Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuando el «marzo femenino» se agiganta

El diario de la juventud cubana, estuvo sí, en honor al marzo de mariposas, de fusiles y de pensamientos paridos 

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.— Mientras el marzo femenino cubano se impone caprichoso, para tal cual el Dios Cronos concluir su existencia, su vida, en este agitado 2025, a JR se le antoja multiplicarlo desde la extensa llanura agramontina y desde una localidad tan rojiza como la sangre hirviente, tan caliente como el amor de madres, y tan profundo como un surtidor de imposibles y de esperanza.

El diario de la juventud cubana, estuvo sí, en honor al marzo de mariposas, de fusiles y de pensamientos paridos en sus días 8, entre el sudor y los desafíos, en un vendaval muy diferente a los conocidos por muchos, pero de iguales rachas de vientos sostenidos, también femeninos, de mujeres empoderadas.

Entonces estuve sí, porque allí la gran «familia azul» de la que soy participe, se tiñó de rojo como el suelo que pisaba, el de la Sierra de Cubitas, para anclarme en él, desde ahora y para siempre, no en un Círculo infantil, sino en una casa de ensueños, en una villa de amor y cofradía familiar por sus niños y niñas, en las que sus nodrizas expelen sonrisas, pero también juegos infantiles, optimismo, resiliencia y resistencia.

Foto: Yahily Hernández Porto

Y es que en tierra cubiteña un abanico de inocencia de príncipes enanos mezclado con la responsabilidad de nanas incansables, impregnan sus colores.

Estuve sí, en un lugar gigante, cíclope de empeños y de primaveras eternas como lo es la felicidad de los más pequeños.

Estuve sí, en un castillo de "enanitos" reparadores de sueños, donde sus juguetes son eternos como los inventos para sostenerlos.

Foto: Yahily Hernández Porto

Estuve sí, en un templo encantado y sagrado donde la inventiva casera, de antaño, esa que resguardan las abuelas, desde sus manos callosas y cuarteadas, y hermosas y sabias, nutre y fecunda de humildad, las carencias.

Estuve sí, en un sitial de un pueblo rojizo por naturaleza, distante sí, en el norte de la extensa llanura de Amalia, de Anita; la Adelantada, la periodista Aurelia y La Avellaneda.

Estuve sí, en una gran familia cubiteña, en la que sorprendieron un montón de mujeres auténticas, quienes tal cual las incansables gotas de agua sobre la roca o las persistentes luces de las estrellas, se sienten imprescindibles en su patria chica y pujante.

Foto: Yahily Hernández Porto

Estuve sí, en un pataquí de espontáneos sentimientos y en un convite femenino que se resiste al tiempo, a desaparecer, a mancharse de lo feo, lo regio y lo maltratado.

Estuve sí, en un volcán de energías en el que el pomo vacío, lo rancio del basurero, el plástico roto y el cartón sucio valen lo que pesan.

Estuve sí, entre un montón de mujeres serranas y muy criollas que estremecen, emocionan, conmueven, sacuden voluntades y palpitan adrenalina por sus tesoros reciclados.

Foto: Yahily Hernández Porto

Estuve sí, entre mujeres cubanísimas o cubanazas, donde lo que parece irrealizable es la fuente para esculpir batallas contra lo inhacedero, sembrar semillas de autodeterminación y soñar lo imposible.

Estuve sí, en un lugar donde el liderazgo tiene fibra de mujer, al estilo de Yordanys Pérez Leyva, la joven que no claudica, la que invita a beber de la sapiencia, de sus maestras, las cubiteñas laboriosas.

Foto: Yahily Hernández Porto

Estuve sí, en ese lugar donde estremecen un montón de mujeres. «Mujeres de fuego», sí, —como dijo el poeta—, pero también mujeres arquitectas de sus días, alegrías y destino.

Estuve sí, en las alas homéricas de marianas bellas y empinadas, y de corajudas hombradas en los sueños plurales de esa casita de sueños.

Foto: Yahily Hernández Porto

¡Gracias por permitirme y permitirnos estar!, y por vivir un marzo femenino, agigantado, que le planta cara al Cronos, para revelar el ADN de las cubiteñas, de las agramontinas y de las «Cubanas», un gentilicio que solo puede escribirse en plural y con mayúscula.

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