Los cocodrilos también son víctimas de la acción de los pescadores furtivos. Autor: Tropas guardafronteras Publicado: 21/09/2017 | 05:44 pm
Tal parece que el perro, la lombriz de tierra y la araña están «entrando al baile». Sí, a ese baile al que convida un juego infantil en el que los niños aplauden y corean: Déjala sola, sola, solita…
Bien pudiéramos pensar que, como en el juego, especies como esas se quedarán solas en un mundo en el que otras, como la Polymita sulphurosa, la polimita picta y el manatí se «esfuman».
Y no se trata de un baile precisamente, pues aquí el jolgorio no halla cabida. Con apenas el uno por ciento de su distribución geográfica original, la Polymita sulphurosa, por ejemplo, es la especie más amenazada entre los seis tipos de estos moluscos terrestres que pueblan la provincia de Holguín.
Es un caso de endemismo extremo, con una belleza de reconocimiento mundial, que padece las consecuencias de los incendios forestales, la tala de árboles e insensibles acciones del hombre.
Su «vecina», la polimita picta, es vista por muchos como el animal terrestre con la concha más bella del mundo, y por ello su población está a punto de desaparecer. En la zona más oriental del país, el hombre compite con sus depredadores naturales, como el gavilán caguarero, el ratón, el macao y las hormigas. Algunos la recolectan para vendérsela a los turistas, otros las coleccionan y muchos hacen collares que luego ofrecen en una mesa de artesanía.
La carne del manatí, se dice, es más sabrosa que la de cerdo. Quienes pueden asegurarlo es porque seguramente pudieron degustarla, como eslabones de una cadena que comienza en el pescador que desobedece leyes ambientales y no le importa que la hembra de esta especie solo pueda parir cada cuatro años, con un tiempo de gestación de 12 meses y el de amamantar a la cría de entre dos años y medio y tres.
Importantes espacios para su hábitat en nuestras aguas han sido el escenario de crueles sucesos, en los que luego de resultar apresado el manatí en un chinchorro o en redes de arrastre, es descuartizado para un consumo evidente que no toma en consideración la importancia histórica y cultural de nuestro país en lo concerniente a la presencia de esta especie en aguas cubanas.
Las estrategias de educación ambiental, la vigilancia extrema en las zonas de protección y conservación del país y la legislación vigente parecen no ser suficientes ante la falta de conciencia de gente que no se siente comprometida con la naturaleza.
La ley, fuera y dentro del agua
La pesca o captura de especies marinas debe regirse por leyes, regulaciones y métodos establecidos, teniendo en cuenta que, por el ciclo normal de la vida, su existencia tiene fecha limitada, y es precisamente la acción indiscriminada de la especie humana la que puede acelerar su extinción o desaparición.
Ese es el llamado de alerta de las Tropas Guardafronteras, órgano del Ministerio del Interior encargado, entre otras misiones, de salvaguardar la biodiversidad marina y enfrentar las ilegalidades que, con fines comerciales, se cometan en nuestras aguas y territorios marítimos y costeros.
Durante 2013 se reportaron un total de 2 959 casos, 972 más que en 2012 y muchos más que en 2011, cuando se registraron 996 casos, informó la teniente coronel Imandra Oceguera Coll, de la Jefatura de Tropas Guardafronteras.
«A pesar del constante enfrentamiento a las ilegalidades que desarrollan nuestras fuerzas, en coordinación con órganos del Minint, este incremento en las ilegalidades se debe, en gran medida, a la alta demanda que tienen productos como la langosta y el camarón en el mercado informal, lo que atenta contra renglones fundamentales de nuestra economía, y además conlleva consecuencias nefastas en la ecología marina».
El año pasado se decomisaron 1 696 embarcaciones, agrega la especialista, y se han incautado 160,8 kilómetros de artes de pesca masiva, junto con cientos de kilogramos de varias especies marinas y terrestres, entre ellas carne de cocodrilo y quelonios, que son especies en peligro de extinción, destacó.
También se decomisaron varios miles de kilogramos de pescado, como pargo, cherna, jiguagua y algunas especies tóxicas como la barracuda o picúa.
«Los pescadores furtivos confeccionan sus artes de pesca masivas, y las que encontramos con mayor frecuencia son los chinchorros, las nasas, las redes, las tarrayas y los jaulones. El fin de su actividad no es el consumo familiar, evidentemente, sino la comercialización a precios elevados de estos productos.
