El uso de guantes propicia garantías sanitarias tanto para quien despacha como para el consumidor Autor: Juan Morales Agüero Publicado: 04/04/2020 | 08:05 pm
LAS TUNAS.—«Por favor, señor, no se me vaya a poner bravo, pero solo le despacharé sus mandados cuando se coloque bien el nasobuco». Esta manera conminatoria de pedir a uno de sus consumidores un requerimiento sanitario elemental ante las acechanzas reales de la COVID—19, se la escuché a Maritza Galán, dependienta de la bodega tunera La Constelación.
«Todos debemos cooperar y cumplir con las medidas orientadas, porque, de lo contrario, nos exponemos innecesariamente a contraer el coronavirus y comprometemos a personas que sí son disciplinadas, —dice mientras despacha las cuotasnormadas correspondientes al mes que comienza—. Cualquier gotita de fluido nasal o bucal puede complicarnos el panorama».
Maritza no solo cumple su tarea con el nasobuco («lo cambio más de una vez en la jornada, hay que dar el ejemplo»), sino también con sus manos cubiertas de guantes de látex. Dice que eso la tranquiliza ante la posibilidad de un contagio, ya que atiende a casi 600 núcleos familiares… ¡y cualquiera sabe!
«En este trabajo hay que ser muy responsable y mantener una higiene exquisita — asegura esta mujer, quien lleva más de 16 años despachando detrás del mostrador —. Por mis manos pasan todos los días muchas libretas, monedas, billetes, notas, en fin… Y también debo tocar con ellas jabas plásticas, bolsos, cartuchos, sacos, cajas. Con los guantes puestos evito, o por lo menos reduzco, el riesgo de una transmisión.
Según refiere Maritza, son los propios consumidores quienes les regalan los guantes. «Se dieron cuenta de que cuidándome a mí, se cuidan ellos, y así todos ganamos».