En el archipiélago existen las suficientes aulas universitarias para los adultos mayores. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
Más de 90 mil cubanos de la tercera edad han participado en el programa de educaciónque para personas mayores se desarrolla en la isla como parte de las actividades de extensión universitaria, destaca PL.
La víspera fue inaugurado en la Universidad de la Habana, el curso 2011-2012, en el cual matricularon cerca de 11 mil hombres y mujeres de más de 60 años, quienes buscan no solo mejorar su nivel cultural, también la autoestima, salud mental y calidad de vida.
Conocido como Cátedra del Adulto Mayor, el proyecto tiene escala nacional con filiales y aulas en toda la nación, en las que se imparten estudios relacionados con el medio ambiente, promoción de salud, economía, cultura culinaria y envejecimiento.
El hecho innegable de la prolongación de la vida, el dinamismo e influencia de los adultos mayores con capacidad para participar en la vida social como sujetos activos, el peso específico de su opinión y el voto, han provocado en el mundo actual una sensibilidad creciente hacia las personas de la tercera edad.
Tradicionalmente se ha asociado a la senescencia con la enfermedad y a una vida precaria, sin embargo, la ancianidad es una época vital con sus peculiaridades, ni mejores ni peores que otras edades como la niñez, la adolescencia o la adultez.
La vejez es vida, actividad, participación, sentimiento de ser útil y de mantenerse ocupado en tareas que han de ser valoradas socialmente, lo cual se traduce en una potenciación de la "imagen personal", de la seguridad y de la confianza en sí mismo.
Pero para ello hace falta motivación, algo que regula y orienta el comportamiento de cada persona, se desarrolla a lo largo de toda la existencia, y al que contribuyen todos aquellos que nos rodean, aunque el principal protagonista es el propio individuo.
En un pasado encuentro con Prensa Latina, Teresa Orosa Fraíz, psicóloga y presidenta de la Cátedra, destacó que la vejez es una etapa posible de ser plena, precisamente porque en ella coincide el progreso alcanzado, más las nuevas metas que la persona se trace.
Y es que la senectud ha sido una edad muy marcada por los prejuicios, donde los propios mayores comienzan a desmontar proyectos sociales o personales, y refieren sus motivos en función de los familiares, como si al llegar a la tercera edad tuvieran que desprenderse de proyectos y motivos propios, agregó.
La vejez es el resultado del desarrollo, somos o seremos, los viejos y viejas, que hemos sido a los largo de nuestra vida, destacó, aunque no podemos desdeñar que eventos como la jubilación, la viudez, el ser abuelos, entre otros, puedan marcar este momento.
Hoy se está empezando a manejar la utilización del tiempo libre no como categoría de tiempo vacío, sino con sentido de utilidad y repercusión para el desarrollo personológico, apuntó Orosa.
Es interesante, recalcó, cómo la actual generación de mayores buscan espacios para el agrupamiento que les permite la realización de actividades de salud, recreativas, productivas y de capacitación, aseveró.