Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Palante ¡sin Regala’o!

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Si algo hay que agradecer a los rigores económicos padecidos en los últimos 60 años es que nos hayan curtido.

No estoy diciendo que bendigamos el hecho de ser un país pobre. No. Digo que hemos aprendido a erguirnos sobre la escasez provocada por medidas foráneas de asedio, sobre los desastres dejados por ciclones, sobre la pérdida de vínculos comerciales e incluso por encima, muchas veces, de nuestros propios olvidos, perezas o desorganizaciones.

Me di cuenta por primera vez cuando estaba de visita en un país hermano: la niña de la casa no iba ese día a la escuela porque se le había despegado la suela a los zapatos. La madre rió y se puso las manos en la cabeza, alborozada, cuando le pedí Kola Loca. «Doña Marina —me dijo— ¡cómo usted inventa!».

La certeza de que los cubanos podemos sacar fuerzas de flaquezas me la ha vuelto a poner «sobre el tapete» un son de Tony Ávila, muy útil en estos momentos. A nuestras dificultades se suma una verdad conocida pero, a veces, poco tomada en cuenta: se recrudece el bloqueo.

Regala’o se murió en el 80 no solo recuerda el tránsito abrupto de la bonanza de esa década a las carencias del período especial. También celebra la «inventiva popular» criolla: lo que el cubano inventó en los 90, no lo inventa un japonés ni apura’o…, dice el estribillo jocosamente cierto. Y ello también habla de nuestra resistencia.

Claro que la situación de hoy dista mucho de aquella. Ni siquiera se le parece. Pero debemos retomar de esos embates cuando nos quedamos virtualmente sin comercio, soluciones que sirvieron y después —una vez más— fueron relegadas. Pienso en los organopónicos, por ejemplo, que no han desaparecido pero se les ve mucho menos; o en la medicina verde o natural, que ciertamente debe haber incrementado sus renglones hasta más de un centenar, pero cuyos frascos al menos yo veo también menos en las farmacias. O en la crianza de cerdos, que ahora —por lo que leo y lo que veo en los reportajes del Noticiero—, también depende de las importaciones porque el productor, por lo general, ya no elabora el pienso.

Sin embargo, para sentirnos optimistas y con ganas de trabajar no hace falta saber que ya habíamos «inventado» mucho de lo necesario para paliar este momento crítico. No estoy hablando solo de sobrevivencia.

Estimula que nuestro sistema económico siga buscando la perfección sobre la base del modelo que diseñamos con los Lineamientos en el 6to. y 7mo. congresos del Partido y que, desarrollando y bridándole aire a actores económicos como los usufructuarios de tierras y los cuentapropistas, facilitemos también que el núcleo duro pensado para nuestra economía —la empresa estatal socialista— se fortalezca.

Hacia allí apuntan las medidas de anuncio reciente; a las que habrá que sumar después, como han dicho nuestros dirigentes, otras. Un punto de inflexión puede estar en el aumento salarial al sector presupuestado, que es la decisión que más suena, posiblemente, por justa; pero, en mi opinión, no la más importante en sí misma.

No se trata solo de hacer justicia con los sueldos y remunerar mejor la labor del médico, del maestro, del que vela por que las leyes se cumplan, pues el país no solo tiene en la mira crecer económicamente sino, también, cultural y espiritualmente.

Con el aumento también se dinamiza el mercado interno si somos capaces, como se ha exhortado, de diversificar lo que se oferta; eso sí, sin aumentar los precios.

Y en medio de la satisfacción por el aumento se habla menos del impulso al sector productivo, que es el que crea los bienes, como lo busca la posibilidad abierta a los directores de empresas, digamos, para pagar más a los trabajadores que lo merezcan; o la oportunidad que tienen ahora —más bien es exhortación— de vincularse con otros protagonistas de la economía y hasta de «buscarse» sus exportaciones.

En cuanto a los números —y lo han dicho reiteradamente el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez y Alejandro Gil Fernández, ministro de Economía— también es preciso crecer e invertir sin que crezcan las deudas, para lo que es importante además, comprar menos y vender más, que es la única forma de aumentar los ingresos.

No hay que ver como soga al cuello la urgencia de aumentar lo que se exporta. Se trata de incrementar la productividad, optimizar la industria, pero también de buscar nichos en todos los espacios del país, como puede colegirse de la presencia de los titulares de distintas carteras, y principalmente, de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, en algunos de los ya habituales recorridos provinciales de Díaz-Canel.

El énfasis que se le está dando a los territorios, ostensible en la autonomía y capacidad de decisión de que gozarán en lo adelante, es una muestra de descentralización y de esa oportunidad de crear, trabajar y hacer desde los espacios más pegados a la vida de la gente para que se parezcan a ella sus proyectos e iniciativas, y que se saque el jugo a las potencialidades de cada sitio.

No estamos solo moviendo las fichas y «dándole agua al dominó». Ni siquiera creo que estemos procurando, apenas, sortear la estrechez del momento.

No solo estamos resistiendo. Nuestro modelo se sigue perfeccionando y cuenta para ello, solo, con nuestros propios esfuerzos… Eso entraña un desafío y nuevos sacrificios; pero también la alegría de hacerlo por nosotros mismos. ¡Que Regala’o se murió!

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.