Juan José Columbié Cobas siempre se sintió orgulloso de ser el primer joven ejemplar de las FAR.
Fotos y fotocopia: Jorge Luis Merencio Cautín
GUANTÁNAMO.— Un ejemplar de la revista Verde Olivo del 30 de agosto de 1964 conserva, de la impiedad del tiempo, el joven de 35 años Juan José Columbié González. Lo atesora como la herencia de virtudes que recibiera de su padre, Juan José Columbié Cobas, el primer joven militar ejemplar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Y en sus páginas se lee: El compañero que desee hacer una proposición que levante la mano... Yo propongo a Juan José Columbié... A ver, ¿por qué lo propones, compañero?... Porque el compañero es uno de los más trabajadores y disciplinados. Cumplidor de sus obligaciones. Trata correctamente a sus compañeros. Y tiene buena actitud ante las actividades culturales... Otro que conozca a Columbié... Surgen las opiniones y el dirigente de la asamblea sitúa clara y concretamente los conceptos emitidos por los que intervinieron. Todos le señalaron solo cualidades. Es uno de los propuestos por el núcleo comunista y ratificado por la masa... El compañero Juan José Columbié es elegido el primer Joven Militar Ejemplar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Desde julio del pasado año no está físicamente este revolucionario, ejemplar entre ejemplares; pero las enseñanzas que trasladó a su familia son el legado de quienes muy jóvenes cumplieron la misión de salvaguardar a la naciente Revolución en el perímetro de la ilegal base naval norteamericana en Guantánamo.
Juan José, hijo, también cumplió servicio militar en la Brigada de la Frontera.
Juan José Columbié González, uno de sus dos hijos, es hoy jefe de despacho del Primer Secretario del Partido en la provincia. Por más de una década se desempeñó como dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas aquí, y, por añadidura, vivió durante cinco años, hasta 1995, la experiencia de ser soldado de la Brigada de la Frontera.Próximo al aniversario 45 de la UJC, este joven conversa con JR sobre enseñanzas y anécdotas del padre acerca de aquellos momentos iniciales de la constitución de la organización en las FAR.
«Mi papá desde muy joven cooperó con los rebeldes, y luego combatió a los bandidos en el Escambray y en la zona de Imías. Solía recordar con melancolía aquellas jornadas “muy emotivas” en que se le abrían las puertas de la naciente Unión de Jóvenes Comunistas en esa institución armada».
El soldado de Guantánamo, Juan Pérez Megret, propuso a Juan José para ser joven ejemplar. Ellos eran unos 200 combatientes, con edades entre 15 y 17 años, que procedían del Ejército de Oriente, radicado en Versalles, Santiago de Cuba, y en 1962 respondían a un llamado de Raúl Castro, según testimonió en una ocasión el Primer joven militar ejemplar.
Los medios de difusión se hicieron eco de la elección del joven para ingresar a la UJC.
«A juzgar por cómo era de disciplinado, cumplidor y la firmeza de su actuar, papá ciertamente debió tener todos los méritos para optar por la militancia en la UJC», dice el hijo.«Él explicaba que por aquel entonces había mucho fervor revolucionario en la población y en la juventud. De hecho pertenecer al Batallón de la Frontera era un mérito enorme, concedido a muchachos de clase humilde, campesinos, obreros, con grandes cualidades humanas, espíritu de sacrificio y modestia. Pero, en su opinión, la disciplina consciente, no impuesta, era la fundamental, teniendo en cuenta la peligrosa misión que cumplían.
«De hecho siempre se puso a prueba esa disciplina consciente en la vigilancia del perímetro fronterizo. Tenían esos muchachos un alto sentido de la responsabilidad, pues sabían lo que estaba en juego. Fue testigo de múltiples agresiones y provocaciones para generar una crisis entre los dos países, pero estaba claro que no podían responderlas.
«Algunos marines —contaba papá— que hablaban el español, enfadados por la actitud inconmovible de los soldados cubanos, les gritaban “jicoteos”, en alusión a sus cascos, evidentemente muy grandes para las cabezas de adolescentes. Una carcajada bien cubana era la mejor respuesta.
«La muerte a causa de los disparos enemigos del compañero de misión Ramón López Peña le provocó una impresión muy fuerte. Fue —recordaba— un momento terrible, de indignación y rabia hacia el agresor.
«Él nos contaba que aquella noche nadie durmió en el batallón. Y, algo muy curioso, nos dijo en una ocasión: todos los soldados, sin una orden previa, limpiaron los fusiles, a la espera de una orden que, por supuesto, sabiamente, nunca llegó, y que ellos comprendieron plenamente.
«Según mi padre la militancia de la UJC significó para él la madurez como joven. El proceso en que lo eligieron fue el primero, a modo de ejemplo, para el resto de las unidades; ese día seleccionaron a 12 compañeros como ejemplares. Raúl los visitada constantemente, al igual que otros jefes y dirigentes».
Al salir del Batallón de la Frontera, el militante Columbié asumió diversas tareas en la organización de los procesos de crecimiento a la UJC en la vida civil de la parte oriental, incursionó en el deporte como profesor de varias disciplinas, e introdujo técnicas de natación en Guantánamo. Enseñó también el polo acuático, fue entrenador de kayak y posteriormente, hasta la jubilación, se mantuvo como profesor de ajedrez en el Consejo Popular de Jamaica.
«Siempre que visitaba la actual Brigada de la Frontera se llenaba de nostalgia. Esperaba ese momento con ansiedad, prácticamente no dormía. A los soldados les contaba vivencias de aquel batallón inicial y sobre las condiciones de vida entonces, que no eran ni remotamente parecidas a las actuales.
«Decía que al igual que en su etapa ahora entran muchachos hijos de gente humilde y trabajadora, caracterizados por la disciplina, el sacrificio y la entrega, aunque con mucha más preparación que ellos. Sin embargo, pensaba que no hay grandes diferencias en cuanto a la riesgosa y compleja misión ni en la manera en que durante estos años la han cumplido.
«Todos los jóvenes han sido fieles continuadores de esa tarea. Lo mejor y más puro de la juventud cubana pasa por allí. Frente al enemigo se refleja perfectamente la actitud del pueblo cubano y la grandeza de su proyecto social», testimoniaba.
«Siempre tuvo consejos hacia los más jóvenes. No se quedaba con ninguna enseñanza, las transmitía. A los muchachos del barrio les decía que reflexionaran mucho, y algo muy esencial: que lucharan