Hace poco se anunció el nacimiento de dos bebés genéticamente modificadas para no padecer de VIH. El debate ético marcará el año que recién comienza
En noviembre de 2018 un video colgado en la red social Youtube abrió una brecha de incertidumbre. No había seguridad de que se tratara de una noticia real. Bien podía ser un alarde para ganar publicidad aquel anuncio de que dos niñas gemelas habían sido genéticamente modificadas antes de nacer.
El protagonista del video, el genetista He Jiankiu, aseguraba haber modificado a las bebés para volverlas inmunes al virus de VIH, portado por el padre de las niñas. Pero cuando se comenzó a informar que el supuesto youtuber era realmente un científico chino, dueño de compañías en el campo de la salud, la incertidumbre creció. Y con ella, el temor.
Este 2019 se espera que una alarmada comunidad científica lleve a cabo debates y regulaciones sobre la ética de editar genéticamente a seres humanos sanos. Detrás de la ciencia pretende poner a sus lectores al día en la que será la polémica científica más sonada de este año, en algunas preguntas y respuestas.
Aunque la técnica CRISPR Cas 9 promete ser uno de los mayores avances en el área de Salud, abriendo el camino a tratamientos casi de sueño, la comunidad médica diferencia entre la edición que se dirigirá a curar una enfermedad, y la que se podría centrar en hacer hijos «a pedido».
Esta última tendencia posible es llamada «eugenesia», y, de ser asumida por los genetistas, podría desencadenar un sinfín de malas prácticas y efectos secundarios.
Imaginen, por ejemplo, que de evitar el gen de una enfermedad se pase a editar un bebé para que posea ojos azules, o más masa muscular, sin olvidar que cada uno querría una modificación distinta, y los hospitales no darían abasto para asumir el ritmo incontrolable de procedimientos innecesarios.
Al decir de Lluís Montoliu, biólogo español, «se ha abierto una caja de Pandora. Es de una irresponsabilidad colosal. No es una edición para curar. Es una mejora genética. El paso siguiente es una eugenesia total. Le dirán a los padres: «¿Qué desea usted?». Se ha abierto la veda, que es lo que no queríamos que sucediera».
En tanto estas técnicas aún necesitan ser perfeccionadas, pues el uso de enzimas para marcar los genes que se quieren «recortar» debe ser afinado, es un riesgo bastante grande intentar el procedimiento cuando ni siquiera hay una patología que curar.
En junio de este año, la revista Nature Medicine publicó dos artículos, uno de un equipo de la farmacéutica Novartis, en Boston, Estados Unidos, y otro encabezado por investigadores del Instituto sueco Karolinska. En ambos se sondean los riesgos de aparición de tumores asociados a CRISPR Cas 9. Los estudios muestran que el núcleo del problema está en la función de una proteína clave en el buen funcionamiento del cuerpo.
También según varios doctores que por estos días hacen todo tipo de comentarios y aclaraciones vía web, los riesgos más comúnmente mencionados son el surgimiento de niños mosaico, o sea, con distintos códigos genéticos en sus células.
Esta modificación podría generar en la adultez el surgimiento de una enfermedad autoinmune, que bien podría ser mortal y hereditaria.
Una vez pasada a sus hijos, esta afección podría extender un grupo de individuos signado de modos aún insospechados, y con varios problemas de salud.
El biólogo He Jianku se presentó a la Conferencia de Edición del Genoma Humano de Hong Kong sin exponer los pasos concretos de su procedimiento. Foto: EFE
Lo cierto es que ahora mismo hay una agenda para 2019 que intentará prevenir sucesos parecidos en el futuro, pero por otro lado, si no somos ingenuos, habrá ya un buen par de empresarios de compañías de la salud relamiéndose con posibilidades potencialmente millonarias.
Por lo pronto, los investigadores esperan confirmar si, en efecto, Jiankui modificó los genes de los dos embriones.
A mediados de año, la Organización Mundial de la Salud debe hacer público su nuevo Manual de Bioseguridad en el Laboratorio.
El manual intentará aplicar globalmente las mejores prácticas para el manejo seguro de patógenos, y pondrá énfasis en los procesos genéticos y las medidas éticas que deben acompañarlos.
La tecnología CRISPR Cas 9 es una herramienta molecular utilizada para editar el genoma de cualquier célula, o corregir sus supuestos problemas.
Sería como unas tijeras moleculares que pueden cortar cualquier molécula de ADN, haciéndolo además de una manera muy precisa, una vez que una enzima marca el gen a editar.
Las siglas CRISPR Cas 9 provienen de Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, o sea, Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente interespaciadas.
El descubrimiento de esta posibilidad llegó en 1987 cuando se conoció cómo algunas bacterias (Streptococcus pyogenes) se defendían de las infecciones víricas.
Según explica el sitio DeCiencia, «estas bacterias tienen unas enzimas que son capaces de distinguir entre el material genético de la bacteria y el del virus y, una vez hecha la distinción, destruyen el material genético del virus».
A partir de ese funcionamiento, los genetistas han recorrido todo el camino de la edición genética que nos trae hoy a puertas insospechadas.
No es difícil imaginar todo lo que podría surgir de unas «tijeras» tan espectaculares. Y, como siempre, con el lado negativo potencial, ese que nos toca encauzar y controlar para que lo bueno siga ayudando a lo bueno.