Acuse de recibo
David Pis (barrio San José, No. 520-D, Cruces, provincia de Cienfuegos) manifiesta su preocupación por su abuelo Idalberto de la Caridad Pis, con quien reside, que tiene 69 años y al fin puede jubilarse.
Cuenta que el veterano laboró muchos años en el sector estatal y desde 1999 es trabajador por cuenta propia. Como desde 2010 ha estado pagando su contribución a la Seguridad Social, ahora desea disfrutar su merecido descanso tras una larga vida de trabajo.
«Hace par de meses, afirma, comencé a tramitarle la jubilación, pero ha sido una traba detrás de otra, por no hablar de la incapacidad de algunos directivos al orientarnos sobre lo que debemos hacer.
«Y para colmo, recién me llaman de la Dirección municipal de Trabajo y Seguridad Social, para decirme que ya la jubilación casi está, y que mi abuelo va a ganar 1 300 pesos. Me asombré mucho.
«¿Cómo una persona puede cobrar menos de la pensión por jubilación mínima establecida oficialmente (1 528 pesos). Sé que los trabajadores por cuenta propia son un régimen especial, pero al jubilarse, ¿no tienen las mismas necesidades?».
Bernardo Martínez Massó (avenida 37, No. 8818, entre 88 y Final, La Salud, municipio de Quivicán, provincia de Mayabeque) refiere que es agente de Seguridad y protección desde 1977, cuando su salario era 148 pesos. Y con 64 años, ya desea jubilarse el próximo año. Pero…
Él considera que en la reciente reforma general de salarios los agentes de Seguridad y protección debían haberse colocado en otra escala salarial, pues el salario que devengan actualmente, 2 660 pesos, es poco para la responsabilidad del trabajo que realizan.
«Cuando un agente está en un punto equis de guardia, manifiesta, está cuidando millones de pesos, arriesgando su propia vida. Por ejemplo: los custodios de los aeropuertos, los de Biocubafarma, o yo mismo, en la resecadora de tabaco rubio, que es una actividad exportadora. Y muchos otros, sabiendo cómo se comporta el potencial delictivo hoy en la sociedad.
«Es cierto que lo que prestamos es un servicio, pero muy diferente a cualquier otro. Y creo que la peligrosidad debe pagarse», concluye Bernardo.
Juan E. Bell Bueno (Santa Isabel No. 15-A, entre Santa Amalia y Miguel, Santa Amalia, Arroyo Naranjo, La Habana) refiere que desde finales de 2018 está intentando que se cambie el lugar de su contador de electricidad, pues donde está instalado se le hace difícil acceder para verificar y controlar su consumo. Y desde entonces ha hecho la solicitud a las oficinas de la empresa eléctrica que le corresponde, en La Palma.
«Primero, precisa, enviaron un técnico, que dejó indicaciones de poner dos puntos de apoyo para el cable y una caseta para proteger el metrocontador. Todo está hecho hace tiempo, y no se ha podido ejecutar el trabajo. Siempre ha habido una justificación: el tornado, la pandemia y ahora me dicen que no hay cable.
«Tengo varias solicitudes que avalan lo que estoy diciendo. ¿A quién tengo que ver o implorar?», concluye Juan.