Acuse de recibo
Recientemente, el periódico Tribuna de La Habana publicó una nota informativa de la Dirección Provincial de Transporte en la capital, que comunicaba cambios en determinadas rutas de ómnibus urbanos, avalados por estudios, para mejorar el servicio en medio de tantas dificultades, beneficiar algunas zonas de la ciudad y la circulación del tránsito.
Y a Carlos Tang (Manrique No. 513, entre Zanja y Dragones, Centro Habana), quien se autodenomina «un “guaguanauta” del Barrio Chino», le parece bien lo que se estudie para mejorar el servicio… siempre que no traiga nuevos problemas.
«La ruta 54 —precisa— cambia su parada cabecera para la acera del Capitolio frente a la fábrica de tabacos Partagás: a pleno sol y sin un portal donde guarecerse enfrente, en caso de lluvia.
«La 222, se cambia del Parque de la Fraternidad (a la derecha de Reina), donde al menos, si llueve, uno puede refugiarse en el portal del Palacio de Computación aunque esté al frente, hacia la misma acera del Capitolio, casi esquina a San José. Lo mismo que la 54…».
Al menos esos cambios se informaron, agrega, pero no así el traslado de la parada de varios ómnibus en Reina, frente al parque El Curita, hacia la antigua parada de la 222 en el Parque de la Fraternidad, y sin un letrero que avise de la modificación. Además, los ómnibus que paraban en los portales de Reina, entre Águila y Amistad, se cambiaron para el Parque de la Fraternidad, en Reina entre Amistad e Industria. A pleno sol.
El «guaguanauta» no duda de que tales cambios pueden tener su lógica. Lo que no comprende es que, tras un estudio que se supone lo mida todo integralmente, ciertas paradas de cabecera de ómnibus, donde se hacen largas colas, queden a la intemperie, como muchas otras de su tipo en la ciudad. Cola con sol o lluvia. ¿No pudo preverse eso antes? ¿No pueden techarse esas paradas?
Que carene aquí el problema del agua de una cuadra, en una localidad, puede parecer una cominería —sobre todo si no se tiene ese problema—; o resultar indecoroso que un periódico nacional se adentre en asuntos tan «locales». Pero si los responsables del problema no resuelven, y el Gobierno municipal no toma cartas ni responde a esos ciudadanos, entonces uno pregunta qué han hecho en este caso con la autoridad delegada.
Aurelio González, Aleida Sánchez, Idalmis González, Renier González, Yamilé Valdés, Pedro Nodarse, Diosky Vaquero y Maritza Sánchez escriben en nombre de los vecinos que viven sin agua en la Avenida 4, entre 7 y 9, en la localidad matancera de Jovellanos.
Hace cuatro años que no reciben agua por las tuberías hidráulicas. Es planteamiento reiterado en la circunscripción. «Una compañera nuestra, delegada a la Asamblea Provincial del Poder Popular, lo ha planteado en varias ocasiones en la Asamblea Municipal, y no ha obtenido respuesta», señalan.
En los últimos 15 días, el abasto es más crítico. El agua les corresponde en días alternos, a partir de las 12 del día, y en realidad llega en muchas ocasiones después de las ocho de la noche, e incluso a las diez, después de chupar mangueras. En días recientes se acostaron a las dos de la madrugada cargando agua.
Tal situación —explican— se produce a partir de un trabajo hidráulico realizado en la zona conocida como Callejón de los Perros. Ellos consideran que se debe hacer un estudio en su cuadra, pues lugares aledaños reciben el agua normalmente por las tuberías hidráulicas.
Hace más de un mes escribieron una carta al Presidente del Gobierno municipal. Y no han recibido respuesta. Sin embargo, revelan, «la turbina principal que abastece al pueblo tiene un enorme salidero, y por esa vía se pierde la mitad del agua. También puede existir una mala manipulación entre las válvulas. Debe hacerse un estudio sobre la situación hidráulica de Jovellanos».
Si no bastaran argumentos, aclaran que muy próximo a esa cuadra se ubica el Hospital Municipal Pedro Betancourt, que presenta una situación caótica con el abasto de agua.