Solo basta vernos envueltos por estos tiempos en algún trámite legal, a la espera de «respuestas» necesarias, o esperando por la simple anuencia de alguien, para toparnos muy a menudo y en primera persona con un vestigio empantanado que lleva por nombre burocratismo.
Cuando la Feria del Libro aparece por el escenario de las colas del pollo y de la guagua y de los mandados y de la placita y del correo y de los bancos y del Coppelia y de un largo «y», enseguida, con mayor o menor intensidad, en la palestra pública aparece el debate sobre la lectura en Cuba.
Nadie puede negar ese privilegio de vivir muchísimos años, genuina aspiración en el largo, creativo, contradictorio y tumultuoso andar desde que surgimos como especie en el continente africano. ¡Qué soberbia esa historia de supervivencia, a pesar de tantísimas piedras en el camino!
¡Nasobuco quita’o!, dijeron algunos. Y al otro día de saberse la modificación de los protocolos sanitarios establecidos para el enfrentamiento a la COVID-19, muchas personas publicaron fotos en sus redes sociales, mostrando su rostro desprovisto de la mascarilla con los llamados #nasobucoquita’o, #alfinsinnasobuco, #carasinmascarilla, #diafeliz y #covidcontrolada. No pocas imágenes, incluso, revelaban labios pintados. ¡Casi se me olvida cómo se usaban los creyones!, comentó una amiga.
En los últimos tiempos se ha hablado mucho del trabajo en los barrios vulnerables. Todo lo que se hace allí pretende transformar y mejorar la calidad de vida de sus moradores. Se trata de una tarea impostergable, llamada a tener un gran impacto comunitario, en especial en la familia.
Se asombra. No lo puede creer. No ha pasado ni un minuto desde que esa persona publicó un post anunciando que vendía cigarros y 25 le han preguntado sobre el precio, el lugar, la marca y la cantidad. ¡Veinticinco en menos de un minuto!
El señor de pulóver gris lleva la piel tatuada de rojo. Sus brazos, la nuca y el rostro arrugado son tan oscuros que asustan y apenas disimulan las manchas del tiempo bajo el sol. Por dentro, así lo parece, lleva el alma clara y limpia. Digo esto y a lo mejor exagero en la descripción. Poco más vi. Quizá el pelo níveo, la ropa ajada, el aspecto churroso. Cosas sin relevancia.
Con ese espíritu humorístico que nos caracteriza muchos han reaccionado ante el hecho de que se quiere aprovechar en la mayor medida posible las bondades de la yuca, relegadas por falta de costumbre e idiosincrasia a pesar de ser un cultivo alimenticio básico desde la época de los aborígenes, mucho antes de la llegada de los españoles.
La Organización para la Unidad Africana (OUA), después convertida en Unión Africana (UA), llega al aniversario 59 de su fundación este 25 de mayo, tras haber luchado contra numerosas adversidades y contratiempos surgidos a lo largo del camino, pero ha logrado con denodado esfuerzo trabajar por la integridad y el avance de sus 55 naciones.
Aunque los académicos admiten el vocablo impostación cuando se trata de proyectar la voz (al acto de colocar apropiadamente los órganos de la voz, de manera que el sonido llegue a todo el auditorio sin temblar, se le llama impostación; del latín imposta, que significa «poner sobre»), en la vida real también decimos que una persona es impostada cuando es falsa, no auténtica.