«No se tiene percepción del daño a la economía y a la ecología marina que se provoca con estas acciones, y por eso es importante brindar la mayor información posible para sumar más personas a este combate contra las ilegalidades».
—¿Cómo enfrentan las Tropas Guardafronteras este tipo de ilegalidades?
—Sistemáticamente y con el empleo de fuerzas navales, terrestres y con medios aéreos. Es un trabajo complejo, porque realizamos revisiones diarias de la costa, y por disímiles vías detectamos las artes de pesca colocadas. Hacemos patrullaje con buzos para «peinar» las zonas, y aunque en muchas ocasiones detectamos a las personas en el momento en que van a calar sus mallas, otras veces debemos retirarlas cuando ya están puestas, y es una labor muy engorrosa.
«Desarrollamos acciones combinadas con otras entidades, pero sin dudas, la toma de conciencia y el apoyo de la población es vital para evitar la depredación de especies como las tortugas, a las que muchas veces no les dan tiempo ni de reproducirse, y la captura de aquellas que son rubros exportables de nuestro país y, por consiguiente, una fuente de ingreso de divisas».
Los hombres son los más vinculados a este tipo de actividad, acota Oceguera Coll, aunque las mujeres también participan, sobre todo en la transportación y comercialización del producto.
«Con el afán de obtener ganancias a toda costa, a través de estas ilegalidades se pone en riesgo también la salud de las personas, pues los vendedores pueden tocar la puerta de nuestras casas ofreciéndonos “pescado del bueno” y, sin el cuero y sin otras partes esenciales de la fisonomía de la especie, nadie puede identificar si se trata de una picúa o un aguají, especies que son porta-doras de la ciguatera y cuya pesca, por tanto, está prohibida».
En nuestro accionar también enfrentamos la extracción de arena y la tala indiscriminada, explica la especialista de la Jefatura de Tropas Guardafronteras, actividades que constatamos cuando detectamos campamentos de pescadores furtivos.
«Existe un marco regulatorio bien explícito en lo concerniente a estas acciones en el Decreto-ley 164 De la Pesca, que regula lo relacionado con la actividad pesquera y el Decreto-ley 194, referido a las infracciones sobre la tenencia y operación de embarcaciones en el territorio nacional. Nos ampara la legalidad y con ella actuamos, pero estamos convencidos de que cada vez la aplicaremos menos si las personas se percatan de las implicaciones de sus actos y dejan de lucrar con lo que, a pesar de ser riqueza de la naturaleza, puede un día agotarse», concluyó Oceguera Coll.
Cuida el mar
Pocos se han atrevido a cuestionar la belleza y diversidad de los paisajes marinos cubanos. Por años, han sido motivo de inspiración de forasteros que pisan nuestra tierra, y destino por excelencia de cuanto habitante decida «pegarse» el verano en la piel.
Cuba, como muy pocos sitios, regala magníficas playas, arrecifes coralinos, pastos marinos, manglares, costas acantiladas, mares profundos, lagunas costeras y bahías. Estos ecosistemas, además de hermosos, también resaltan por su alta vulnerabilidad ante factores como los efectos del cambio climático, la sobreexplotación del hombre, y nuestra insularidad en el Caribe.
«Comparativamente con otros países podemos decir que, aunque la situación ambiental no marcha todo lo bien que quisiéramos, sí tenemos una mejor situación en cuanto a esfuerzos de conservación, sobre todo en cuanto a cantidad de Áreas Protegidas marinas. De hecho, casi un 22 por ciento de territorio marino en nuestro país está dentro de dichas áreas», explicó el Doctor en Ciencias Biológicas Pedro Manuel Alcolado, investigador titular del Instituto de Oceanología y especialista en arrecifes coralinos y biodiversidad marina.
«Nuestros ecosistemas no son de los más dañados por el hombre, en comparación con los de gran cantidad de países. Son pocos los que hacen un gran esfuerzo como Cuba, en proporción con los limitados recursos de que dispone», dijo el también premio nacional de Ciencias del Mar.
No obstante —aclaró—, ello no significa que el aprovechamiento sostenible y protección de la diversidad biológica marina en Cuba sea la ideal, meta muy difícil de alcanzar para un país en vías de desarrollo.
«Tradicionalmente ha habido y hay afectaciones de origen humano, antrópico. Puede mencionarse la fuerte sobrepesca y el empleo de artes y prácticas de pesca ecológicamente nocivos a que ha sido sometida nuestra plataforma marina.
