Acuse de recibo
Quienes tenemos a nuestros hijos sanos debemos batallar porque se atiendan las urgencias de madres como Amelia Montero Hernández, quien vive en ascuas permanentemente en el edificio A13, apto. 18, en la zona 2 del barrio capitalino de Alamar.
Amelia tiene un hijo de apenas un año que nació con una enfermedad llamada Tetralogía de Fallot (cuatro cardiopatías), conocida anteriormente por Mal Azul. Es un fallot cianótico, cuyo diagnóstico se realizó desde los 14 días de vida, y desde entonces y hasta que sea un hombre es paciente del cardiocentro William Soler.
Cuenta la madre que el niño es paciente asiduo de ese hospital, por todos los riesgos y cuidados que tiene. Ya con cinco meses y medio recibió su primera operación y tiene pendiente su segunda intervención quirúrgica.
Ante tan delicada y extrema situación, y por tantos trabajos que pasa Amelia para mantenerse en comunicación constante con los médicos que atienden a su hijo, en febrero de 2017, y con cuanto documento y certificado médico le pidieron, ella solicitó la asignación de un teléfono. Y le explicaron que el caso se llevaba a comisión para discusión y aprobación.
Tras varios meses de espera y gracias a su insistencia en el Poder Popular, finalmente los papeles llegaron a manos de la gestora Mayra León, quien atiende esas solicitudes. Mayra, muy atenta e interesada en su historia, presentó a la comisión el informe del caso para su discusión y aprobación.
Mayra le explicó a Amelia que solo faltaba que se reuniera la famosa comisión para aprobar la solicitud de su teléfono, y que ya la disponibilidad técnica estaba aprobada. Incluso, hace varios meses, en el departamento de Atención a la Población del Poder Popular le habían mostrado que aparecía su nombre y apellidos en un listado con solicitudes de teléfonos aprobados y disponibles para instalar en diciembre de 2017.
Llegó diciembre del pasado año e instalaron teléfonos, pero el de Amelia, tan prioritario, todavía no llega. La madre, impaciente y con razón, se pregunta qué sucede.
«Por favor, ruega Amelia, me urge que se reúna la comisión para la aprobación de mi teléfono. No es un lujo, es una necesidad. Apelo a la sensibilidad humana. Mi hijo lleva un seguimiento continuo y constante con el hospital, y con una llamada se gana tiempo».
¿Qué espera la comisión? Es un asunto doblemente del corazón. Del corazón maltrecho de un bebé, y del corazón de quienes deciden. De su sensibilidad para priorizar un caso excepcional, que no admite esperas.
Desde calle 9, entre 3ra. y 5ta., en el reparto Buenavista, de Palma Soriano, escribe Enrique Fontaine Soler muy alarmado para alertar de las peligrosas peripecias que realizan impunemente motociclistas en las arterias de esa localidad santiaguera.
Revela Enrique que una ola de motociclistas está inundando esa población. Andan con sus equipos a altas velocidades por el tramo de la carretera central de Palma Soriano como si fuera una autopista, en ciertos casos sin las condiciones técnicas y hasta sin licencias de conducción.
«Se sienten dueños y señores de la vía», precisa Enrique y revela que han llegado a atropellar personas, sobre todo a ancianos.
Enrique confiesa que una hermana suya de 74 años, quien había luchado contra el cáncer que le invadía y lo venció, fue víctima del trágico suceso y falleció el pasado 16 de enero. Y el 21 de este propio mes, cuando él me escribió, habían sido atropelladas dos personas adultas más.
«Lo peor es que las autoridades no toman medidas para evitar que esto siga sucediendo. Todo sigue igual, y a las personas mayores nos da miedo salir a la calle», manifiesta Enrique.
Por último, vuelvo sobre la mensajería electrónica que recibimos en nuestra sección: les preciso que, con el fin de que todas las cartas entren a la base de datos de JR, es importante que los remitentes envíen siempre sus correos a la cuenta lectores@juventudrebelde.cu.