asimismo, para la realización de audiovisuales, y recuerdo el proyecto televisivo A puro corazón, que se transmitía los domingos bajo la dirección de Gloria Torres.
«Muchas experiencias he tenido, pero te repito: mi mayor logro ha sido ser el director durante 11 años de la emblemática Banda Nacional de Conciertos, que me ha forjado como el director que soy hoy, gracias a esos músicos maravillosos de los que he aprendido mucho».
—¿Aún mantienes el trabajo con Habana Brass?
—Habana Brass surgió en la propia Banda Nacional de Conciertos por la necesidad que tenía de no despegarme de la trompeta, de no abandonar el instrumento. No existían quintetos de metales, salvo uno en Matanzas, y quise hacerlo porque la sonoridad es preciosa. Este año cumplimos diez años y somos hoy el único quinteto de metales en Cuba. Somos una familia, nos sentimos bien con ese formato y con la música que hacemos. Tenemos muchas ideas y ganas de realizarlas».
—Clásico, popular... También diriges la Jazz Band del cabaret Tropicana...
—Eso fue un reto enorme. Yo ingresé a la Jazz Band de Tropicana como trompetista y reconozco que demanda un alto grado de nivel artístico, con una dificultad musical enorme para los trompetistas. No me sentía lo suficientemente capacitado cuando entré, pero actualmente debo decir que me ha llevado a un nivel técnico en la trompeta que nunca soñé.
«Empecé como cuarto trompeta y terminé siendo el segundo, y en una Jazz Band esa posición tiene una enorme responsabilidad porque acompaña todo el tiempo al solista. Eso significó muchas horas de estudio, y aun hoy es una exigencia, porque toco en la orquesta, y debo mantener el rigor. Agradezco a Horacio González porque confió en mí para esto.
«Hace dos años conversaron conmigo para proponerme ser parte del equipo de dirección de la orquesta y lo asumí. No he dejado la trompeta, realmente me siento en la cuerda con mis músicos, y sigue siendo una gran escuela porque la música popular en un espectáculo de variedades es un trabajo distinto al resto que realizo. Es un gran reto».
—¿Feliz? ¿Realizado?
—Lo soy. He vivido muchos momentos bellos, en primer lugar porque me he dedicado a lo que me gusta: tocar trompeta y dirigir. También enseño y por eso crezco a diario. Y aún falta.