W.A.: Soy una persona que no comenta sus cosas en el amor. Pero resulta que en estos momentos tengo una relación extramatrimonial, porque mi esposa está cumpliendo misión. A las dos las amo mucho. A mi modo de ver, a las dos las respeto. Soy amable con las mujeres, me gusta ser solidario con mis vecinos y con toda persona que lo necesite. Hasta el momento no tengo ningún trastorno emocional y no me gustaría dañar a ninguna de las dos. Solo déme su punto de vista.
No quiere dañar, pero sabe que es muy probable herir a una o ambas. Otro inconveniente reside en la contradicción entre la buena imagen que tiene de sí mismo (respetuoso, solidario, etc.) y la que usualmente se asocia con la relación extramatrimonial (infiel, irrespetuoso, etc.).
Ahora su esposa está en otro país y puede vivir esta nueva relación a plenitud para ocupar el vacío que le quedó. Ninguna compite ni siente el peso de una rival. Pero, ¿qué hará cuando su esposa vuelva? Tendrá que repartir tiempos y espacios, mentir e irrespetar acuerdos o elegir solo a una de ellas.
No son pocos los que creen amar a más de una. Suele ser una estrategia ante las cuotas de insatisfacción de la vida en pareja. Intentar completar lo que falta con un poco de una y otro de la otra, puede generar cierto lazo afectivo con ambas. El compromiso fundamental es con la satisfacción personal en juego.
Seguramente intuye que su punto de vista no tiene que coincidir con el de ellas, quienes podrían romper con usted si saben de su implicación con otra. De modo que la suya es una decisión personal que requiere arreglárselas con lo que pierde en toda elección.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Psicología Clínica