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Día de la Victoria: un inmortal ejemplo para la humanidad

Sobre la sangre derramada en el fulgor de los combates, el Ejército Rojo levantó un escudo moral de resistencia y aplomo, que contuvo las hordas fascistas y entregó a la humanidad la más grande y hermosa página de heroísmo

Autor:

Yoerky Sánchez Cuéllar

La historia, con su inmenso legado de héroes y batallas, deja lecciones indispensables a los pueblos. No se limita al simple recuento del pasado o a las colecciones de bibliotecas y museos. Vive como llama eterna, iluminando cada paso en el presente y futuro de las naciones. Un pueblo que olvida la historia o permite que se la manipulen, sin enfrentar a quienes intentan tergiversarla, está condenado a repetirla.

Si queremos conocer los trasfondos de los dilemas del mundo actual, las causas de sus contradicciones y conflictos, así como las esencias de nuestras luchas emancipatorias, en la educación patriótica basada en el conocimiento histórico, están las respuestas.

Así lo concibe Cuba, una pequeña isla ubicada en el mar Caribe, a solo 90 millas de Estados Unidos, cuyo Gobierno le impone desde hace más de seis décadas un férreo e injusto bloqueo económico, comercial y financiero, hecho que califica como un acto de genocidio.  

Cada vez que nuestra Patria se ha encontrado en momentos difíciles, con amenazas imperiales como las que enfrenta hoy, hemos acudido a nuestros símbolos más sagrados. Y siempre el pueblo cubano, defensor de sus raíces y con elevados valores humanistas, ha salido victorioso. En la historia está la savia, el caudal necesario para avivar el espíritu y desafiar las fuerzas más poderosas. Por ello, otorgamos suprema relevancia a la educación patriótica, fundamentalmente de las nuevas generaciones que inspiradas en el ejemplo de sus padres y abuelos, construyen el camino del porvenir.

Bien lo sabe el hermano pueblo ruso, cuya epopeya en la lucha contra el fascismo, hace 80 años, merece el más elevado de los monumentos. Sobre la sangre derramada en el fulgor de los combates, el Ejército Rojo levantó un escudo moral de resistencia y aplomo, que contuvo las hordas fascistas y entregó a la humanidad la más grande y hermosa página de heroísmo.

En 1963, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución Cubana, visitó la ciudad de Volgogrado, antiguo Stalingrado. Allí, visiblemente emocionado, expresó: «¡Cuántos hombres han dado sus vidas, ¡cuántos hombres se han sacrificado por el progreso de la humanidad!  Y entre esos hombres ocuparán siempre un lugar de honor los heroicos defensores de Volgogrado, no solo porque contuvieron el avance fascista, no solo porque marcaron un minuto de viraje en la Gran Guerra Patria, no solo porque dieron una contribución decisiva a la victoria de los pueblos contra los agresores fascistas, sino porque legaron a la humanidad un inmortal ejemplo». 

Al referirse a la significación para nosotros de la heroica epopeya librada en estas tierras, donde se peleó sobre los escombros, casa a casa,  en situaciones límite, reafirmó: «Y así nosotros, los cubanos, cuando nos hemos visto en peligro, cuando hemos visto cerca de nosotros la agresión, cuando hemos pensado que un enemigo superior nos pueda atacar, siempre hemos dicho: ¡Defenderemos cada ciudad, cada calle, cada manzana, cada edificio, cada casa, como lo hicieron los heroicos soldados de Volgogrado!».

Fue el sacrificio del pueblo soviético lo que permitió cambiar el curso de los acontecimientos. Y la Unión Soviética, en encomiable acto de valentía, resultó la fuerza decisiva en la derrota del fascismo, cuando el Ejército Rojo, tomando Berlín en una campaña feroz, asestó el golpe final a la Alemania de Hitler y puso fin a la guerra.

80 años después, cuando se intenta manipular aquellos hechos y refutar la verdad histórica, resultan imprescindibles los momentos de recordación, como el que tiene lugar en la Plaza Roja, con la participación de líderes mundiales, entre ellos el presidente Díaz-Canel. Cuba, que se enorgullece de sus lazos de hermandad con el pueblo ruso, reconoce el aporte de este glorioso país a la derrota del régimen hitleriano durante la II Guerra Mundial.

A la vez, alerta sobre el resurgimiento de las concepciones fascistas como una amenaza hoy para la humanidad, que vive tiempos convulsos, en que las tecnologías de la información y la comunicación y las redes sociales digitales multiplican el alcance de la maquinaria de Gobbeles, para quien una mentira repetida mil veces se convertía en verdad.

Formar patriotas debe ser el fin de cada pueblo para la defensa de su independencia y soberanía. Hombres y mujeres dispuestos a dar su vida por los más nobles ideales, como lo ha demostrado la historia isla rebelde constantemente asediada, y como hace 80 años se demostró en la epopeya de la Gran Guerra Patria, cuyo ejemplo se multiplicó por el mundo. 

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