«Entre estos, los chinchorros de arrastre de fondo y la mayoría de los llamados tranques, han sido prohibidos y erradicados (los chinchorros después de la Resolución de Pesca 503 de 2013, y los tranques después de la Resolución de Pesca 130 de 2008).
«Los pastos marinos, también conocidos como seibadales o praderas marinas, fueron muy afectados por la pesca con chinchorros de arrastre de fondo. Esto es muy crítico porque el pasto es la zona de alimentación y de cría de muchos animales, incluidos los de interés pesquero y ecológico. Además, los pastos son uno de los principales ecosistemas marinos que captan dióxido de carbono de la atmósfera, como también los manglares», resaltó el investigador.
A juicio de Alcolado, es de señalar también el desacertado manejo pesquero que estimuló el sector, sobre todo en el caso de los peces de carácter comercial, así como la extracción de corales, caracoles y otros organismos importantes.
«La pesca está casi mermada en varios rubros, como el caso de los meros y los pargos, por ejemplo. Porque hubo la supuesta presión económica de la necesidad de sacar y sacar... que nos llevó a tomar decisiones cortoplacistas que dieron al traste con importantes recursos de este tipo.
«Asimismo, la extracción de corales, conchas y otros organismos marinos con fines ornamentales y artesanales constituye una seria amenaza. Se colectan caracoles que son alimento de muchos peces depredadores, que son los peces que necesitamos que crezcan para que ayuden al arrecife a sostener sus funciones y a que sean más resistentes a los efectos del cambio climático.
«Otro de los problemas es la colecta de las llamadas “piedras vivas” para ser usadas en acuarios particulares. Son esas piedras cubiertas de vida, con algas, pequeños corales y otros organismos, que las hacen más atractivas. Pero debajo de estas se refugian larvas de camarones o de langosta, peces juveniles, y otros variados animales marinos», alertó el experto.
En su opinión, el comercio de artesanías puede traducirse en una afectación aun mayor, precisamente ahora que ante el embate del cambio climático es más perentorio proteger y tratar de recuperar lo mejor posible los arrecifes coralinos, subrayó.
También es preocupante la situación de algunas especies como el manatí y las tortugas, muy amenazadas por el hombre, precisó.
Al referirse a la contaminación marina, el doctor Alcolado dijo que en los mares de Cuba tiene un carácter puntual, dentro o cerca de bahías o en cuerpos de agua encerrados. Apenas el dos por ciento de los arrecifes en Cuba están afectados directamente por esta causa, dijo.
«Existen otras dificultades como derrames de petróleo, que ocurren en cualquier lugar del mundo y que deben ser muy vigilados y controlados. El país se empeña grandemente en evitar estas contingencias y se prepara para enfrentarlas con efectividad en caso necesario», argumentó.
Como si no fuese suficiente —recalcó Alcolado—, se cuela y expande en nuestras aguas y el Caribe un pez del Indopacífico: el pez león.
«Se come lo que se mueve, camaroncitos, juveniles de langosta, peces pequeños, a los juveniles de sus depredadores, como cherna y pargos, a los peces que desparasitan a los peces mayores… Esto, naturalmente, se ha convertido en una nueva gran amenaza para los ya maltrechos arrecifes coralinos», ahondó.
No obstante, el especialista insistió en señalar al cambio climático como el problema que está impactando con mayor fuerza sobre nuestros ecosistemas marinos, fundamentalmente los arrecifes coralinos.
«Un gran problema asociado al cambio climático es la mortalidad del erizo negro de espinas largas, que antes se encontraba en cualquier sitio. Este era el animal que se ocupaba de mantener el fondo libre de unas algas carnosas, las cuales impiden que el arrecife se desarrolle bien, pues al cubrir el fondo cuando están en exceso, limitan el espacio disponible para el asentamiento y crecimiento de nuevos corales.
«Había otro organismo herbívoro muy importante que también se comía las algas, que eran los peces loros y barberos. Al ser sobrepescados, sobre todo el pez loro, no hubo ninguna otra especie que se ocupara de limpiar el fondo marino», refirió el investigador, quien anunció que ya existe la Resolución 60/2012 de especies significativas, del Citma, que limita o prohíbe la pesca del pez loro y el barbero.
