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El amor y el respeto como claves

En el Día de la Psicología cubana, Juventud Rebelde conversa con la Doctora en Ciencias Psicológicas Roxanne Castellanos Cabrera, coordinadora de un importante proyecto que ya cumple su primer lustro a favor del bienestar de nuestros niños y adolescentes, sus familias y la sociedad toda  

 

Autor:

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández

La Doctora en Ciencias Psicológicas Roxanne Castellanos Cabrera se remonta a 2018 para hablar de los primeros antecedentes del proyecto, cuando comenzaron a publicarse, de manera sistemática, en la página institucional de Facebook del Centro de Estudios de Bienestar Psicológico (CEBPSI) de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, textos dirigidos a ampliar la cultura de los padres, ya que la mayoría de los problemas que llegaban a la consulta clínica no tenían que ver con trastornos mentales, sino más bien con dificultades en la crianza. 

Luego, en marzo de 2020, con el aislamiento que supuso la llegada de la pandemia de la COVID-19, se crearon los psicogrupos de WhatsApp para dar apoyo a las familias en medio de una situación sin precedentes que tenía fuera de todas sus dinámicas de desarrollo a infantes y adolescentes. 

Explica Roxanne que en febrero de 2021 se mudaron a Telegram con el propósito de aprovechar los beneficios de esa plataforma. «Ya en ese entonces, las familias tenían el control de la situación del confinamiento y nos pedían que mantuviéramos el apoyo para la crianza en general».  

Y así fue como se asumió definitivamente el nombre: Crianza Respetuosa, un proyecto especializado en el desarrollo de las competencias parentales y el apoyo psicológico a los cuidadores a través de las redes sociales (Facebook, WhatsApp, Telegram, Instagram), con cinco años ya de una labor permanente que mucho se agradece. Justamente, sobre algunas esencias de contenido que nuclean esta iniciativa, dialogó con JR, en coincidencia con el Día de la Psicología cubana y como reconocimiento a la encomiable labor de los profesionales de esta área de las ciencias sociales, la también Profesora Titular de la Facultad de Pspsicología de la Universidad de La Habana. 

—Primeramente, ¿qué es la crianza respetuosa: una escuela, una nueva manera de educar, una corriente sicológica?

—Se trata de un concepto que se nutre de diferentes ciencias sociales, en especial de la sicología y del tratamiento al infante como sujeto de derechos, según la Convención sobre los Derechos del Niño, y que establece una filosofía y metodología para la relación entre padres e hijos, extensivas a todos los cuidadores, sin ningún tipo de violencia, con mucha conexión, empatía, respeto y afecto, de modo que se facilita que los niños aprendan no solo a obedecer, sino que crezcan con mayor bienestar, y que la crianza sea más disfrutable para todos los implicados.

«Es válido destacar que esta nueva concepción convoca a desmontar ese sistema tradicional en el que fuimos criadas las generaciones actuales de padres, sustentado básicamente en relaciones verticales, sin explicar casi nada, poca escucha y escasa participación de los hijos, con predominio del autoritarismo, el mandato a la obediencia sin ningún cuestionamiento, la naturalización del castigo físico para disciplinar, y la negación de la expresión emocional si se mostraba enojo o tristeza ante el regaño».  

—Sin embargo, hay adultos que, como personas disciplinadas y de bien que son hoy, sostienen que no resultó tan desacertada la forma en que fueron educados... 

—Es cierto, pero muchas veces tienen poca capacidad de entender sus estados emocionales y de gestionarlos; de ver los conflictos como algo natural de la vida y saber resolverlos asertivamente; de vivir de manera activa con crítica de todos los procesos que se afrontan, y no con obediencia y sumisión; de experimentar la vivencia de sentirse maltratados y no comprenderlo como algo normal. Por sobre todas las cosas, hay muchos adultos que piensan de este modo, que cargan con experiencias traumáticas, maltratos y desatenciones emocionales que vienen desde la infancia y que hoy obstruyen la posibilidad de poder establecer relaciones saludables con los hijos, la pareja y de ser realmente felices. 

