Crónica de una verdad anunciada
Foto: Calixto N. Llanes La denuncia es un arma fuerte, un escudo fuerte, así afirmaba el Comandante en Jefe Fidel Castro en una de sus intervenciones especiales sobre la llegada a Estados Unidos del terrorista Luis Posada Carriles en el yate Santrina, propiedad de uno de sus cómplices, Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, en los primeros meses del año 2005.
Reportes de prensa, publicados fundamentalmente en el periódico mexicano ¡Por Esto!, daban a conocer la existencia del barco, que con cinco personas a bordo había «encallado» en Islas Mujeres en marzo de ese año y seguido viaje a Miami, luego de las «investigaciones» de las autoridades mexicanas.
En abril de 2005 Fidel revelaba al mundo las verdades que la administración de George W. Bush se negó a reconocer, hasta que ahora, el jueves 11 de enero de 2007, un tribunal federal en Texas decidió acusar a Luis Posada Carriles de siete cargos, que incluyen fraude para lograr su naturalización y dar información falsa durante las entrevistas con oficiales de inmigración sobre su entrada ilegal a Estados Unidos. Evidentemente, la Casa Blanca pretendía proteger a Luis Posada Carriles, el terrorista internacional más connotado del hemisferio.
En su comparecencia del 11 de abril, Fidel se dirigió al mandatario estadounidense en estos términos, vigentes en las actuales circunstancias, sobre la manera «silenciosa y conspirativa» en que el monstruo había llegado a Estados Unidos: «Usted tiene una responsabilidad ante la opinión pública mundial, ante el pueblo de EE.UU., ante las víctimas norteamericanas del terrorismo en cualquier lugar, ante América Latina, ante el pueblo de Cuba y ante los familiares aquí reunidos... ¿Sabía Ud. o no sabía que Posada Carriles estaba en territorio norteamericano hace tres semanas?».
Posada había pedido asilo y su abogado avaló la solicitud argumentando que «ha servido» a los intereses de Estados Unidos durante cuatro décadas. En esa y posteriores intervenciones, Fidel fue develando los pormenores de la llegada a suelo estadounidense del terrorista, cómo había entrado, por dónde y con quiénes.
El 15 de abril, Fidel brindó detalles del itinerario que llevó al asesino Luis Posada Carriles desde la cárcel de Panamá hasta algún lugar de Miami, y conminó a la prensa y al Gobierno estadounidenses a investigarlo.
Ya el 14 de marzo, en el rotativo Que Quintana Roo se entere, y en el periódico yucateco Por Esto!, se había publicado la noticia de que el barco camaronero Santrina, de bandera norteamericana, había encallado frente a las costas de la Isla Mujeres, y que el capitán de esa nave, José Pujol (Pepín), viejo agente de la CIA, había rehusado dar información a los medios sobre el motivo de su entrada al puerto.
El 16 de marzo Por Esto! titulaba: «La Santrina seguirá viaje hacia Miami». Allí revelaba que era propiedad de Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, y que había sido comprada bajo la cobertura de una llamada Fundación de Protección Ecológica Marina Caribe Dive and Research, Inc., cuyo presidente es el terrorista Ernesto Abreu.
El Comandante en Jefe aseguraba que el ingreso de Posada Carriles a Miami estaba asociado a esa embarcación; y que para confirmarlo bastaba con llamar a declarar a quien presentaban como un «urbanista» y próspero hombre de negocios, Santiago Álvarez, y conminaba: «Si quieren saber, si quieren salir del misterio, la propia prensa, si quiere investigar, ahí tienen los datos. ¡Que busquen el barco antes de que lo hundan, antes de que lo escondan! ¡Vayan rápido allí los reporteros y las televisoras y busquen el barco!
«Si quieren les doy el dato otra vez exacto.
«Se llama Santrina. Deletreo: S, a, n, t, r, i, n, a. No voy a decir como dicen: S de Santiago, a de Argentina, n de nación, t de terroristas, r de ratones, i de ignorantes, n de negativa y a de animales (Risas y aplausos). Vayan y búsquenlo rápido antes de que lo pinten de otro color».
