Eficiencia y eficacia empiezan a aparearse en nuestro lenguaje. Tanto insistíamos en el primer término de esas categorías, que soslayábamos el segundo. Y como un colega las definió con certeza el pasado viernes 13 de julio en Granma, no voy a repetir lo dicho por él y por este articulista otras veces. Tal vez, para no dejar a algún lector en apagón, podría resumir un tanto capsularmente: eficiencia: hacer con el gasto imprescindible; eficacia: hacer exactamente lo planeado.
Cada vez que tienen lugar eventos deportivos trascendentales, ríos de tinta hacen eco de atletas dopados. Lamentablemente, muchas de estas noticias son sensacionalistas, escoltadas por una gran repercusión social. Pocas veces son textos constructivos donde se analiza la génesis del problema.
Venía caminando algo desprevenida cuando choqué con el patio trasero del cuartel. El Moncada se me apareció de pronto, como si alguien lo hubiese colocado allí de repente. Lo bojeé hasta quedar frente a la posta número tres. Entonces me fue imposible no pensar en aquel despertar de julio, en quienes se hicieron hombres esa vez con el fusil en las manos.
Ahora resulta que en Miami también existe un exilio venezolano. Mueve a risa ver que gente que va constantemente a Caracas, Maracaibo o Valencia, a ver a su familia, hacer negocios o simplemente a pasear, regresen a esta ciudad autoproclamándose exiliados.
«Le tira y levanta un flay al jardín central… está dominado». De esa, y muchas otras formas, todos los cubanos recordaremos eternamente al prestigioso narrador deportivo Héctor Rodríguez Almaral, quien falleció en horas de la tarde del pasado domingo a la edad de 66 años, víctima de cáncer.
LONDRES.— La vida suele ser una mezcla de sensaciones contrapuestas, ya sea por los caprichos del azar, o por la certeza de que la felicidad total es una quimera. Más o menos en medio de esa compensación emocional amaneció este lunes la capital inglesa.
Vi que el mar verdadero era un muchacho que saltaba desnudo…
A fuerza de no contar con muchas opciones, desde hace unos meses la recurrente práctica de viajar de noche me ha demostrado que la movilidad nocturna también tiene sus ventajas: no vives la violenta pesadilla del ruido diurno, con tantas intensidades y maneras diversas por doquier; no te apabulla el agobiante calor del típico mediodía cubano, a pesar de que las madrugadas de estos meses le llevan a cualquier noctámbulo el pañuelo a la frente.
Todos los hombres aspiramos a ser felices y los revolucionarios consecuentes lo logramos en las batallas por servir a un ideal de progreso social y en la búsqueda de las raíces históricas por las cuales se alcanza ese gran objetivo. Desde luego, no siempre se alcanza, pero proponiéndoselo y trabajando en esta dirección tendremos un gran gozo. Esta es la enseñanza que he podido recoger en más de 50 años de combate a favor de la Revolución tal como la concibieron Martí, Bolívar, Lenin, Marx, Engels y tantos otros próceres y pensadores en sus vidas, pensamiento y acción.
Con tomates, zapatos y pomos de agua fue despedida Hillary Clinton en la ciudad egipcia de Alejandría, adonde había ido a reabrir una oficina consular, después de pasar por El Cairo prometiendo apoyo a la democracia y a las aspiraciones del pueblo egipcio. También hubo quienes le recordaron un viejo escándalo sexual de su esposo, cuando le gritaron «Mónica, Mónica», en alusión a la pasante de apellido Lewinsky con quien tuvo sexo Bill, entonces jefe de la Casa Blanca. Esa fue la respuesta de quienes interpretaron la verdadera esencia de la visita de la flamante dama a la nación norteafricana, más allá de su hinchado discurso público.