Acuse de recibo
Antonio Rubio (edificio 237, bloque 2, apto. 4, entre Avellaneda y Coronel Pozo, ciudad de Pinar del Río) relata que a su esposa, quien está embarazada, le tocaba renovar su dieta alimentaria correspondiente al trimestre octubre, noviembre y diciembre de 2022. Y confió en ello.
El modelo estuvo listo el 26 de septiembre pasado, refiere, pero el 27 el huracán Ian azotó a esa provincia, y no les fue posible ir a la Oficoda hasta una semana más tarde. Entonces, la funcionaria que lo atendió le dijo que la única manera de recuperar la leche correspondiente a octubre era mediante un vale piloto, pero que dicha leche ya estaba perdida.
La leche por ese concepto, añade, se adquiere en la bodega La Unión de la capital provincial. Y al dirigirse Antonio al establecimiento, sus trabajadores le dijeron que esa leche no la depositan desde diciembre de 2021. Y que en ese lapso mucha gente ha pasado por allí con el mismo problema, sin poder adquirir el producto.
«Me asaltan varias dudas, afirma. Si el Estado cubano hace ingentes esfuerzos para garantizarle esa leche a las embarazadas, ¿por qué por el mal trabajo de un puñado de burócratas ese producto no llega a sus destinatarias? ¿Será que la leche de mi esposa se la llevó el huracán? ¿O será que descubrí una de las vías en que se alimenta el mercado negro?
«Me pregunto también si al Programa Materno Infantil y a la alimentación de las embarazadas se les da en mi provincia el mismo nivel de prioridad que a nivel de país», concluye.
Jorge Castellanos Milán (calle 12, no. 509, apto. 22, entre 21 y 23, Vedado, La Habana) reconoce que por lo general, en esta sección varias veces ha arremetido contra el abuso, las arbitrariedades y el mal trato; pero también es justo reconocer la calidad y el buen trato en la gastronomía.
«En momentos en que nuestra población se encuentra atravesando una crisis de carencias, limitaciones y corrupción, que generan tanta angustia, malestar y descontento, dice, llegar a un lugar como el restaurante Castillo de Jagua, en G y 23, en el Vedado, es realmente algo estimulante, que nos hace renovar fuerzas y confiar en que todo es posible cuando se trabaja con amor, eficiencia y sentido de pertenencia a un centro que no es de los más concurridos quizá por desconocimiento, mala fama adquirida de antaño o ese pensamiento que se apropia de uno cuando nos sentimos tan decepcionados, atravesamos tantas vicisitudes y catalogamos a todos por igual.
«El Castillo de Jagua ha dejado de ser castillo para convertirse en palacio: precios relativamente adecuados y asequibles en comparación con las abusivas tarifas actuales que imperan en la inmensa mayoría de nuestros centros gastronómicos, ya sean estatales o particulares.
«Todo ello en correspondencia con una elaboración de alta calidad: variedad en carnes, pescado y mariscos. Y despachado respetando el gramaje establecido que satisface a cualquier cliente. Agréguele a ello un ambiente sumamente agradable por su confort, climatización, buen gusto en cuanto a la decoración del inmueble y presentación de los platos.
«Y un trato y atención de excelencia. En este caso consideramos justo mencionar al dependiente Yasmani, el que no escatimó esfuerzos de ningún tipo por hacernos olvidar nuestras angustias y pesares, haciéndonos pasar un rato pleno de satisfacción y felicidad por su esmerada, excelente y exquisita atención.
«Pienso que a trabajadores de su estirpe no se le puede perder los pasos, y deberían ponerlos al frente para impartir cursos de eficiencia, buen trato y educación, tan necesarios en este tipo de dependencias. Esperemos que esta sea una constante en el Castillo de Jagua, y no solo una temporada, como en ocasiones es habitual», concluye.