La historia del «urbanista» era, además, denunciada por el Jefe de la Revolución: «Treinta y cuatro años se cumplirán en octubre, cuando este bárbaro criminal atacó el puerto de Samá, mató ciudadanos, y dio lugar a la dura historia de esa joven que conmovió al país, y que salió a relucir en el juicio» (...) «Quede ante el mundo bien claro y bien patente quién es este urbanista y apoderado de Posada Carriles. Y qué audacia, qué atrevimiento: “Bueno, poner bombas en los hoteles no es malo”, fue lo que declaró a la televisión norteamericana. Búsquenlo ahí. O lo están protegiendo también, o no quieren tocarlo ni con el pétalo de una rosa», afirmaba Fidel en aquella ocasión.
Leyendo entonces un reporte de El Nuevo Herald dijo: «El periodista citó declaraciones del terrorista Santiago Alvarez —mejor dicho, aquí en el informe decía el urbanista Santiago Alvarez, el próspero hombre de negocios—, quien afirmó que lo apoyaría (a Posada Carriles) en facilitarle la representación legal que este necesitase.
«El diario destacó que según testimonios obtenidos de fuentes cercanas al proceso, Posada había llegado a Miami hacía una semana por vía marítima, lo cual coincide con la entrada del “Santrina” a esa ciudad.»
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos seguía haciéndose de la vista gorda y no reconocía la presencia allí de Posada Carriles, por eso, Fidel añadía que hasta El Nuevo Herald había publicado el 13 de abril de 2005 que «el combatiente anticastrista» había solicitado asilo político en EE.UU. «donde se encuentra desde hace aproximadamente 30 días»; así que Fidel acotaba: «si los amigos de Posada Carriles saben bien cuántos días lleva, deben saber dónde está, debe haber decenas allí que sepan dónde está, o, al menos, los 180 000 o cualquiera de las 15 instituciones de inteligencia podrían averiguarlo, si no es muy difícil».
El diario miamense se refería así al abogado del terrorista: «Soto no dio detalles del lugar donde se encuentra el veterano luchador, aunque dijo haberlo visto con buena presencia, e informó que en el día de hoy solicitó también un “parole” para su cliente.», a lo que Fidel añadió: «El pasado día 15 de abril el Canal 51 de Miami dio a conocer un comunicado de Luis Posada Carriles, recibido por correo electrónico, en el que desmentía una declaración que circulaba a nombre suyo en Miami» ... «Anunciaba que hablaría en el momento oportuno, y reafirmaba que su único vocero oficial era el abogado Eduardo Soto, el mismo que dice el Departamento de Estado que es el único que conoce que Posada está en Miami. Frío, frío, frío, frío, no es el único, hay muchos». Ironizaba Fidel, al tiempo que comentaba: «El Departamento de Estado debe creer lo que afirmó el abogado Soto. En este caso, el abogado, como el médico, tiene que atender al paciente y todo eso. Posada Carriles está en Miami; es decir, debe creer lo que dice el abogado, debe creer lo que dice el Herald, debe creer lo que dice la televisión y otros muchos más.»
En aquella ocasión, la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, declaraba que las informaciones sobre la presencia de Posada Carriles en Estados Unidos eran un invento de la seguridad cubana, a lo que Fidel comentó:
«Por mi parte puedo garantizarle a la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que Posada Carriles viajó de Isla Mujeres a Miami en el Santrina, en compañía de Santiago Alvarez; capitán del buque José Pujol, se lo digo, así, públicamente. Puedo garantizarle, no le podría decir dónde está» —así que eso ella tiene forma de investigarlo.
«Confíe en la seriedad de la historia contada en el periódico Por Esto!, de Quintana Roo. Si desea tener seguridad total, usted tiene personal capaz en el servicio de inmigración como los que rescataron al niño cubano secuestrado, Elián González —y, precisamente, dentro de cuatro días se cumple el quinto aniversario.»