«Cuando criamos con respeto, no puede haber temor a atender y escuchar a los niños y darles participación en su educación, porque así se enseña mejor». 

—¿Pero darles participación no significa que tengamos que hacer siempre lo que ellos quieran, verdad?

—Claro que no. Los padres tenemos la autoridad. Las normas y límites siguen siendo fundamentales, en función de la edad del niño, sin violentar sus necesidades ni sus posibilidades de comprender. Entendemos que las emociones son la primera forma de expresión del ser humano y que resultan muy necesarias. Por eso, cuando un pequeño se enfada o se entristece debemos validar lo que está sintiendo y, al mismo tiempo, lo enseñamos a regular esas emociones. 

«Nunca quien más quiere a un niño debe educarlo con violencia, porque, entonces, está enseñando que el amor viene acompañado de maltrato. Además, el cerebro infantil se desorganiza y aprende menos cuando se siente amenazado y con miedo. 

«La crianza respetuosa asume que todos los seres humanos están en un proceso de aprendizaje, y que los niños son más propensos a equivocarse porque están en pleno proceso de madurez. Por ello, no podemos entender como indisciplinas o “malas conductas” sus comportamientos naturales, pues ellos no nos están retando ni lo hacen intencionalmente para molestarnos. Si piden atención es porque la requieren, si nos tratan con dureza es porque saben que somos sus pilares de seguridad, y cuando proyectan hacia nosotros emociones negativas esa es la manera de decirnos que más nos necesitan».

—¿Cómo lograr la  conexión emocional?

—Debemos verlo todo de una manera natural y conocer las demandas de cada etapa porque un niño cambia por día. El de tres años tiene perretas y es normal, el de ocho empieza a cuestionar, el del 14 es un torbellino de emociones. Nosotros tenemos que saber cómo acompañar ese proceso de crecimiento y desarrollo. Si entendemos su edad, si nos ponemos en su lugar y sabemos conducirlos con respeto y afecto, habremos logrado un buen vínculo emocional.

—¿De qué manera la tecnología está influyendo en la crianza actual?  

—De múltiples formas. Es muy ventajoso el hecho de que hoy aquellos cuidadores que están viviendo distantes pueden mantener una buena comunicación e, incluso, una conexión emocional mediante computadoras, tabletas y teléfonos móviles conectados. 

«Sin embargo, no es bueno que se usen más de la cuenta estos medios para entretener a los niños. Hay que destacar que antes de los tres años de vida afectan seriamente el desarrollo psicológico, y más adelante, si hay excesos, pueden suplantar el tiempo del juego físico y con coetáneos, y el importante tiempo de estar en familia. Muchas veces, los padres son los primeros que están viviendo un sobreconsumo de pantallas, y ese es un mal patrón. 

«Hoy, internet facilita que los cuidadores tengan un mayor acceso a la información sobre la crianza; pero la red de redes constituye también un universo de múltiples influencias que no se puede controlar en las primeras edades. La recomendación es seleccionar, regular y supervisar el consumo de los contenidos
mientras los niños son pequeños. Y poco a poco, se le ha de ir preparando para que ellos mismos logren una responsabilidad y una capacidad de lidiar con los riesgos. Los padres de hoy no nacimos en entornos digitalizados, y nadie nos ha educado para poder educar a nuestros hijos. Esos son desafíos de las familias, pero también de la sociedad».

—¿Qué ha representado el proyecto Crianza Respetuosa para el crecimiento profesional de sus integrantes?

—En primer lugar, ha redimensionado la comprensión de la psicología clínica, pues en pandemia aprendimos que,
aunque no todo es posible, a través del espacio virtual se puede ofrecer mucha orientación y apoyo para la solución de problemas. 

«Para mí es motivo de una satisfacción enorme poder estar al servicio de la sociedad, las familias y, en especial, de las infancias y adolescencias, de modo accesible para aun atención inmediata ante cualquier problema o duda relacionados con la crianza o el bienestar psicológico de un niño. 

«Todos los que integramos este proyecto estamos convencidos de que la la Psicología es una profesión profundamente humanista. Y, como Martí, creemos en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud».

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