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«Creer en los jóvenes»

Toda Cuba trabaja en la recuperación, tras el paso de Irma. Entre esa fuerza que impulsa al país, se destacan los jóvenes de las FAR, quienes son protagonistas tanto en sus unidades como en las calles junto al pueblo

Autor:

Liudmila Peña Herrera

HOLGUÍN.— Después de Irma, los he visto ayudar a levantar un país con la misma fuerza o más que la del huracán que asoló a parte de Cuba. Donde plantan bandera, llevan la esperanza. Este es su tiempo de «montañas y barbudos»; este, más que otro, es el momento para que los jóvenes demuestren lo que son, lo que valen.

Fidel, con esa mirada de defensor del futuro, lo vaticinó en fecha tan temprana como 1962, cuando expresó: «Creer en los jóvenes es ver en ellos, además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la Patria, fe en la Patria! (…) convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas».

Entre los tantos muchachos y muchachas que hoy transforman la Isla, se encuentran los oficiales y soldados de todas las regiones militares del país, a quienes hemos visto en acción, tanto en sus habituales puestos como en las más disímiles labores.

Uno de ellos es el primer teniente Fidel Alejandro de la Torre (26 años), copiloto de la unidad 3710, de la Fuerza Aérea. Este tunero de nacimiento y ya holguinero por adopción, con 222 horas de vuelo, ha tenido la responsabilidad de cumplir desde las tareas más sencillas hasta las más complicadas: filmaciones de la prensa, transportación de víveres y otros materiales hasta lugares intrincados, rescate de personas…

Después de uno de esos viajes, en el que JR tuvo la posibilidad de participar, Fidel Alejandro aseguró que el compromiso que tiene como joven, cada vez que debe llevar la nave hacia el destino final, conlleva «el aprendizaje de los vuelos. Lo más importante de nuestro día a día es la preparación. Tenemos el compromiso de defender la Revolución, por eso en cuanto pasó el huracán me presenté rápidamente en la unidad para cumplir las tareas y aquí me ves, sin detenerme».

Así lo ratificó el teniente coronel Pablo Espino Álvarez, con 2 500 horas de vuelo en su haber, quien estuvo al mando del helicóptero donde Fidel Alejandro trabajó como copiloto. Este hombre, con 31 años de experiencia, aseguró sentirse satisfecho con el trabajo de los jóvenes de su unidad durante la etapa recuperativa en la cual nos encontramos.

Acerca de la preparación que les brindan en función de que constituyan un relevo seguro, Espino Álvarez explicó: «Los vuelos después del paso de ciclones son complejos, porque a veces debemos afrontar vientos cruzados y disponemos de pocas referencias. Diariamente tratamos de llevarnos a pilotos jóvenes para transmitirles nuestra experiencia y para que se enfrenten a este tipo de situaciones, y puedo asegurar que lo hacen muy bien».

Y qué otra cosa se puede esperar de nuestras mujeres militares si no es el paso firme para tomar las decisiones correctas cuando se precisen. Dos jóvenes tenientes pertenecientes a la Escuela de Preparación para la Defensa Jesús Suárez Gayol, de la Región Militar de Camagüey —y para más señas, cada una secretaria general de su comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas—, participaron en todas las etapas establecidas por la Defensa Civil ante el paso del huracán. De hecho, las dos se encontraban de guardia cuando Irma azotó la zona central.

Mónica Morel (23 años), segunda jefa de la primera compañía de infantería, relata: «Mi misión era garantizar que los soldados se mantuvieran en el lugar establecido, y era responsable del orden y la disciplina durante el tiempo que el ciclón estuviera pasando». Su mayor preocupación durante ese momento tenso para Cuba era «saber que tenía soldados custodiando los silos de la unidad cuando el agua y los vientos se sentían bastante fuertes. Aunque sabía que con cada soldado había un oficial de guardia, sentía que yo era responsable por su seguridad», añade.

Al igual que Mónica, la profesora de tiro Isladis Olazábal (23 años) se mantuvo atenta al paso de Irma; en su caso, como parte del grupo informativo del puesto de mando de la misma unidad. «Allí estuvimos recibiendo todos los partes. Desde que comenzó la etapa de alerta asumimos la tarea de informarles a todos los compañeros qué estaba sucediendo por los lugares donde pasaba», cuenta la graduada en la especialidad de Infantería.

Ella se siente comprometida con el llamamiento del General de Ejército Raúl Castro Ruz, y «si tenemos que treparnos aquí para poner una teja, lo hacemos; si hay que ir para allá a recoger escombros, vamos. Las mujeres cubanas estamos probadas».

El coronel Ángel González Marrero, director de la escuela donde laboran estas dos muchachas, destacó su entrega y laboriosidad, al igual que la de todos los jóvenes que allí radican, quienes han sido protagonistas en la recogida de escombros, la desobstrucción de las vías que dan acceso a la unidad y la rehabilitación de los techos de los parqueos donde se guarda la técnica militar.

Después de constatar, en perfecta unión, el trabajo de los soldados y oficiales, tanto en sus unidades como en las calles junto al pueblo, se comprende mejor por qué el Comandante en Jefe advirtió que «creer en los jóvenes no es ver en los jóvenes a la parte del pueblo simplemente entusiasta, no es ver en los jóvenes a aquella parte del pueblo entusiasta pero irreflexiva, llena de energía pero incapaz, sin experiencia», porque hay que ver cómo, ante el paso de eventos como estos, se sobreponen a la consternación y extienden sus brazos para que Cuba se levante de entre los escombros, una vez más, fortalecida.

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