Se ha ido un compañero, un colega con quien no tuve muchos vínculos en los últimos años, pero su recuerdo está relacionado con mis inicios en el periodismo, en una época convulsa, llena de incertidumbres y esperanzas: 1976, el año en que se institucionalizó el país.
Lo conocí una noche en la sede del Poder Popular Provincial de Matanzas, fue en un evento donde Blas Roca Calderío solicitaba al presidente del Poder Popular en Matanzas, José Arañaburo, que integrara la Comisión Nacional para la institucionalización del país.
Recién graduada, fue uno de mis primeros trabajos en la revista Bohemia, y tenía tantas preguntas, dudas e ignorancia sobre el tema que no sabía por dónde empezar. Lázaro, entonces periodista de Juventud Rebelde, se dio cuenta de mi agobio y se acercó para ofrecerme ayuda. Ahí me presentó a su alter ego en aquellos momentos: Susana Lee, otra grande en la historia del periodismo cubano. Ambos escribían de esos temas y fueron quienes me extendieron la mano y así pude redactar una nota tan completa que mereció la felicitación del director de Bohemia, hoy colaborador de Cubadebate, Ángel Guerra Cabrera.
Desde aquel día se creó un pool de prensa para atender esos temas. Según recuerdo, allí estaban: Lázaro y Susana por Juventud Rebelde, Magalys García Moré por Granma, Graciela Hernández por Radio Reloj, Miguel Torres por el Noticiero Icaic, y otros compañeros. Asistimos a varios seminarios, teníamos que aprender y aprehender tantos conceptos nuevos que fue casi un año de preparación. Nos veíamos a diario, unas veces en el aprendizaje y otras en la cobertura de disímiles acontecimientos relacionados.
Recuerdo que el 2 de diciembre de 1976, día en que se constituyó la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el teatro Karl Marx (no existía el Palacio de Convenciones), nos reunimos el grupo de periodistas en el círculo social Cristino Naranjo, donde se efectuó el almuerzo. Allí brindamos por haber alcanzado una meta, sin saber cuánto nos faltaba por andar.
Lázaro siempre fue estudioso del tema, escribió libros didácticos y llegó a ser delegado de la Asamblea de Ciudad de La Habana y luego diputado a la Asamblea Nacional, donde hizo importantes aportes. Durante los 28 años siguientes estuvimos juntos en cada período de sesiones de la Asamblea. A pesar de sus responsabilidades como diputado nunca dejó de escribir, de ejercer el periodismo en varios medios.
Fue panelista de la Mesa Redonda, director del periódico Granma y recientemente columnista de la revista Bohemia.
Quisiera que mis memorias sobre Lázaro Barrero Medina sirvan un poco para que las actuales generaciones de periodistas se interesen por conocer la historia de tantos colegas que ya no están, cuyas vidas —con aciertos o sin ellos— han sido entregadas a una profesión tan hermosa y desgarradora como el periodismo. (Tomado de Cubadebate)