Una advertencia acompañaba esos comentarios: «No vayan a desaparecer a Posada Carriles, no lo vayan a enfermar, no le vayan a inducir un infarto o un... No, ellos tienen todos los medios para todo eso. ¿Simularlo? No, les recomendamos, aunque he meditado bastante sobre eso, no les resulta demasiado sencillo o demasiado fácil, porque este señor tiene conexiones muy fuertes con determinados personajes importantes: Otto Reich, por ejemplo; el tal Rodríguez; el que era jefe del CORU, Bosch; bueno, los que fueron con él allí, que están en Miami y estuvieron en la celda con él; está el que asesinó a Letelier. Es todo un grupo que tiene muchas conexiones y muchas amistades, entre ellos y entre todo un grupo selecto de funcionarios norteamericanos, ayer lo estábamos aquí explicando, aunque no todo está explicado.»
Pero no hubo búsqueda ni investigación y el Comandante en Jefe se preguntaba: «¿Harían lo mismo si dicen que Bin Laden está allí? Como decía el escritor, “inmediatamente alarma de combate en Estados Unidos”. ¡Ah!, pero el que está allí es un asesino que mató cubanos, mató adolescentes, mató hombres y mujeres, mató aeromozas, mató pilotos, mató turistas, puso bombas. ¡Ah!, eso no, no ponen en alarma a nadie, no mueven ni un pelotón de ese Departamento de Seguridad. ¿Dónde está la moral? ¿Dónde está la ética? ¿Dónde está la lógica? ¿Dónde está la vergüenza?»
Otros datos del Santrina aparecieron en las indagaciones del periódico Por Esto!: matrícula 604553, de 90 pies de eslora, y habían publicado antes la foto del barco en que aparecían José Pujol y Santiago Álvarez; el gobierno de México se decía dispuesto a investigar si el gobierno cubano lo solicitaba...
El 20 de abril de 2005 Fidel dio a conocer nuevos datos publicados por el diario yucateco, que sí estaba investigando:
«Vieron a Luis Posada Carriles» —esto lo escribe la periodista que escribió el primer artículo.
«Por Yolanda Gutiérrez». Tiene algunos títulos, y dice así:
«En el despacho de salida del barco Santrina se asentaron los nombres del capitán José Hilario Pujol, los supuestos marineros Rubén López Castro, José López Castro, Gilberto Abascal, Santiago Álvarez y Oswaldo Pital. El agente consignatario Miguel Ángel May Magaña fue el responsable de las gestiones ante las autoridades federales. Vinieron a “reconocer el área”, declaró Pujol ante la Capitanía del Puerto y reconoció que era “ilógica” su escala en Isla Mujeres. Migración se niega a dar información.» Según el despacho, todos ellos de nacionalidad estadounidense...
Otro dato importante publicado por la periodista afirmaba que Luis Posada Carriles fue «plenamente identificado por varios ciudadanos de la localidad que aseguraron haberlo visto paseando por las calles del destino, casi siempre en actitud reflexiva y con las manos detrás de la espalda.
«Sin embargo, y aunque se presume que fueron seis personas las que abandonaron Isla Mujeres a bordo del Santrina, el despacho de salida no estipula más que los cinco tripulantes que arribaron desde el 14 de marzo, lo que significa que la salida del peligroso terrorista internacional se estudió cuidadosamente y con mucho sigilo a fin de no despertar ningún tipo de sospecha entre las autoridades competentes.»
Fidel hacía su propio comentario: «El hecho real es que el periódico continuó investigando y ya localizaron personas o comprobaron que el hombre estaba allí y lo vieron. Quizá sigan investigando y aparezcan más cosas...»
En días posteriores se documentaba con otras indagaciones el historial terrorista de los encartados, incluidas actividades en el propio México, donde todo hacía evidente que la supuesta encalladura del Santrina había sido el pretexto para recoger a Luis Posada Carriles y llevarlo hacia Estados Unidos.
Estas verdades del tránsito parecen estar saliendo a la luz y al reconocimiento de las autoridades judiciales estadounidenses. Falta todavía para que sus propios archivos les «revelen» el historial terrorista.