Acuse de recibo
Sobre protección al consumidor hay normativas, palabras y deseos que no se cumplen muchas veces. El cliente aún está muy supeditado e indefenso ante la entidad que ofrece el servicio o la mercancía. Y también por la falta de competitividad y de ofertas en nuestro comercio minorista.
Mientras el Sistema Bancario promueve el pago por tarjeta magnética y convence al ciudadano de sus potenciales ventajas, entre ellas la bonificación que reduce un tanto el precio, aún hay un largo trecho entre la aspiración y la terca vida. Entre lo que se quiere y la realidad.
Beatriz Arencibia Hernández y Fidel Vega Delgado (Clavel 62, apto 8, entre Nueva del Pilar y Lindero, Centro Habana, La Habana) fueron el pasado domingo 23 de junio a comprar una bomba de agua a la tienda en divisas La Especial, en Infanta y Desagüe, en la capital. Y la amable empleada les informó que allí no había POS ni teléfono para el pago con tarjeta magnética. No pudieron disfrutar la bonificación, caminaron cuatro cuadras hasta el cajero y extrajeron el dinero.
Al regreso, le mostraron a la empleada un recorte de esta propia sección del 22 de octubre de 2017, que siempre llevan consigo, en el que Bárbara Rosa Soto Sánchez, gerente general de Fincimex, afirma que no hay justificación para que no funcionen los POS, al responder entonces a quejas de otros consumidores a quienes, en aquel caso, les negaban o escondían el funcionamiento del POS.
De paso, este redactor constata que un año y ocho meses después seguimos lidiando con barreras para el comercio digital por una u otra razón. ¿Estaremos detenidos, en una especie de punto muerto, dictado por la contradicción entre lo que se dispone y lo que sucede en la realidad?
Según Beatriz y Fidel, el pago con tarjeta se obstruye a diario por varias razones, que van desde el desinterés por ofrecer ese servicio donde hay las condiciones, hasta la falta de infraestructura tecnológica para ello en otros casos, como podría ser el de la tienda La Especial.
La pareja aboga por que el pago digital «se implemente a nivel nacional, así como se ha facilitado que los trabajadores tengamos tarjeta magnética».
Volviendo a la mañana del domingo 23, cuando ellos adquirieron la bomba de agua, e intentaron hablar con el responsable de la tienda en ese momento, la que estaba al frente, la económica, les envió un recado de que no podía atenderlos, pues no se encontraban en el turno ni el gerente ni el comercial. «La atención al consumidor no funciona los domingos», dedujeron Beatriz y Fidel.
Y como prueba de que el consumidor adolece de protección también por disposiciones centralizadas desde «arriba», la pareja remarca la incoherencia de que un equipo como la bomba de agua, sumamente caro para los salarios en CUP de dos trabajadores, tenga una garantía apenas de siete días.
Neslys Toriza Mejías (Edificio 19, apto. 48, Microdistrito Ignacio Agramonte, Camagüey) es un joven músico de la Orquesta Sinfónica de esa ciudad, que concluyó su servicio social en 2016. Y en esos momentos, estaba detenido a nivel nacional el proceso de la evaluación individual de los músicos, que es una audición para verificar su nivel de interpretación y desempeño, y por ende, lo que se les pagará.
Dicho proceso, afirma, recomenzó a fines de 2017, y entre una cosa y otra, en Camagüey se realizó el 5 de mayo de 2018. Entonces, ya Neslys concluía sus estudios superiores, y alcanzó una evaluación satisfactoria en la categoría de 1er. Nivel solista alternante. Sin embargo, aún él está cobrando el salario correspondiente al servicio social, a pesar de haber concluido este hace varios años. Y representa menos de la mitad de lo que debiera recibir.
No solo a él, tampoco a sus compañeros les ha llegado el salario que le corresponde. Primero, los documentos se demoraron en enviarlos a La Habana unos dos meses. Pasó el tiempo. Seis meses después supo que los papeles habían retornado a Camagüey y tenían errores. Y les perdió el rastro.
«Cuando vamos a preguntar al Centro Provincial de la Música, responden que los papeles están aquí, o para La Habana. Que no nos preocupemos, porque ese dinero nos lo pagan retroactivo. Sí, pero es hasta seis meses lo que pagan. ¿Y lo demás? No estoy pidiendo nada extra; solo quiero que me paguen mi salario. Ni más ni menos», concluye Neslys.