Más de 50 obras componen la expo Autorretrato, de Nelson Domínguez. Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 05:08 pm
Por estos días el Pabellón Cuba ha pasado a formar parte de los predios de un «Rey Midas». Y es que Nelson Domínguez, a decir de Rubén del Valle, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, «convierte en arte cualquier material que toca».
Las prodigiosas manos de ese soberano han transformado la sede de la AHS en una majestuosa galería con su exposición Autorretrato, la cual se realiza para festejar el otorgamiento del premio nacional de Artes Plásticas recibido en 2009.
Las inconfundibles señales de la obra de Nelson dominan el espacio de principio a fin. Un enorme inflable con forma de palito de tender capta la atención de los transeúntes, mientras una marcha —instalación que refleja al pueblo cubano en desfile— da la bienvenida a los visitantes.
El autor de Preludio de un rapto guajiro nos conduce a una expedición por los diversos senderos del discurso visual y propone un acercamiento al arte contemporáneo desde su personalidad.
«Nos encontramos ante un artista que es la sorpresa, afirmaba Rubén del Valle durante la inauguración de la expo. Una persona que está constantemente cambiando, revolucionando, experimentando; y precisamente eso lo podrá apreciar el público».
La muestra, dijo, deviene compromiso del artista con su entorno, familia, amigos y naturaleza. «Es la primera vez que se produce la intervención de un único creador que ocupa prácticamente todo el espacio de una de las instalaciones más significativas de la visualidad en la etapa revolucionaria, como es el Pabellón Cuba. Esto constituye un enorme regalo de Nelson a la cultura y al público».
Enfrentarse al arte
La muestra —acompañada por una colección de bonsáis del Comité Nacional de Clubes Martianos Artistas del Bonsái— está conformada por más de 50 obras. Incluye pintura, grabado, cerámica, trabajo sobre papel manufacturado, escultura, instalación y mobiliario artístico.
En referencia a la confluencia de múltiples soportes, Nelson Domínguez señaló que un artista, en el sentido amplio de la palabra, «debe tener la capacidad para buscar las posibilidades de enfrentarse al arte desde diferentes formas.
«Cada formato tiene su exigencia, cada técnica y procedimientos contienen variados requerimientos. El tratamiento de un soporte determinado no es lo que hace la obra, sino que constituye una disposición mental para presentar un modo de hacer».
Como se ha hecho habitual en su desempeño, sobresale en Autorretrato la presencia de los palitos de tendedera. El uso y recurrencia de este elemento marca una evolución en la creación artística. «Es como un juego que no para, que se ha ido profundizando hasta un nuevo desenvolvimiento de la forma».
Resultado de ese proceso son los diseños de muebles que forman parte de la muestra y que, con un sentido más utilitario, llaman poderosamente la atención: una cama, varias cavas o estantes para ubicar botellas y un juego de comedor con cuatro sillas, entre otras piezas.
Labor en equipo
La unión del talento de muchas personas fue un elemento que singularizó Autorretrato, explicó el artista. La labor de curaduría estuvo a cargo de Nelson Herrera Ysla, David Mateo y José Veiga.
«Es atípico hacer una expo con tantos curadores. Mi propósito fue reunir el criterio y las ideas de especialistas de diferentes generaciones». En ese empeño también colaboró su hija Liang, quien realizó la selección de la muestra gráfica.
La exposición incluye obras de sus tres hijos y de la destacada artista Flora Fong. «La idea de incorporar a la familia surgió a partir de las propias implicaciones del concepto de autorretrato, pues hay muchas personas que integran el mío.
«Autorretrato no me pertenece solo a mí. Trabajo en equipo», aseguró. Por eso el agradecimiento por los resultados se hizo extensivo a Rafael Blanco, quien dirige el grupo Paullet, en Ciego de Ávila; la familia Santander, de Trinidad, Camagüey; talleres como el del maestro Alfredo Sosabravo y René Palenzuela, el de Gráfica Contemporánea y de Fundición de Placetas, entre otros.
Para Nelson, la labor en conjunto ratifica la idea de que en la actualidad el arte se vuelve, cada vez con mayor empuje, un hecho no exclusivo de una persona. En su caso ha sido vital el apoyo de herreros, carpinteros y soldadores.
El Pabellón Cuba
«El hecho de escoger este espacio no fue asunto de ambición», precisó Nelson. Dos exposiciones anteriores en el Museo Nacional de Bellas Artes le hicieron pensar que la elección de la sede de la AHS sería una propuesta más interesante y acorde a lo que quería lograr con Autorretrato.
«Abogo porque la obra de arte sea vista por todos. Me preocupa que esta no se promueva a nivel de pueblo. Por suerte, el nuestro tiene una formación, conoce a los artistas y es momento de que los creadores nos percatemos de esa realidad.
«El tiempo ha pasado, vivimos otra época y es vital buscar un acercamiento espontáneo con el público y este sitio es el apropiado para eso».
Teniendo como referente la realización de importantes eventos como el Salón de Mayo, el artífice reveló que simplemente se dio a la tarea de trabajar las obras pensando en la proporción del espacio. «El Pabellón Cuba bien merece la pena, considero que como tal los artistas deberían mirarlo con más dedicación. Para los nuevos tiempos, este lugar juega un papel muy importante».
Desde allí, mandó un mensaje a las nuevas hornadas de creadores. «Hay que trabajar y pensar. El desarrollo de una persona depende en gran medida de la evolución de su pensamiento y de las habilidades que pueda adquirir. Debemos tener los ojos bien abiertos, muchas cosas suceden frente a nosotros y no las vemos; no siempre el que mira ve».
Con este trabajo —cuyo nombre fue tomado de un documental realizado por Rolando Almirante, donde se recoge la labor del artista de la plástica en sus más de cuatro décadas de labor— Nelson pretende que los espectadores «disfruten, se relajen, se cuestionen y tengan dudas».
Hallar la intensidad en los detalles, dilucidar la complejidad en la sencillez y alumbrar la belleza casi de cualquier forma, es la confirmación de que «para un artista, hacer su obra con sinceridad constituye el mejor de los autorretratos».