Algunos la ubican como un capítulo de guerra sicológica, y otros como un sórdido episodio que tuvo como marco la histeria anticomunista en el contexto de la guerra fría… Todo eso es cierto. Y también, que se trataba de una agresión contra la naciente Revolución Cubana que, en el mejor de los casos, muchos de sus enemigos pensaron iban a revertir en breve.
Eran los finales del año 1960 cuando comenzó la Operación Peter Pan, y muchos reparan en la cercanía de la artera invasión a Playa Girón que terminaría, sin embargo, en un estrepitoso fracaso yanqui y primera derrota militar del imperio en Latinoamérica.
Tales elementos se dan la mano y saltan a la vista cuando se consultan muchos de los materiales y testimonios que dejan constancia de las interioridades de la maniobra, mediante la cual fueron sacados de Cuba más de 14 000 menores sin sus familiares entre diciembre de ese año y octubre de 1962, bajo la falsedad de que el Estado quitaría a sus padres la Patria Potestad. No pocos analistas señalan que la idea de los familiares no era exactamente reunirse con los niños en Estados Unidos, sino en la Isla, una vez que se hubiera depuesto al Gobierno Revolucionario...
Pudiera pensarse que fue una de las primeras estratagemas manipuladoras contra la Cuba revolucionaria, una práctica que los halcones estadounidenses perfilarían después y dirigirían, hasta hoy, para mellar las decisiones propias en otros países latinoamericanos. Pero es posible que ninguna haya sido tan cruel, toda vez que la Operación Peter Pan involucró a niños y adolescentes y los convirtió en reos de una «causa» que, como reconocieron después algunos de sus cabecillas, no era «humanitaria», como se quiso presentar, sino política.
Una idea de lo canallesco de la farsa que entrampó a miles de familias y sus niños, la da el hecho de que hasta llegara a redactarse una falsa ley donde «constaría» la alegada decisión del Gobierno de ejercer la patria potestad sobre los niños, en tanto Radio Swan —emisora contrarrevolucionaria de los servicios de inteligencia estadounidenses que penetraba el espacio radiofónico cubano— lanzaba la alarma que haría diana en las madres al propalar, desde el 26 de octubre de 1960, un llamado que las conminaba a «no dejarse arrebatar» a sus hijos.
Un agente cubano de la Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos (José Pujals Mederos) fue identificado después como uno de los principales implicados en la elaboración del falso legajo y en su introducción en la Isla. También era de la CIA uno de los principales organizadores de la Peter Pan en Cuba, Ramón Grau Alsina, sobrino del expresidente de la seudorrepública, quien luego sería condenado por la justicia por actividades de espionaje, terrorismo y planes de atentado contra Fidel. Se asegura que, junto al «equipo» que le acompañó en la «misión», confeccionó pasaportes y visas falsas.
Ello ayuda a confirmar el papel organizador de la CIA en el operativo, erigido sobre el miedo inculcado al comunismo y la satanización del Gobierno Revolucionario cubano, y en el que también desempeñarían un importante rol el Departamento de Estado norteamericano, la Iglesia Católica en Miami y las organizaciones contrarrevolucionarias cubanas, así como miembros de la alta jerarquía católica en la Isla, aunque la cara visible (y no menos responsable) fue la del padre estadounidense Bryan O. Walsh a través del Catholic Welfare Bureau, a quien se autorizó a dar el visto bueno a las visas volantes para los niños y adolescentes cubanos.
A la sazón ya estaba en marcha en Estados Unidos el Programa para Niños Refugiados Cubanos Sin Acompañantes, que podría entenderse como el «marco legal» en territorio estadounidense que sirviera de mampara a la presencia de los menores.
Con la Operación Peter Pan se organizaba también la que pudiera considerarse como insólita oleada migratoria movida por los resortes de la tergiversación, y la mentira propalada con fines políticos: denostar del Gobierno Revolucionario y criminalizarlo ante la comunidad internacional.
Otros investigadores señalan el interés de descapitalizar a la Isla, al estimularse la salida de quienes serían sus nuevos talentos. La mayoría fueron enviados a Estados Unidos, pero se asegura que muchos fueron trasladados o viajaron allá mediante un tercer país.
Y aunque hoy no faltan en Estados Unidos quienes llegaron en aquella operación que agradecen haberse formado allá, son muchos también quienes padecen todavía los desgarramientos físicos y sicológicos que les dejó aquella etapa de sus vidas, y preferirían no haberlos padecido.
La operación con nombre de historia infantil fue, en realidad, un cuento de brujas. Ahora mismo, buscando gráficas para este artículo, hay fotos que develan «el éxodo» de bebitos alineados en cuneros, presuntamente, ya a bordo de un avión...
Heridas que no cierran
Su hermano más pequeño fue «un Peter Pan», y murió en el año 1990 sin que sus familiares lo volvieran a ver. Ella misma pudo haber sido uno de ellos, de no ser porque se negó a ir a Estados Unidos…
En entrevista publicada en el sitio web Pensar en Cuba en enero de 2015, la cineasta Marina Ochoa, quien a la sazón trabajaba en la realización del documental Never ever Peter Pan, fue interrogada sobre algún testimonio que recordara en particular.
«Entrevistas intensas han sido muchas. En algunas todo el equipo ha terminado llorando. Incluso aquellos entrevistados que no les fue mal profesionalmente o los que estudiaron en universidades importantes, también sufrieron la separación. Estos no fueron los niños húngaros*1. Alex López nos contó, por ejemplo, las violaciones que sufrió por parte de los curas, un testimonio que ya le había contado a Estela*2 pero que sigue siendo impresionante. O el testimonio desgarrador de Silvia Correa, a quien ya habíamos entrevistado para Del otro lado… La huella que dejó en estos niños la operación Peter Pan es como una herida que se cierra en falso, por suave que la toques, vuelve a sangrar. Hay otros que ni siquiera vienen a Cuba por temor a lo que les pueda pasar emocionalmente».
A su llegada a Estados Unidos los menores fueron ubicados en campamentos, orfelinatos, casas de adopción, o de familias donde muchos dijeron haberse sentido maltratados…
La reunificación familiar resultó una larga espera para muchos de ellos, y para no pocos un imposible, o añoranza que se cumplimentaría más de 20 años después en algunos casos.
Para diciembre de 1962, un alto funcionario de Seguridad Social de Estados Unidos reconoció ante un subcomité del Senado que, a esas alturas, unos 4 000 niños cubanos aún no se habían podido reunir con sus familias.
Un tercio de esos niños estaban albergados entonces en instalaciones en Miami y el resto, desperdigados por 116 comunidades de 41 estados de la Unión, según algunas fuentes; otras dicen que en 30 estados.
Fuentes de Estados Unidos aseguran que para 1966, el 90 por ciento de los niños que se encontraba en refugios se había rencontrado con sus padres; pero no hay registros oficiales que lo hayan atestiguado públicamente.
Tal vez no haya estado tan mal pensado el nombre de Peter Pan, que obedece a la identificación de Miami en el operativo como Never, never land: La Tierra del Nunca Jamás.
Notas
*1 Alusión a los niños sacados de Hungría en los años de 1950, en los que el padre Bryan Walsh también había participado
*2 Se refiere a la documentalista Estela Bravo
Fuentes:
-«Operación Peter Pan, un caso de guerra sicológica contra Cuba», de Ramón Ferreira y José Buajasán
-«Para entender Peter Pan», entrevista a la cineasta Marina Ochoa
-«La verdadera historia de la Operación Peter Pan», La pupila insomne
-Ecured
-Trabajos publicados en Juventud Rebelde