Acuse de recibo
Han sido titánicas las labores de recuperación tras el tornado que afectó el 27 de enero último a La Habana; y aun así, quedan casos críticos que urgen de atención, como el de José Alejandro Montesinos Larrosa, en calle 1ra., entre Vía Blanca y Rotaria, en el reparto Habana Nueva, del municipio capitalino de Regla.
Él vive con su madre de 80 años, que padece Alzheimer. Y el tornado provocó derrumbe total del techo y parcial de paredes en su casa de madera y tejas francesas. Quedó inhabitable, y perdió la mayoría de sus electrodomésticos.
Vivieron cinco meses en un contenedor metálico en el patio, y no han recibido la ayuda brindada a muchos otros casos, ni colchones ni tanques de agua, entre otros enseres. «No aparecemos en ninguna lista y siempre recibí la respuesta: espere en su casa a que lo citen», señala.
Se les aprobó madera y tejas francesas por la oficina de trámites creada con el tornado. «Un absurdo, dice, porque sabemos que no hay madera ni tejas francesas».
El entonces director municipal de la Vivienda dijo que debían demoler la casa. José Alejandro aceptó, pero ya para Regla había acabado la asignación correspondiente a demolición y construcción de nueva vivienda.
Tras larga espera, el Gobierno le otorgó un subsidio por 25 metros cuadrados. Pero ya en el rastro no hay casi nada, excepto áridos, sin contar que en el listado de recursos solo aparecen dos puertas interiores y ninguna exterior. Todo lo conocía el entonces presidente y la secretaria del Consejo de la Administración Municipal (CAM), y el delegado de la circunscripción.
«Después del tornado, dice, durante semanas en mi patio se descargaron varios camiones de áridos y otros materiales para la restauración de viviendas de la zona, además de custodiar equipos de las brigadas de construcción. Sin embargo, ahora, cuando puedo comenzar a construir mi nueva vivienda, ya no hay grúas. Necesito una grúa para ubicar unos pilotes y unas piezas metálicas, como cimiento y zapata de la vivienda que debo hacer a partir de un subsidio entregado por el Gobierno de Regla».
José Alejandro solicitó ayuda por escrito al Ministerio de la Construcción, y no hubo solución ni respuesta. Por esfuerzo propio, con grandes gastos de recursos, logró con la ayuda de amigos levantar temporalmente la casa de madera, que resistirá muy poco tiempo.
«¿Por qué no hemos recibido colchones? ¿Por qué no han cambiado mi refrigerador, que fue reportado como roto por los técnicos encargados? ¿Por qué no tenemos tanque de agua, cuando esta zona de Regla se distingue por los tanques azules en sus techos? ¿Por qué no me entregaron el módulo de cocción y otros artículos que han sido profusamente distribuidos? ¿Por qué no me asignaron recursos para restablecer la cerca perimetral, como en otros inmuebles?
«Continúo cuidando a mi madre en medio de las contingencias que provoca la construcción de una casa. Colaboro con mi comunidad, estoy vinculado a mi centro de trabajo y cumplo con mis responsabilidades sociales.
«A los tres días del tornado yo estaba organizando caldosas en la comunidad. Sin embargo, en mi casa solo han ayudado los amigos, y un día una brigada de las FAR colaboró en la recogida de escombros. Nadie más ha acudido», concluye José Alejandro.
Regla Oramas Salas (Mangos 207, entre Blanquizar y Reyes, Luyanó, Diez de Octubre, La Habana) cuenta que el tornado arrasó con el solar donde vive: techos, paredes, todo reducido a escombros. Hubo ayuda solidaria para recoger escombros, y con víveres, ropas, colchones y objetos de aseo.
Comenzaron a laborar dos brigadas para levantar sus hogares. Ya en febrero comenzaron a llegar los materiales, y se los llevaban en camiones porque había que atender otras obras.
Y por la falta de materiales, el trabajo era muy lento. Durante todo el tiempo que estuvo allí, la brigada hizo solo cuatro apartamentos, y abandonó el trabajo. Decían que no les pagaban, y hoy hay apenas dos o tres constructores trabajando solos.
«Mi hija no tiene cabeza para estudiar ni yo para trabajar. No tenemos casa, y al paso que va, nunca van a terminar. Estamos cansados de ir al consejo popular y al Gobierno, y todo sigue igual. Estas son las horas que mi hija y yo, y varios de mis vecinos, no tenemos un hogar donde descansar. Y nadie nos ha dado una respuesta», termina.