Junto a esta situación —recordó— comienzan a pasar ciclones con mayor intensidad y frecuencia. También aparecen enfermedades de corales de diferentes tipos, lo que está asociado en gran medida al aumento de la temperatura del agua.
¿Qué puedo hacer con mi barco?
Según el Decreto-ley 194, la construcción y reparación de embarcaciones sin la debida autorización de la Capitanía del Puerto correspondiente son consideradas infracciones de las regulaciones vigentes para la tenencia y operación de embarcaciones en el país.
Utilizar medios de ilícita procedencia en la construcción, reparación y operación de embarcaciones materiales, trasladarlas por tierra sin el permiso expedido por la Capitanía de Puerto, e incluso tenerlas sin estar debidamente inscriptas en el Registro de la Capitanía del Puerto correspondiente son también infracciones penadas por la ley.
El Decreto-ley estipula, además, que entrar o salir de puerto o navegar por las aguas territoriales sin el correspondiente despacho o autorización; embarcar o desembarcar personas u objetos sin cumplir las regulaciones establecidas para ello o en lugares no autorizados; atracar, fondear y basificar embarcaciones fuera del lugar establecido o autorizado; incumplir las medidas establecidas para la protección física y seguridad de las embarcaciones, son también violaciones del marco legal regulatorio.
¿Cuándo, dónde, cómo y qué pescar?
El Decreto ley 164 establece el reglamento concerniente a la actividad pesquera, y deja claro que la emisión, renovación o cancelación de cualquier tipo de autorización de pesca será tramitada por las Oficinas Provinciales de Inspección Pesquera y aprobada por el Ministerio de la Industria Alimentaria.
El artículo 16 de este documento legal establece que las licencias de pesca, requisito indispensable para realizar la pesca deportivo-recreativa y la pesca comercial, son autorizaciones que se emiten anualmente y que pueden tener un carácter renovable.
Estas licencias les son otorgadas a las personas naturales que practiquen la pesca submarina y a las personas naturales o jurídicas propietarias de embarcaciones, quienes deben presentar la certificación que avale el registro de la embarcación en la Capitanía de Puerto y el Certificado de Navegabilidad.
En el artículo 27 se estipula que las artes de pesca deben reunir los requisitos establecidos para su uso, y en el artículo 36 queda plasmada la prohibición del uso de aquellas conocidas como nasas, palangres, redes de enmalle, tranques, chinchorros y otros tipos de artes de pesca masivos.
En el artículo 34 se especifica que la pesca deportivo-recreativa podrá efectuarse desde el litoral y la orilla de las aguas marítimas y terrestres, desde las embarcaciones o mediante la pesca submarina de buceo a pulmón libre y con escopetas de liga o resortes, oleoneumáticas y arpón en zonas marítimas abiertas. Para esta actividad, cuyos productos son exclusivamente para el consumo personal y familiar (artículo 39), solo pueden utilizarse artes de pesca o avíos, el carrete, la vara, el cordel y el alambre con anzuelo y solo se autoriza el uso de la atarraya en aguas marítimas y con el único fin de obtener carnada. (Artículo 35).
Está previsto que se adopten las medidas correspondientes con quien, sin la debida autorización, capture, desembarque, transporte, procese, comercialice o consuma especies amenazadas o en peligro de extinción como el manatí, el delfín, el cocodrilo, el caimán, el carey, la tortuga, la caguama, el tinglado, el paiche, el coral negro, la jicotea, el cobo y huevos de tortugas marinas.
Se establecen sanciones también para quien tenga a bordo o en el litoral avíos de pesca no autorizados; a quien capture o desembarque las especies tóxicas declaradas como la picúa, la tiñosa, el gallego, el coronado, y peces grandes como el aguají, la cubera, la arigua y el pargo jocú, entre otros.
Constituyen violaciones de la legislación vigente también, emplear explosivos o sustancias tóxicas para la pesca; pescar sin la debida autorización o con esta vencida; capturar, emplear artes de pesca prohibidas, utilizar equipos de respiración artificial o escopetas no permitidas para la pesca submarina, así como desembarcar o comercializar especies destinadas exclusivamente para la pesca comercial como la langosta, el langostino, el cangrejo moro, camarones, anguila, guabina o manjuarí.
El artículo 50 refiere que las multas, la obligación de hacer el decomiso y la suspensión o cancelación de la autorización de pesca son las sanciones aplicables a las violaciones de este Decreto-ley.