MATANZAS.— Los restos de Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda (Pinar del Río 1807-Matanzas 1880) se encuentran protegidos y en estudio en el teatro que lleva su nombre en la ciudad de Matanzas.
Investigadores y conservadores del teatro pretendían, al principio, solo localizar la sepultura, pero luego decidieron trasladar sus restos a esta institución.
Sauto fue Doctor en Farmacia y estudió chelo con el profesor belga Pedro Lecerff, además fue en 1845 subdelegado de farmacia en la ciudad e inspector de medicina del Hospital Militar.
A pesar de su eminencia como farmacéutico y por sus aportes financieros para la edificación de innumerables obras en la urbe, a Sauto se le perpetúa en la memoria colectiva por el teatro que lleva su nombre.
El teatro Sauto (1863) cambió de nombre en 1899, pues hasta ese entonces se llamaba Esteban: «Fue un reconocimiento a su figura, un acto de justicia, porque fue el hombre que más dinero y esfuerzos aportó para la construcción del teatro y nunca perdió el empuje y la esperanza en que su edificación podía hacerse realidad», recuerda Daneris Fernández, historiador de la instalación cultural.
«Durante toda la República, la pista sobre Sauto se perdió y nos propusimos desde hace varios años rescatar su figura desde el punto de vista histórico, por eso estoy enfrascado en la investigación para concluir su biografía», añade el historiador.
El autor del libro Historia del Teatro Sauto (1863-1899) precisó que luego de localizar la tumba en el Cementerio de San Carlos, predominó la decisión de traer sus restos para el teatro: «Pretendemos que los restos de Sauto y de su esposa Juana S. Jenckes descansen en el teatro, en dos nichos identificados, hasta tanto las condiciones de seguridad en la necrópolis no mejoren, aunque consideramos que el hecho de que reposen aquí sus restos es también un merecido homenaje», precisó el joven investigador.
Los especialistas lo primero que hicieron fue orientarse a partir de documentos que datan del siglo XIX con descripciones físicas de Sauto, y desde el punto de vista antropológico trataron de determinar si estaban en presencia de una persona con sus características.
«Calculamos la edad —tenía al morir 73 años—, se corroboró la estatura de 1,63 centímetros y que son restos óseos de un hombre», comenta el especialista Ricardo Viera.
Insisten en que todas las características coinciden, pues estaba sepultado junto a los restos de su esposa Juana S. Jenckes en el panteón de su suegro Guillermo Escorrt Jenckes, y de otros familiares.
«Se ha determinado que tuvo severas afecciones de las enfermedades degenerativas de las articulaciones, como procesos artríticos», argumenta Viera, mientras señala que en sentido general buscan más información con los estudios.
Todos coinciden en que la figura de Sauto no ha sido valorada suficientemente en la historia matancera, y que colocar sus restos definitivamente en el teatro que tanto amó y ayudó a construir será una retribución a su figura.
Leonel Pérez Orozco, conservador, expone que los restos de Sauto y de la esposa formarán parte del proyecto de montaje museográfico en la institución, cuando se concluya su reparación capital.
Al final de esta reparación se pretende convertir la instalación también en museo, que brinde servicio museográfico y que alterne sus funciones como se hace en la Sala Polivalente de esta ciudad.
En las investigaciones participaron como colaboradores Cándido Santana, Marcelino Seoane y Jorge Ignacio Rodríguez.