Acuse de recibo
Cira Rivero Morales (Carlos Manuel Machado no 23, entre Figueredo y calle 1ra., reparto Iser, Bayamo, Granma) relata una complicada historia, tras laborar 20 años en el hospital provincial universitario Carlos Manuel de Céspedes, donde se ha desempeñado como jefa de área de Servicios.
Cuenta que en agosto de 2018 le hicieron una resonancia magnética, pues sentía dolor en ambos miembros inferiores, con grandes molestias a nivel lumbosacro que le dificultaba en ocasiones incorporarse y caminar. Y el resultado fue: estrechamiento entre los espacios articulares y del canal L5 y S1, hernia discal central más prolapso discal foramidal derecho y discal frontal. Con ese diagnóstico, recibió varios tratamientos. Pero mejoraba por períodos cortos. Fue intervenida quirúrgicamente el 24 de enero de 2019 de modo satisfactorio, aunque en el posoperatorio se complicó con una sepsis, por lo que estuvo hospitalizada por dos meses y 15 días. El 12 de marzo de 2019 recibió el alta médica.
Estuvo casi dos años sin laborar. Y le fue penoso que en ese lapso sus compañeros, ni por cortesía, fueron a su casa a interesarse por ella; ni las organizaciones ni su jefa de departamento de Servicios Generales; salvo excepciones.
Tras varios meses de certificado, el 20 de enero de 2021 fue el peritaje médico. La comisión de peritaje dictaminó que podía incorporarse a su puesto sin grandes esfuerzos físicos ni largas caminatas, cero nocturnidad y no más de ocho horas. Que las funciones de su puesto se ajustan a sus limitaciones.
El 8 de febrero la jefa de Servicios Generales la recibió. Cira le relató que la comisión de peritaje la había mandado a incorporar a su puesto laboral. Y aquella le dijo que sin el resultado del peritaje médico no podía incorporarse. Que se sentara por ahí, en unos bancos de mármol frente a su oficina.
«En esos bancos, dice, estuve los días 8,9,10,11,12,13 y 15 de febrero, desde las ocho hasta las tres de la tarde, sin firmar tarjeta ni hacer nada; hasta que el 15 decidí hablar con el administrador. Este me respondió lo mismo que mi jefa, incluso diciendo que en un año debía haberme preocupado por el peritaje médico».
El 16 de febrero tuvo despacho con el director en funciones del hospital, con la presencia del asesor jurídico, el administrador y la jefa del departamento de Servicios Generales: «Se analizó mi caso (sin dejar que emitiera mi opinión) y el administrador expresó que no me quería con esas limitaciones como jefa de área. Ninguno de los presentes refutó su criterio.
«Hablo de un administrador que no me conoce, ni nunca trabajó conmigo, pues lo nombraron, proveniente de otra entidad, durante mi enfermedad y recuperación. También dijo que había hablado con el jefe de Recursos Humanos y que este último dijo que no tenía plaza para mí. Que me iban a poner a disposición del Ministerio de Trabajo, y la plaza de jefe de área era por designación. Que no me quería en ese puesto.
«Cira le respondió que ese criterio era fuera de lugar, pues el hospital es una institución del Estado socialista, y parecía mentira un cuadro como él se expresara así».
Fue a Atención a la Población de la Dirección Provincial de Salud (DPS), donde la atendió una compañera muy amable, quien le dijo que el caso se resolvería y se comunicó con la directora de Recursos Humanos de la DPS. Esta recibió a Cira, y al final coincidió en que, con las limitaciones señaladas por la comisión de peritaje, podía continuar como jefa de área. Le hizo llegar un documento al jefe de Recursos Humanos del hospital, explicándole, y que debía incorporarla a su puesto. El jefe de Recursos Humanos se comunicó con el administrador para referirle lo del documento. Y este insistió en que esa decisión no procedía: no la quería como jefa de área.
«El administrador plantea que mi plaza es por designación, acota, y que él no me quiere como jefa de área con esas limitaciones, siendo una buena trabajadora. Siempre he cumplido con mi labor y con otras fuera de mi contenido. Nunca he sido sancionada. Es penoso que, en medio de una situación complicada como la COVID-19, tengan a una persona con antecedentes de enfermedad rodando por el hospital, con riesgo de contagiarse.
«Mi postura de revolucionaria siempre la mantendré y lo mal hecho lo seguiré denunciando, aunque me cueste mi puesto de trabajo, como parece. Nada ni nadie me detendrá, ni me escondo detrás de anónimos. Siempre he dado mi nombre, apellidos y dirección», concluye Cira.