Lock out patronal agropecuario para unos, paro campesino para otros. Por extraño que pueda parecer, los intereses de los grandes empresarios agrícolas se dieron la mano en Argentina con las postergadas necesidades del campo, reeditaron los piquetes que cerraron los caminos, y sacaron a la calle a las atildadas dueñas de hogar de Buenos Aires que, como en diciembre de 2001, hicieron sonar sus calderos: antes, para que se fueran todos; ahora, en protesta por la escasez de alimentos.
Claro, estos son los objetivos expresos. Uno de los callados pudiera ser la necesidad que tiene el President de que se le recuerde por algo que no sea desastre. Así, si lograra sumar otras dos repúblicas ex soviéticas a la Alianza Atlántica, tendría a mejor distancia de tiro a Rusia, un antiguo enemigo al que no se trata mejor que si aún lo fuera. Y si alcanzara a reducir la violencia en Afganistán, al menos algunos podrían pensar que valió la pena saltarse la ONU en octubre de 2001 para invadir un remoto país en el que casi no había a qué dispararle.
Mientras el inquilino de la Casa Blanca (ya por pocos meses) habló en sus discursos de éxitos del plan de seguridad en Iraq de optimismo ante los nubarrones económicos; los números, obstinados, demuestran lo contrario.
VergüenzaCinco años de ilegal y cruenta guerra han dejado profundas huellas en Iraq y...
Una caricatura del humorista contrarrevolucionario Rayma, aparecida en la prensa venezolana hace algunos meses, presentaba en cada uno de sus cuatro cuadros a un hombre, siempre tendido bocabajo: en el primero, titulado Fe en Dios, el hombre rezaba con las manos extendidas, según el ritual musulmán; en el segundo, titulado Fe en Marx, vestido de uniforme verde olivo y de barbas, apuntaba con su rifle; en el tercero, titulado Fe en Freud, recostado sobre un diván, hablaba con su psiquiatra; y en el cuarto, titulado Fe en uno mismo, sobre la arena de la playa, compartía un daiquirí con una linda muchacha en bikini.
María Augusta Calle. Anoten ese nombre. Es ecuatoriana, es periodista y está amenazada de muerte. Pero no de su propia muerte, sino de la peor de todas, la más insoportable: la muerte de sus hijos.
El pasado 20 de enero me escribió a JR Roxana Pérez, alumna de Comunicación Social en la sede universitaria de Baracoa. La joven se interesa por el tema del kitsch, por los resortes que nos permiten reconocer la embestida del kitsch. De entrada, ella cree advertirlo en «el trabajo artístico producido para satisfacer el gusto popular, que es el epítome de todo lo que es espurio en la vida de nuestro tiempo, que con frecuencia se utiliza como sinónimo de algo de muy mal gusto, así como que implica exagerar detalles o abusar de elementos estéticos, dándole la vuelta del buen al mal gusto». Pero teme ser imprecisa, y me pregunta: «¿Cómo aparece el kitsch en la cultura de masas actual? ¿Qué diferencia al kitsch del mal gusto?».
Parece complicado, si creemos a nuestros grandes medios de comunicación...
En Asia, los tibetanos tienen derecho. Pero no los iraquíes, ni los afganos.
En Oriente Medio, los israelíes tienen derecho. Pero no los palestinos, ni los kurdos.
En África, los coroneles mafiosos del Este del Congo tienen derecho, pero no el Sahara Occ...