Acuse de recibo
Era el pasado jueves 11 de octubre. La niña, de apenas cinco años de edad, presentó dolores en las piernas, brazos, espalda y fue atendida en el municipio de Quivicán, en Mayabeque, donde le indicaron varios análisis complementarios, Rayos X y ultrasonidos; todos, por suerte, con resultados negativos.
Pero al día siguiente, al continuar la pequeña con las molestias, la familia se movilizó y la llevó al Cuerpo de Guardia del hospital pediátrico William Soler, «donde fue atendida maravillosamente por los otorrino, ortopédico y pediatras que se encontraban de guardia, igualmente con diagnóstico clínico negativo. Estos decidieron indicar estudio que se debía realizar el próximo lunes en horas de la mañana, y el martes, a las 10:00 a.m., recoger resultados (…) y subir al 2do. piso a consulta de Misceláneas», narra la abuela de la infante, Lidia de la Caridad Castro Barbier (calle 12 No. 2108, Quivicán).
El lunes 15 se hicieron los análisis sin dificultades y el martes 16, alrededor de las 8:00 a.m., ya estaba otra vez la familia en el hospital. Recogieron los resultados, se dirigieron al 2do. piso y se dispusieron a esperar la consulta de Misceláneas, evoca la remitente.
«Alrededor de las 12 del día nos informa la enfermera que la doctora atendería a esos niños después de los turnos; hasta ese momento no supimos que era por turno. Decidimos esperar… A la 1:00 p.m. la enfermera informa que no se atenderían casos fuera de turno; la mamá de la niña habla con dicha doctora y le manifestó que no atendería a nadie que no estuviera con su turno», añade.
La abuela conversó también con la especialista, pidió que considerara, por favor, que eran de lejos y estaban muy preocupados por la salud de la niña; que tenían, incluso, un trasporte esperándolos desde por la mañana. La respuesta fue la misma.
Al indagar por la oficina donde se podían sacar las reservaciones de consulta, y acudir allí, la mayabequense recibió como respuesta que estos «eran para niños que estuvieron ingresados en el hospital» (¿!), por lo cual decidió reclamar ante la Vicedirección del centro de salud.
«Me atendió muy amablemente la Secretaria, la cual me informó que la Vicedirectora estaba almorzando, que esperara unos minutos a que regresara; más o menos diez minutos más tarde entra una doctora y me acerco y le pregunto si es la Vicedirectora, y la Secretaria me responde que sí, que esperara un momento. Al rato la Vicedirectora se marcha de la oficina, manifestando a un compañero que iba acompañándola que visitaría el laboratorio y después a almorzar».
Y la abuela, y la familia toda, por supuesto, quedó bastante desconcertada con esta situación. Máxime en un centro de tan altas referencias médicas donde ellos mismos ya habían recibido una esmerada atención.
¿Qué tienen que explicar al respecto los implicados?
También relacionado con la salud es el mensaje de Emilio Fernández (calle 84, edificio 305, Apto. 2, entre 25 y 26, Cojímar, La Habana del Este), quien considera, razonablemente, que su reclamo toca un tema muy sensible, sobre todo para los diabéticos del país y sus familias.
Se trata de «la ausencia en las farmacias por largos períodos de los biosensores para la medición de glucosa en sangre. No sé si otros municipios tienen el mismo problema, aunque supongo que sí por los comentarios que se oyen en la calle. En la farmacia se pregunta, pero las compañeras, amablemente, no tienen respuesta; y desde hace tiempo existen problemas, pero hace casi tres meses su presencia es nula o no significativa para la cantidad de personas que padecemos la enfermedad», se duele el capitalino.
«Mi petición —añade— es que se informe qué se hará en nuestro caso, pues el sensor que se nos vendió no admite biosensores de otra marca, que además tampoco están disponibles».
Aun cuando fallen los recursos, por los más disímiles factores, lo que no tiene razón alguna para fallar es la información oportuna y veraz a la ciudadanía sobre los problemas. Compartir con la gente lo que sucede y las alternativas que el país busca para sortear las dificultades.