Acuse de recibo
Arelis Labrada Martínez (Bloque 3, casa 44, ICP, entre edificios 70 y 69, Manzanillo, Granma) escribe muy preocupada por la demora colosal de la Delegación Provincial de la Agricultura en la provincia ante un recurso de apelación.
Cuenta la remitente que su abuela Francisca Labrada Borrero, al fallecer su hermano Francisco Labrada Borrero, copropietario de la finca La Pascua, en Jiguaní, realizó la formal solicitud de la tierra al Delegado de la Agricultura en el municipio.
Y este Directivo, junto a los especialistas, determinaron en la Resolución «ni con ni sin derecho» de la reclamante. Por ello es que su abuela interpuso el recurso de apelación desde el 6 de agosto de 2020 a la Delegación de la Agricultura de Jiguaní, y esta, a su vez, la renvió a la Delegación Provincial de la Agricultura en Granma, el 6 de enero de 2021.
«Hasta el momento que redacto esta carta, dice Arelis, no ha llegado ninguna respuesta. Ante tal silencio, he intentado en múltiples ocasiones conocer la marcha del proceso indagatorio o de la investigación. Pero solo recibo por respuestas de Ramón, quien atiende el departamento de Tierras en Granma, que hay muchos expedientes, y el de ella no es el único. Que por la COVID-19 hay atrasos. Que no hay papel, y las afectaciones eléctricas. En fin, que es cuento de nunca acabar.
«¿Cómo es posible que el Presidente Díaz-Canel indique atender cada caso con la sensibilidad que amerita, y existan personas que reciben un salario para atender y responder en la justa medida, y no hacen su trabajo correctamente?
«¿Por qué tengo que estar llamando constantemente y como respuesta solo recibo evasivas? ¿O será que hay mínino en cautiverio? Porque si a todas las personas que están en diferentes procesos se les da la misma respuesta, entonces hay algo que anda muy mal en este lugar.
«¿Por qué no se ha dado aún una respuesta coherente a este recurso de apelación, en el que están en juego intereses, y hasta la vida de esta señora, que ya experimenta desgaste físico por la situación?
«Por favor, a todas las personas que tienen que ver en la provincia de Granma con el asunto, desde las distintas responsabilidades: a trabajar y preocuparse», exhorta Arelis en nombre de su abuela.
Elizabeth Fernández Salabarría (calle 89, edificio 3, entre 72 y 74, reparto Buenavista, ciudad de Cienfuegos) cuenta que hace más de un año los vecinos de ese barrio están afectados en el servicio de agua, mientras que esta corre y se vota por lo que fue una calle y ahora es apenas un terraplén con baches y fango.
Refiere que hace más de un año hay una rotura en la llave maestra de la intersección de calle 89 y avenida 72, la cual ha sido reparada en innumerables ocasiones, y a los dos días vuelve a romperse. Entonces el agua corre a raudales calle abajo. Y al cabo de las tres horas de estarse botando es que comienza a subir a los pisos de los edificios multifamiliares.
«No es lógico, manifiesta, ante la situación que tiene el país, teniendo en cuenta que con el agua que se bota se puede satisfacer la demanda de los habitantes de la zona». Añade que hay una tubería al final de la intersección de calle 89 y avenida 74, que los vecinos rompen ante la ausencia del preciado líquido, para servirse.
Afirma que los vecinos han planteado tal grave situación en las asambleas de rendición de cuentas, en quejas directas al delegado. Y se ha llamado incluso a Acueducto y Alcantarillado, porque en otros puntos del reparto el desborde de aguas albañales se acrecienta cuando ponen el agua.
«No hay peor situación, señala, que verse en plena pandemia sin agua en lugares altos, donde es imposible para ancianos y personas discapacitadas cargar escaleras arriba depósitos de agua, y al propio tiempo viendo cómo esta se derrocha».