A la derecha, Justina Ofelia Jarrosay, la nueva reina de la Tumba Francesa guantanamera, acompañada de Leonor Terry, ahora Reina de honor GUANTÁNAMO.— Justina Ofelia Jarrosay Jarrosay se convirtió a los 82 años en la nueva Reina de la Tumba Francesa Pompadour-Santa Catalina de Ricci, de Guantánamo, primera Obra Maestra Cubana del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad declarada por la UNESCO.
La flamante monarca sustituye a Leonor Terry Dupuy, quien por problemas de salud y sus 94 años fue declarada Reina de Honor de esta sociedad, en ceremonia efectuada en la sede de la centenaria institución, en el popular barrio de la Loma del Chivo.
Funcionarios del Ministerio de Cultura en la provincia entregaron sendos diplomas a las realezas, que continúan una tradición de épocas coloniales.
Durante la coronación se dio a conocer la invitación a participar en el Segundo taller de superación a portadores, enviada a Damaris Sánchez Limonta, bailarina y miembro de la junta directiva de la Tumba Francesa de Guantánamo, por Hermann von Hoof, director de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe (ORCALC), radicada en La Habana, y Manuel Palacios Soto, presidente de la Comisión Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de Cuba.
Sensibilizar y formar a los portadores y autoridades locales relacionados con esta relevante expresión patrimonial de las artes del espectáculo, es objetivo del mencionado Taller, que se realizará el 27 y 28 de marzo de 2007 en la ciudad de Holguín, capital de una de las provincias orientales donde existe también una agrupación de Tumba Francesa, al igual que en la igualmente vecina de Santiago de Cuba.
La Tumba Francesa Pompadour-Santa Catalina de Ricci es la única sobreviviente entre varias formadas en el extremo oriente cubano.
Proclamada en 2003 Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la UNESCO, la Tumba (tambor africano) Francesa es descrita como un tipo de baile, canto y percusión muy animado que encarna uno de los vínculos más antiguos y perceptibles con el patrimonio afro-haitiano en todo el Oriente cubano.
El reconocimiento de la UNESCO señala que es el fruto de la fusión, en el siglo XVIII, de la música de Dahomey (África Occidental) y de bailes tradicionales europeos, especialmente franceses.
«La Tumba francesa —señala la fundamentación— llegó a Cuba con los esclavos haitianos, que fueron trasladados al archipíelago tras las revueltas de 1790. Los primeros testimonios escritos de esta tradición se remontan a los principios del siglo XIX. Fueron halladas en las plantaciones de café cerca de las ciudades de Santiago y Guantánamo.