La tecla del duende
Conozco personas cuyos padres les pusieron hipocorísticos por nombres propios, es decir, si usted se llama José lo inscriben como Pepe. El diccionario de la Real define el término como una forma diminutiva, abreviada, infantil, para sustituir de manera cariñosa el nombre.
Procede del griego hypokoristikós = acariciante; diminutivo de hypokorizomai = hablar como los niños (kore = niño), así que cuando te achican el nombre, quien lo hace te acaricia.
Guille y Memo serían las maneras de acariciarme, a los Francisco con Pancho o Paco. Existen los compuestos Maité (María Teresa); Pepelucio (José Luis)
A Rosy y Betty, los padres las acariciaron desde la cuna, porque no las inscribieron como Rosa o Beatriz, sino con hipocorísticos. Se trata de un apócope o variante fonética aplicada al nombre y no a la persona, como en el caso de los apodos. Escribo algunos famosos o que lo serán en un futuro: Isabel la Católica, Lluviecita, el Manco de Lepanto, D de B, El Greco, Gota de Rocío, y tantos más...
Los apodos o alias tienen por base un rasgo físico o espiritual de la persona, aunque algunos se han lexicalizado como nombres propios: Pablo Neruda (Neftalí Ricardo Reyes) y Gabriela Mistral (Lucía Godoy Alcayata).
Todo este cuento lo hago porque el otro día conversaba con Rachel (regaladora de libros apetecidos) y con el caricaturista chileno Guille, mi tocayo de hipocorístico, y surgió el tema de estos vocablos acariciadores, y esa ocurrencia pasó al papel.
Quemar naves
Cuentan que Alejandro Magno, al llegar en el año 334 a.n.e. a Fenicia, comprendió que el enemigo lo superaba tres veces. Sus hombres no tenían motivación para enfrentar una lucha tan desigual. Ordenó quemar sus naves.
«Solo nos queda vencer —dicen que dijo—, así podremos volver a nuestras familias y hogares. Cuando regresemos a casa lo haremos en los barcos de nuestros enemigos».
Moraleja: No esperes la oportunidad, sal a conquistarla. Todo se logra con decisión, perseverancia, tenacidad, convicción. Nunca te rindas ni des la espalda al enemigo.
Graffiti
Mamita: Sonríe para no perder la fe. Los techos no son blancos, tú los haces vivir. Soy el techo que miras. Dona
Manu: Hace un año de la primera vez, y te quiero como el primer día. Chuchi
Kado: El mejor momento para ser feliz es este instante. Eres mi mejor amiga. Cecilia
Mailyn: Todos los días me enamoro un poquito más de ti. Ernesto
Juliette: Tus ojos pueden nadar en los míos sin tormentas. Fausto
Mileidis: Soy aquel que supo decirte que te amaba en dos palabras. Yosmel
Indira: Mis pensamientos tienen tu nombre. Ernesto
Darío: Si vienes a las 4, seré feliz desde las 3. Jessie
Regalo de jueves
En mar calmado todos somos capitanes.