Brigadier José González Guerra. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
«Tenía más de 50 años. Era
cienfueguero admirable, de valor,
de constancia, de infatigabilidad y
de amor a sus soldados»
José Martí
La herida del brazo se le infestó, sin avisos, sin respetar demasiado cuánto le faltaba por combatir. El tétano le comió la piel bien despacio, se le metió en el cuerpo como demonio, y cabalgó entre las venas y los órganos y los huesos… Esta vez, no fueron las tropas españolas, ni una bala o el filo del machete lo que dañó a José González Guerra. Esta vez, la vida se le escapó por la rajadura de la piel. Se apagó el mambí sin que pudiera combatir, y ya nunca más los campos insurreccionales sintieron su olor, y las victorias se desdibujaron de su nombre.
Nació con la maldición de la Isla sobre los hombros y desde el vientre cargó con las cadenas de la metrópoli que cada día se hicieron más pesadas. González Guerra no tuvo espacio ni siquiera para aprender a leer o a escribir su nombre. Con apenas 19 años se unió al Cuerpo de Voluntarios Urbanos de Cienfuegos y allí aprendió nociones militares y el manejo de las armas.
Solo cuatro meses después de iniciada la Guerra de los Diez Años se incorporó a la contienda. Pronto hizo temblar a las tropas españolas en el centro de la Isla, y al mando de un grupo constituido básicamente por campesinos, realizó teas incendiarias y cortó las comunicaciones telegráficas entre Cienfuegos y Santa Clara.
Y con ese deseo libertario explotándole en el pecho recorrió también la Isla, vestido de mambí, de tiempo y de coraje. Una vez en la zona oriental, Máximo Gómez lo designó al mando de la segunda división. Participó en varias campañas lideradas por Ignacio Agramante y el propio Generalísimo, hasta ganarse el grado de Brigadier en la batalla de Santa Cruz.
Los combates de La Sacra, Palo Seco y Las Guásimas, así como otros cien en los que participara en apenas seis años, lo hicieron digno acreedor de las páginas de la historia; aunque no figure como debiera. Durante el enfrentamiento sucedido en el territorio de Manaquitas y la victoria sobre las tropas hispánicas, se ganó el prestigio dentro de la primera guerra de independencia cubana.
Pero de él apenas queda un retrato, alguna mención en los libros que se pierde entre tantas letras, y su nombre colgado en una valla de la ciudad. ¡Queda tan poco! que la memoria amenaza con irse olvidando de González Guerra. Fue sepultado entre dos palmas de cana, por el ayudante. Hoy su cuerpo descansa bajo las aguas del lago Hanabanilla.
Bibliografía empleada:
Síntesis Histórica y Provincial de Cienfuegos. Colectivo de autores